Camilo Cienfuegos, rebelde en la montaña y el llano de #Cuba

Publicado por Alma

Por Reinaldo Wossaert Silva*/Prensa Latina

Recordando al héroe cubano Camilo Cienfuegos, quien nació el  6 de febrero de 1932.

La impronta de Camilo Cienfuegos sobresale como de las más importantes para la Revolución cubana, su valentía en la lucha y lealtad a Fidel Castro, es recordada hoy al cumplirse 85 años de su natalicio.

Según los historiadores, la Guerra Civil Española marcó la conciencia del joven Camilo Cienfuegos, pero el asalto al Cuartel Moncada por Fidel Castro y un grupo de jóvenes el Movimiento 26 de julio de 1953, fijó en él -que por entonces estaba en Estados Unidos- la voluntad expresa de unirse a ellos en la lucha por la independencia definitiva de su patria.

No fue fácil para el insigne patriota nacido en el actual municipio capitalino 10 de octubre llegar al líder guerrillero cubano, quien acepta incluirlo entre los 82 expedicionarios del Yate Granma gracias a la insistencia entre otros, de su hermano Raúl Castro.

Desde el mismo inicio de la contienda ‘Camilo’ destaca por su valor, audacia e intrepidez, lo mismo en el ataque a al Cuartel de La Plata, en el combate de Arroyo del infierno o el ataque al Cuartel del Uvero.

A decir de uno de sus compañeros de lucha ya fallecido, Orestes Guerra, Camilo era un hombre afable, jaranero, pero con una valentía indescriptible que patentizó en innumerables ocasiones.

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Camilo no ha muerto (+fotos)

Por Alma

Cada 28 de octubre Cuba entera rinde tributo al querido comandante del Ejército Rebelde  Camilo Cienfuegos, desaparecido en lamentable accidente, realizando peregrinaciones y depositando flores en ríos y costas. Cada 28 de octubre el mar se abraza a las flores, en eterno recordatorio del héroe de mil batallas.

CAMILO NO HA MUERTO

Autor: Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí)

Barbas bíblicas, sombrero
de estilo camagüeyano.
Al verlo, el pueblo cubano
soñó un profeta montero:
un Cristo, pero guerrero
que con la patria cargara,
cuando una sonrisa clara
como azucena fulgente
alumbró gloriosamente
la manigua de su cara.

Estaba en su pensamiento
la talla del porvenir
y él —sastre— quiso vestir
a todo un pueblo harapiento.

El exilio, el mar, el viento,
el Granma como tijera
y luego la cordillera
—sastrería de su hazaña—
donde entalló a la montaña
el traje de su bandera.

Como un río de bravura
descendió del lomerío
y así, como un bravo río,
atravesó la llanura.

Hambre, llagas, piedra dura,
nada al héroe detenía,
hasta que su rebeldía
sobre Yaguajay candente
decapitó la serpiente                                     ciega de la tiranía.

Su sonrisa de victoria
dijo al clamor popular
que juntas pueden andar
la sencillez y la gloria.

Jamás tan brillante historia
tuvo menos arrogancia
y hasta el nombre —resonancia
de chispas, llamas de cielo—
legendario caramelo
fue en los labios de la infancia.

No, no ha muerto el capitán
del pueblo, porque su idea
prosigue, con su pelea
de redentor huracán.
Ladrones de tierra y pan,
asesinos descubiertos,
no veáis cielos abiertos
cuando enterremos medallas,
que el pueblo gana batallas
con su ejército de muertos.