Encuentro entre el presidente Miguel Díaz-Canel y el subdirector general y representante regional para América Latina y el Caribe de la FAO, Mario Lubetkin
El primer secretario del Comité Central del PCC y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, sostuvo este lunes en La Habana un encuentro con Mario Lubetkin, subdirector general y representante regional para América Latina y el Caribe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En un tuit, la Presidencia de Cuba informó que, durante el encuentro, Díaz-Canel agradeció a Lubetkin por el trabajo conjunto que Cuba y la FAO realizan hace años, y el apoyo para desarrollar la estrategia del Programa de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional.
En su cuenta de Twitter, Lubetkin informó que se reunió con el presidente Díaz-Canel y con los ministros de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla; Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, y Agricultura, Ydael Pérez Brito, “para analizar los actuales niveles de cooperación y los pasos futuros en la acción por transformar los sistemas agroalimentarios”.
En la misma red social, el canciller cubano publicó que el mandatario cubano recibió al alto funcionario de la FAO, “a quien trasladó el compromiso de Cuba, como presidente del G77+China, de hacer avanzar los intereses comunes del Sur, impulsar la cooperación y trabajar por relaciones mutuamente beneficiosas con el resto del mundo”.
Encuentro entre el presidente Miguel Díaz-Canel y el subdirector general y representante regional para América Latina y el Caribe de la FAO, Mario Lubetkin. Foto: Estudios Revolución.
Perú se convirtió en pieza clave del despliegue militar estadounidense en la región, con la instalación de bases en la selva de ese país y los Centros de Operaciones de Emergencia Regional
Estados Unidos tiene cerca de 800 bases militares a lo largo del mundo, de ellas más de 75 en América Latina. Entre las más conocidas resaltan 12 en Panamá, igual número en Puerto Rico, nueve en Colombia y ocho en Perú, concentrándose la mayor cantidad en Centroamérica y el Caribe.
La base «pionera» extraterritorial de Estados Unidos en el continente, impuesta contra la voluntad del Gobierno y el pueblo cubanos, se encuentra ubicada en la bahía de Guantánamo, y formó parte de la llamada teoría de la contención, formulada por Nicholas Spykman, que fundamentó la agresión militar estadounidense a distintas regiones del mundo.
Estas bases no son solo militares, aunque todas lo son en su esencia. Hay bases que funcionan como centros para la guerra mediática y la ciberguerra.
Se dividen en tres categorías: Las «bases de operaciones» que tienen una extensión mayor a diez acres y más de 200 militares en servicio activo; las «pequeñas», o «Lily Pad», y las «financiadas», que son instalaciones pertenecientes al país anfitrión en las cuales el personal operativo estadounidense puede tener un acceso total o parcial. La mayoría de las existentes en América Latina entran en esta categoría y sirven como centros de operaciones y adiestramiento militar.
Existen otras que tienen un carácter confidencial, no «confirmadas». Son centros militares con presencia de efectivos estadounidenses que no han sido declarados de manera oficial.
Entre las bases militares más grandes en el continente, se encuentran la de Tolemaida, en Colombia, y la de Palmerola, en Honduras, ambas entran en la categoría de «financiadas», responsables, entre otras cosas, del entrenamiento de escuadrones de la muerte y otros grupos paramilitares.
Palmerola es una base aérea donde opera la Fuerza Aérea Hondureña y la misión militar estadounidense «Fuerza de Tarea Conjunta Bravo», perteneciente al Comando Sur de Estados Unidos.
El Departamento de Defensa ramifica sus operaciones militares en seis comandos organizados geográficamente, con campos de acción delimitados: Comando Norte (Northcom), Comando Sur (Southcom), Comando África (Africom), Comando Europeo (Eucom), Comando Central (Centcom), y Comando Indo-Pacífico (Indopacom). Además, posee otros cinco encargados de diversas áreas de acción, como el Comando espacial, el Comando cibernético, el Comando de operaciones especiales, el Comando estratégico y el Comando de transporte.
Para América Latina, el Southcom es la instancia encargada de administrar y vigilar las actividades militares de Estados Unidos a nivel de la región.
Resulta interesante conocer que, en los últimos diez años, Perú se convirtió en pieza clave del despliegue militar estadounidense en la región, con la instalación de bases en la selva de ese país y los Centros de Operaciones de Emergencia Regional, rivalizando en importancia estratégica con Colombia, lo que arroja luz sobre los últimos acontecimientos en ese país.
Colombia y Perú se erigen como importantes objetivos para la administración Biden, desde el punto de vista estratégico.
La instalación de una base militar, de «ayudada humanitaria» estadounidense en Neuquén, Argentina, nos aporta un dato esclarecedor: la empresa YPF encontró en 2011 en Neuquén un mega yacimiento de petróleo y gas, sin contar las ricas reservas de agua potable de la región.
De acuerdo con los términos utilizados por Washington, se trata de un Centro de Operación y Coordinación ante Emergencias, que tiene por objetivo socorrer a los habitantes de la provincia en caso de catástrofes naturales.
Recientemente, Laura Richardson, la general jefa del Comando Sur de Estados Unidos, sin una gota de rubor, en una conversación con el centro de estudios Atlantic Council, al viejo estilo de la Doctrina Monroe reconoció que el principal interés de Washington en América Latina está en sus recursos naturales, de los que se consideran dueños.
«Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienes el triángulo de litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60 % del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile… Las reservas de petróleo más grandes, incluidas las de crudo ligero y dulce descubierto frente a Guyana hace más de un año…, los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro», declaró la jefa del Comando Sur.
«Tenemos el 31 % del agua dulce del mundo en América Latina», añadió, y hay que prestar atención a un detalle bien claro: no dijo «tienen», dijo «tenemos».
Para rematar, la émula moderna de los procónsules romanos le puso la clásica «tapa al pomo» al afirmar que a EE. UU. «le queda mucho por hacer» y que «esta región importa». Ya sabemos para qué.
La profética frase de Bolívar parece adquirir hoy más valor que nunca: «Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias en nombre de la libertad».
El asalto de bolsonaristas a las sedes de los tres poderes en Brasil; la destitución del presidente de Perú; la violencia golpista en Bolivia desde el departamento de Santa Cruz; la sentencia judicial que inhabilita a la vicepresidenta argentina…
Son muestras de la fragilidad del modelo de democracia implantado en América Latina, que jamás ha sido verdadero poder del pueblo.
Un modelo que, nos repiten, da la oportunidad a la izquierda de llegar al poder y llevar a cabo sus programas de reducción de desigualdades.
Algo que se ha demostrado, claramente, como falso. Mecanismos legales, presiones políticas, trampas judiciales, conspiraciones militares, amenazas económicas y continuas campañas mediáticas, lo impiden una y otra vez.
Este modelo fallido y poco democrático es, curiosamente, el que se trata de imponer a Cuba. Un país donde procesos de verdadera discusión popular han reunido a millones de personas, para debatir profundas reformas económicas, la Constitución o importantes leyes, como el Código de las Familias.
Donde las personas más humildes son electas para gobernar las asambleas municipales y provinciales, o llegar al parlamento.
¿Cuba necesita “cambios” en su modelo político? Sí. Aquellos que sirvan para aumentar la participación y el control popular desde cada barrio, centro de trabajo o comunidad.
Esos son los “cambios democráticos” que necesita Cuba, no el regreso a un modelo fracasado. Estas son las verdaderas “reformas” para la Democracia Cubana…. Socialista.
La Justicia nicaragüense deportó a EEUU. a más de 200 reclusos condenados por diversos actos ilegales, entre ellos incitar a la violencia, al terrorismo y a la desestabilización económica. El Presidente de la Sala Uno del Tribunal de Apelaciones de Managua, leyó ante los medios de prensa la sentencia: «Se ordena la deportación inmediata y ya efectiva de 222 personas. Dichas personas ya fueron deportadas del país para lo cual se giraron los oficios respectivos».
Con Colombia como país invitado de honor, quedó inaugurada ayer la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana
Saberes, tradiciones, historias, vidas se amalgaman en la literatura que, con los tiempos, ha variado sus formas de llegar a los distintos públicos. No obstante, su poder de convocar y unir a los hombres se mantiene inamovible. Con esa certeza quedó inaugurada ayer la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana, que tiene a Colombia como país invitado de honor.
A la cita de apertura, en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, asistieron el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; los miembros del Buró Político, Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular; Manuel Marrero Cruz, primer ministro, y Salvador Valdés Mesa, vicepresidente de la República; así como Rogelio Polanco Fuentes, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe de su Departamento Ideológico, e Inés María Chapman Waugh, vice primera ministra.
La vicepresidenta colombiana, Francia Elena Márquez Mina, que llegó a la Feria acompañada por la ministra de Cultura Patricia Ariza Flórez, con la firme voluntad de seguir construyendo historias entre ambas naciones, recordó el lugar de la Mayor de las Antillas como testigo solidario de la escritura de un nuevo capítulo en el camino de su país en la búsqueda de la paz.
Esta edición, en palabras de Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro, expresa la voluntad de preservar el legado cultural sobre el que se ha cimentado la Revolución Cubana.
Trescientas novedades editoriales, más de 4 000 títulos y unos cuatro millones de libros están, a partir de hoy, a disposición de los lectores cubanos.
En la más grande fiesta de las letras que tiene lugar en nuestro país, se rendirá homenaje a los centenarios de Fina García Marruz y Antonio Núñez Jiménez, y estará dedicada a la prominente bibliógrafa Araceli García Carranza Bassetti y al destacado escritor Julio Travieso Serrano.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) mantiene hoy sus esfuerzos para apoyar a los niños en Haití, donde al menos 2,6 millones de menores necesitan asistencia vital.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, siglas en inglés) alerta en un reciente informe que el número de niños haitianos que necesitan ayuda humanitaria aumentó en medio millón durante los últimos dos años.
Las cifras se incrementan a la par de la violencia armada, combinado con el resurgimiento del cólera, la inseguridad alimentaria y la inflación, que limitan el acceso a servicios esenciales como la salud, nutrición, agua e higiene y educación para millones de infantes y sus familias.
Por ello, el organismo de ONU aboga por extender su respaldo con una contribución mayor.
De acuerdo con sus estimaciones, la respuesta humanitaria de la agencia en Haití recibió alrededor del 40 por ciento de los fondos necesarios el año pasado.
Esta cifra la convierte en el llamamiento con menos fondos de la operación de emergencia de Unicef en América Latina y el Caribe.
La organización apoya los esfuerzos por vacunar contra el cólera, reforzar la divulgación de buenas prácticas de salud, el acceso al agua potable, así como programas para la educación y a la atención médica, en particular a niños.
Sin embargo, estos resultan insuficientes en el panorama desolador que enfrenta la nación.
“Esta es una de las épocas más difíciles para ser niño, niña o adolescente en Haití desde el terremoto de 2010, y la situación empeora día a día”, reconoció Garry Conille, director regional de Unicef para América Latina y el Caribe durante una reciente visita al país.
“Con un acceso limitado a agua potable, alimentos asequibles, atención sanitaria básica y protección, los niños, niñas, adolescentes y sus familias están llegando a un punto crítico”, agregó citado por ONU.
A juicio del representante, es urgente un apoyo adicional para evitar una situación humanitaria peor en los próximos meses.
“La asistencia humanitaria (…), uno de los pocos salvavidas que les quedan, es un «tope» que impide que el país entre en una espiral de disturbios sociales, inseguridad, inestabilidad y más pobreza”, afirmó Conille.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), fue creada en Caracas entre los días 2 y 3 de diciembre de 2011 en el marco de la IIIª Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) y de la XXIIª Cumbre del Grupo de Río. La reunión se llevó a cabo como parte de las conmemoraciones por el bicentenario del inicio de los procesos de independencia de los países del área. Y, siendo el presidente Hugo Chávez quien la convocó, la elección de la fecha no pudo ser casual. Un 2 de diciembre, pero de 1823 y en Washington, James Monroe, quinto presidente de Estados Unidos, había anunciado en su discurso anual al Congreso de la Unión la doctrina que llevaría su nombre. Ciento ochenta y ocho años más tarde ese mismo día nacería la CELAC, una de las iniciativas estratégicas más importantes de los pueblos y gobiernos de la región.
Pero la historia no comienza con el discurso de Monroe. Antes, Thomas Jefferson había declarado en su condición de tercer presidente de Estados Unidos que su país “necesitaba un hemisferio” para estabilizarse, prosperar y asegurar su grandeza. Y ese hemisferio, fenomenal emporio de recursos naturales como dijera Alí Rodríguez, es el que habitan, y donde luchan y sueñan, latinoamericanos y caribeños.
Desde el inicio no fue fácil lograr un consenso acerca de algunas cuestiones centrales para la naciente comunidad. Una vez creada la Iª Cumbre de presidentes y jefes de Estado se reunió en Santiago, Chile los días 27 y 28 de enero de 2013. El anfitrión era Sebastián Piñera y durante las deliberaciones del cónclave el presidente chileno insistió en la idea de que la CELAC debía ser un foro y no una organización regional más. Pero la idea fundacional de Chávez, de Fidel, de Raúl y en general de la izquierda latinoamericana era justamente la contraria: hacer de la CELAC una alternativa real y efectiva a la OEA, que jamás dejaría de ser el “ministerio de colonias” de Estados Unidos, como la historia se encargó de demostrar.
En la IIª Cumbre (La Habana, 28 y 29 de enero de 2014) el anfitrión, Raúl Castro Ruz, insistió con la idea de “institucionalizar” a la CELAC pero los cambiantes vientos políticos que atravesaron la región (ascenso del macrismo en la Argentina en 2015, destitución de Dilma Rousseff en 2016, triunfo y traición de Lenín Moreno en Ecuador, estabilización de regímenes de derecha en Centroamérica, y ascenso a la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos a inicios de 2017) suspendieron a la CELAC en una especie de limbo político.
Uno de sus factores fue la renovada beligerancia del imperialismo norteamericano, cosa que impacta muy fuertemente en los países de la región. De los treinta y tres que conforman la CELAC hay por lo menos unos quince que son extremadamente vulnerables a las decisiones que pueda tomar Washington sobre el tema de las remesas que los inmigrantes envían a sus lugares de origen. Aquellas representan al menos el 20% del PIB en países como El Salvador, Honduras, Jamaica y Haití, y cifras cercanas para otros.
En el caso de México su incidencia sobre el PIB es mucho menor, pero su volumen es muy significativo: en 2021 los mexicanos radicados en Estados Unidos enviaron a su país nada menos que 51.600 millones de dólares, una cifra superior al escandaloso préstamo del FMI al gobierno de Macri.
Pero el control de las remesas por parte de Washington no es el único dispositivo con que cuenta para evitar el fortalecimiento de la CELAC y el desarrollo de una imprescindible estrategia de acción regional colectiva, crucial para enfrentar las turbulentas aguas de la escena internacional. Las diversas formas de presión, cuando no el abierto bloqueo como el practicado en contra de Cuba, Venezuela y Nicaragua, son elementos que también juegan negativamente en este proyecto de unidad continental.
En la Argentina las dos principales (o quizás únicas) empresas que venden combustible para los aviones, la Shell e YPF, están impedidas de abastecer al avión de la empresa venezolana EMTRASUR secuestrado en este país so pena de vetar su acceso de aquellas empresas al mercado de valores de Wall Street. Por lo tanto, el margen de decisión soberana aún en un país donde el tema de las remesas es irrelevante se achica considerablemente cuando Estados Unidos hace valer, con prepotencia, la ilegal e ilegítima extraterritorialidad de sus leyes.
Ojalá que esta Cumbre de Buenos Aires logre consolidar a la CELAC como una institución. Que pueda convertirse en un auténtico organismo regional latinoamericano y caribeño, con sus equipos de trabajo, sus expertos e investigadores; que puedan elaborar, por ejemplo, un protocolo regional para la explotación racional y cuidadosa del medio ambiente del oro, del litio o del cobre; o para el cuidado de nuestras aguas, amenazadas por una irreversible contaminación de agrotóxicos o de los minerales utilizados en la extracción del oro; o que puedan facilitar la creación de empresas públicas multinacionales que administren con buen criterio el aprovechamiento de los fabulosos bienes comunes que posee nuestra región.
El creciente injerencismo norteamericano en los asuntos internos de nuestros países ha llegado a niveles escandalosos, de ahí la necesidad de una robusta CELAC para ponerle freno a tanta prepotencia imperial. Sólo una acción concertada entre nuestros países podrá evitar la brutal recolonización de Latinoamérica y el Caribe, montada sobre una derecha radical y violenta que es promovida, asesorada y financiada desde Washington a través de numerosos canales.
En un sistema mundial profundamente conmocionado y en el cual Estados Unidos tramita con furia el inexorable debilitamiento de su gravitación internacional, la tentación de apoderarse del territorio y las riquezas existentes al Sur del Río Bravo se convierte en una pasión tan irresistible como insana. Esto lo manifiesta a cada rato la Jefa del Comando Sur, Laura Richardson, cuando afirma que “estadounidenses y los otros pueblos de América Latina y el Caribe hemos convivido armónicamente (Sic!) en nuestro vecindario durante dos siglos.” Expresa, dos siglos más tarde, la temprana aspiración de Jefferson. Y “nuestro vecindario”, agrega la señora Richardson, debe impedir la llegada de intrusos como Rusia, China e Irán que quieren arrebatarnos lo que es nuestro.
Más claro imposible. “América para los (norte)americanos”, reza la doctrina Monroe, de imperecedera vigencia. Por eso la CELAC es más necesaria que nunca. Ojalá que la Cumbre de Buenos Aires pueda a ser recordada como aquella en la que se recuperó el proyecto original que le dio nacimiento en 2011.
Poco después de concluir la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, ofreció declaraciones al equipo de prensa de la Presidencia de la República sobre la trascendencia para Nuestra América de esta cita
«Ha sido una excelente Cumbre». Así, con palabras breves y contundentes, calificó el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que tuvo lugar el martes en esta ciudad, con la participación de los 33 países de Nuestra América.
Esa y otras valoraciones hizo el Ministro de Relaciones Exteriores con el equipo de Prensa de la Presidencia de la República, poco después de concluir la cita en la nación sudamericana, donde confluyeron postulados comunes para nuestros pueblos, que son imprescindibles para fortalecer el proceso de revitalización y fortalecimiento de la Comunidad.
Es una Cumbre histórica, enfatizó Rodríguez Parrilla, «de continuidad del proceso de revitalización, al que México dio un impulso considerable, que Argentina continuó, y que ahora se deposita en manos del Caribe, en particular bajo el liderazgo de San Vicente y las Granadinas y el muy querido primer ministro Ralph Gonsalves, para dar continuidad a ese empeño».
«Ha sido una Cumbre de avenencia, de unidad en la diversidad, propositiva en materia de atención a problemas fundamentales como son el cambio climático, la situación del mundo pos-COVID, las iniciativas en torno a las epidemias y su prevención, así como temas relacionados con el desarrollo, el ejercicio de los derechos humanos y la democracia», valoró el Canciller.
Interrogado por el equipo de prensa sobre la trascendencia de los debates, Rodríguez Parrilla los calificó de excelentes, en los cuales «brilló» el discurso del Presidente Miguel Díaz-Canel, que fue «muy bien acogido», y donde una docena de países se pronunció enfáticamente contra el bloqueo a Cuba.
Al referirse a los principales documentos aprobados durante el encuentro, comentó que fueron, fundamentalmente, la Declaración de Buenos Aires y una decena de declaraciones especiales.
Detalló que en la Declaración principal hay dos párrafos referidos a Cuba: uno contundente, con relación a la necesidad de poner fin al bloqueo, y el otro asociado a la presencia de la Mayor de las Antillas en la lista espuria de países patrocinadores del terrorismo. Además, dijo, fueron presentados por iniciativa cubana otros comunicados referidos al propio bloqueo, al flagelo del terrorismo y al desarme.
«El balance es muy positivo, promisorio», reiteró el Canciller, quien también comentó sobre la significación de que San Vicente y Las Granadinas fuera elegido para la Presidencia pro témpore de la Comunidad. Por primera vez, enfatizó, un país caribeño anglófono ocupa esta responsabilidad, y recordó que anteriormente Cuba, en representación del Caribe, había asumido la Presidencia.
Estoy seguro, valoró, de que con el apoyo de todo el Caribe, San Vicente y Las Granadinas «hará una Presidencia memorable».
EL CAMINO DE LA CELAC SE AFIANZA
¿Podría usted afirmar que con esta Cumbre se afianza el camino hacia la revitalización de la Celac, que se inició en México hace dos años?, preguntó nuestro equipo de prensa al Canciller cubano, quien categóricamente manifestó su convencimiento de que hay una continuidad en todo el trabajo realizado durante los últimos años, lo cual concede fortalezas a la Comunidad.
La Celac, dijo, ha sido «creación extraordinaria, autóctona y soberana, por primera vez después de 200 años de independencia de lo que Martí llamó Nuestra América».
Sin dejar de reconocer los diversos desafíos a que ha debido hacer frente la Comunidad en el último periodo, en el cual han estado presentes «las vicisitudes de las oscilaciones pendulares y el sabotaje de gobiernos de derecha interesados en debilitarla», Rodríguez Parrilla destacó que «afortunadamente, las mejores causas se han sobrepuesto, y actualmente existe una correlación política favorable en la región, similar a aquella que dio origen a la creación de la Celac».
Yo siento, aseveró, que hay una perspectiva muy promisoria.
De acuerdo con las valoraciones del Canciller cubano, una muestra de ese fortalecimiento y revitalización de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños lo fue también «la oportunidad de escuchar en el contexto de la Cumbre a líderes de otros países que no pertenecen a nuestra región», y fueron convocados a la cita.
Una intervención memorable, aseguró, fue la del Presidente chino Xi Jinping. En tal sentido, Rodríguez Parrilla recordó que fue justamente en Brasil donde tuvo lugar la fundación del foro Celac-China. El énfasis en retomar este espacio, señaló, ofrece a la región la posibilidad de «participar de una manera más activa en las iniciativas chinas para la seguridad global, para el desarrollo, para la creación de una comunidad de destino compartido».
Hizo referencia, además, a otras intervenciones que sucedieron en el transcurso de la cita, como es el caso del Presidente del Consejo Europeo; el representante del presidente estadounidense Joe Biden, con un discurso respetuoso con la región, ofreciendo cooperación desde una posición de respeto a la independencia y a la soberanía; así como las agrupaciones africanas. Todo ello, significó, concedió a la Cumbre «una dimensión aún más amplia».
Latinoamérica y el Caribe ha vivido siglos de dura conformación de su identidad regional, batallando entre las apetencias de las potencias coloniales e imperiales y sus legítimas aspiraciones de independencia y unidad.
Hubo de sufrir primero la dominación y el saqueo de naciones europeas: España, Portugal, Gran Bretaña, Francia, Holanda, y después la presencia dominante y neocolonial de Estados Unidos.
Bolívar y los grandes próceres independentistas del siglo XIX vislumbraron en la unidad de estas tierras la única alternativa ante el poderío colonial europeo y el naciente peligro de la potencia del Norte.
«La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino. Unámonos y seremos invencibles», sentenció el Libertador en el congreso Anfictiónico de Panamá en 1823.
José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, escribiría años después en su memorable ensayo Nuestra América, cuando ya era evidente el propósito avasallador de los Estados Unidos para esta región: «¡Los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes».
Pero no sería hasta casi dos siglos después de los propósitos bolivarianos de unidad, que la América Latina y el Caribe se sentarían verdaderamente a la mesa decididos a construir el difícil pero inexorable camino de la unidad. Antes, más de medio siglo antes, estuvo el convite interesado del Imperio a la concertación «panamericana», en la que impondría sus designios de hegemón y erigirían a la OEA como su espacio de dominación política en esta parte del mundo.
La I Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC), celebrada en Salvador de Bahía, Brasil, en diciembre del 2008, sería el punto de arrancada para crear el primer mecanismo que integrara a las 33 naciones de Nuestra América, sin presencia extrarregional ni intereses imperialistas de por medio.
La Cumbre de la Unidad, en la Riviera Maya mexicana en 2010, marcaría los propósitos del nuevo organismo que habría de nacer, hecho concretado en la Cumbre Fundacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en diciembre de 2011 en la Caracas bolivariana.
En aquella cita, el líder venezolano Hugo Chávez señalaría: «Comunidad de Estados. No es una reunión de Gobiernos nada más… ¡Estados! Pero nosotros tenemos que hacer un esfuerzo mayor para incrementar la conciencia. La conciencia, para darnos cuenta de que este camino es el único camino, con sus variantes, con sus diversidades… la unidad entre nuestros pueblos, entre nuestros Estados, nuestras repúblicas, nuestros Gobiernos. Aceptando, insisto, y respetando, respetando nuestras diferencias. Sin permitir que la intriga cunda entre nosotros. Sin permitir que la cizaña venenosa vaya a impedir, una vez más, el esfuerzo unitario.
«Yo estoy seguro de que no nos van a descarrilar, que no va a triunfar de nuevo la cizaña, la intriga que le permitió al monroísmo imponerse y sepultar bien hondo el proyecto de Bolívar, y de San Martín, y de Morelos, y de O’Higgins, y de Artigas, y de Juana Azurduy, y de Manuela Sáenz, la Generala Libertadora. El proyecto de ellos es el nuestro hoy, y nosotros estamos obligados a realizarlo ahora, no mañana, ¡ahora y aquí…!».
A su vez, el líder cubano Raúl Castro Ruz expresaría en su memorable discurso en la cumbre: “La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es nuestra obra más preciada. Simbólicamente, consolida el concepto de una región unida y soberana, comprometida con un destino común. En términos estratégicos, nos brinda el instrumento político requerido para aunar voluntades, respetar la diversidad, resolver diferencias, cooperar por el bien de nuestros pueblos y solidarizarnos los unos con los otros. Su éxito dependerá del carácter y la sabiduría de sus miembros, que somos las 33 naciones independientes situadas entre el Río Bravo y la Patagonia”.
Eran tiempos promisorios en la región, había un liderazgo progresista comprometido con la unidad y consciente de su importancia para enfrentar los desafíos globales y los propósitos nunca fenecidos de dominación de las grandes potencias: Chávez, Raúl, Dilma, Evo, Correa, Daniel, Cristina, Mujica y Tabaré, y los líderes caribeños, marcaron la dinámica de la organización en todos estos años.
América Latina y el Caribe, unida en su diversidad, comenzó a tener una voz respetada en los foros internacionales, se comenzó a hablar de la creación de un Banco del Sur y de proyectos regionales, la Celac se erigió como el ente para dirimir conflictos políticos de Nuestra América, se abrieron caminos de cooperación con China, la Unión Europea y otros actores extrarregionales. Seis cumbres presidenciales se han desarrollado desde la cita fundacional en Venezuela.
Pero Estados Unidos nunca ha visto con buenos ojos la integración de sus vecinos. Serían una formidable fuerza integrada que obstaculizaría sus propósitos de dominación política y de apropiación de los apetecibles recursos naturales que tiene Latinoamérica en su conjunto.
Desde 2009, con el golpe de Estado contra José Manuel Zelaya, en Honduras, hasta hoy, el Imperio y sus aliados de la derecha regional han desplegado toda suerte de herramientas políticas, mediáticas, judiciales y económicas para intentar descarrilar Gobiernos y sepultar a los líderes progresistas de la región. Paraguay, Brasil, Ecuador, Argentina, han vivido esos episodios.
De manera particular, el Imperio se inventó el Grupo de Lima, con el liderazgo interesado de los Gobiernos de Duque en Colombia, Macri en Argentina y Piñera en Chile, para aislar al Gobierno bolivariano de Venezuela del resto de la región, buscar la caída de Nicolás Maduro y ralentizar la integración latinoamericana.
No es casual que del 2017 al 2020, en tiempos de restauración de la derecha neoliberal en varios países importantes de la región, la Celac sufriera una inmovilización operativa y de propósitos, lo que, unido a los efectos de la pandemia de COVID-19, llevó hasta la ausencia de cumbres presidenciales durante todo ese periodo. El Gobierno de Bolsonaro, en Brasil, abrió una brecha importante al retirarse de la comunidad en 2020.
El liderazgo de México, primero, y después de Argentina, junto a un nuevo recambio político en la región, han propiciado la revitalización de la Celac en los dos últimos años y la reanudación de las citas cumbres. El próximo martes 24 de enero, Buenos Aires será la sede de la VII Cumbre de la Celac, con la presencia notoria de nuevos líderes en la región como el colombiano Gustavo Petro y el retorno de una figura legendaria como Luiz Inacio Lula da Silva.
El anuncio de que Brasil y Argentina planean crear una nueva moneda para sus intercambios bilaterales y el regreso de Venezuela al concierto regional son algunos de los hechos que marcan el encuentro en Argentina.
El país anfitrión, en reafirmación de la relevancia, independencia y peso global de la región, ha invitado a China, la Unión Europea y Estados Unidos a la reunión. A quien sí no se le cursó invitación fue al impresentable Luis Almagro, secretario general de la OEA, títere de los propósitos de dominación estadounidenses en la región.
Durante la pasada Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, el presidente argentino, Alberto Fernández, había afirmado: “Señalo la urgente necesidad de reconstruir la OEA, si quiere ser respetada debe ser reestructurada removiendo de inmediato a quienes la conducen”.
Washington asistirá enviando a Christopher Dodd, enviado especial del presidente Biden para América Latina y uno de los políticos estadounidenses que más se ha esforzado por conocer la región. Pero, más allá de la capacidad de diálogo de Dodd, al Imperio siempre se le salen los propósitos profundos hacia su traspatio. Una declaración reciente de la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, reafirma las claves de la mirada estadounidense hacia Latinoamérica y el Caribe.
La jefa militar explicó esta semana en conversación con el think tank Atlantic Council por qué a Washington realmente le importa Latinoamérica. “¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienes el triángulo de litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile”, indicó Richardson.
Según la oficial, otra razón importante es la concentración de “las reservas de petróleo más grandes”, incluidas las de “crudo ligero y dulce descubierto frente a Guyana hace más de un año”.
“Tienes los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro”, continuó la general, destacando además la importancia del Amazonas, “los pulmones del mundo”. Por otro lado, “tenemos el 31% del agua dulce del mundo en esta región”, agregó, concluyendo que a EE.UU. le queda “mucho por hacer” y que “esta región importa”.
“Tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego”, puntualizó la alta oficial estadounidense, recordando un poco los propósitos de «América para los americanos» que se planteó la doctrina Monroe, de cuya formulación política se cumplen dos siglos este año.
¿Bolívar o Monroe? Esa sigue siendo la disyuntiva para los pueblos de Nuestra América. Frente a los planteos hegemónicos del vecino del norte y los desafíos económicos, ambientales y geopolíticos mundiales, solo andar en «marcha unida» y «cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes», a decir de Martí, es el destino irremediable de los pueblos del sur del Río Bravo a la Patagonia.
La Celac es un mecanismo que apuesta por un mayor grado de concertación política frente a los desafíos que impone el escenario actual de profunda crisis económica. Fomenta la paz, la estabilidad y el derecho de todo Estado a construir su propio sistema político, libre de amenazas, agresiones y medidas coercitivas unilaterales, desde una perspectiva coordinada en el concierto de las Naciones Unidas.
Se han realizado seis cumbres de jefes de Estado y de Gobierno: I Cumbre, Chile, enero de 2013; II Cumbre, La Habana, enero de 2014; III Cumbre, Costa Rica, enero de 2015; IV Cumbre, Ecuador, enero de 2016; V Cumbre, República Dominicana, enero de 2017, y VI Cumbre, México, septiembre de 2021.