Razones para venir a #Cuba un #1ro.deMayo

#DíadeLosTrabajadores #Solidaridad #Fiesta #Revolución

Será una fiesta linda, armoniosa y de fraternidad junto a los cubanos, dicen amigos del mundo, que llegaron a la Isla, para disfrutarla

Centenares de activistas, solidarios y simpatizantes de la Revolución en el mundo tienen disímiles razones para acompañar a los cubanos en las celebraciones por el Día Internacional del Trabajo.

Blanca Alcántara Rodríguez, residente en la provincia peruana de Trujillo, es jubilada. Cumple un deseo de su esposo, ya fallecido, con su presencia en la Mayor de las Antillas. «El 1ro. de Mayo será una fiesta linda, armoniosa y de fraternidad junto a los cubanos».

Su compañera, Priscila Aguiar, trabaja como médico en la Favela Complexo do Alemán, en Río de Janeiro. Ella desea encontrarse con muchas personas entusiastas, apoyando a la Revolución, a sus dirigentes y al Partido Comunista, porque también milita en esa fuerza política en Brasil.

Un ecuatoriano residente en la ciudad estadounidense de Nueva Jersey ha querido mostrar su pasión y su solidaridad con Cuba. César Omar Sánchez quiere decirle a este pueblo «que estamos contra el genocida, retrógrado e injusto bloqueo que Estados Unidos le impone a la Isla».  Dijo que, en ese país, «muchas personas presionan para ponerle fin a esa absurda política, y acopian todo lo que puedan para enviarlo hasta acá. Es una manera de desafiar el bloqueo».

Como César Omar, Shaguille Fontnot, copresidente de la red nacional de solidaridad con Cuba en ee. uu., ha venido a entregar sus sentimientos y apoyo a los cubanos, «quienes sufren ese criminal castigo de la principal potencia económica del mundo».

Pius Yao Owugu, de Ghana, es ingeniero químico, graduado en Cuba. «Solo de mi país somos miles los egresados de las universidades cubanas. Nos hicimos profesionales aquí, para ayudar al desarrollo de nuestra patria y, como yo, otros del continente africano han tenido el mismo privilegio de contar con la solidaridad de ese bello país».

También los griegos Alejandra Valai, Georgia Kalampoka, Kostas Xydas, Dimitris Petimezas, Charis Kouzoumis, comentaron que el 1ro. de Mayo es un día especial para el mundo, y en Cuba se celebra de manera diferente. Mientras aquí no hay demandas porque hay derechos ganados, en mi país tenemos que exigirlos; por ejemplo, el derecho laboral y otros reclamos sociales».

Sobre este particular, Hyejeong Hwang, de Sudcorea, aseguró que en Cuba la fecha es motivo de celebración, pero en gran parte del mundo son jornadas de protestas, incluso para exigir garantías sociales.

Todos integran la xvii Brigada Internacional de Trabajo Voluntario y Solidaridad 1ro. de Mayo, que reúne, hasta el próximo día 3, a unas 300 personas de 24 países, que asistirán al Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba y el Antimperialismo, el próximo 2 de mayo, en el Palacio de Convenciones.

Presidente cubano convocó al pueblo a trabajar unidos

#Cuba

#SantiagodeCuba.El primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, #MiguelDíaz-Canel, convocó hoy al pueblo a trabajar unidos para salir de la situación que atraviesa el país.

El mandatario afirmó: “nosotros tenemos que salir de esta situación, trabajando juntos”, lo anterior trascendió durante un intercambio con pobladores del municipio de Songo-La Maya en esta provincia, a donde arribó proveniente de Guantánamo, dando continuidad a las visitas que realiza la dirección de la Revolución a las localidades.

En Songo-La Maya, ubicado a 30 km al noreste de esta ciudad, el mandatario visito el Polo Productivo San Benito‐La Minerva, una de las áreas agrícolas nuevas en la que trabajan los santiagueros como respuesta a la estrategia encaminada a garantizar la soberanía alimentaria.

Como parte del recorrido Díaz-Canel llegó a la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco Torcido, entidad líder provincial en la producción de este renglón que se dedica al consumo nacional, allí intercambió con los trabajadores e indagó sobre los niveles productivos, las condiciones laborales y el estado financiero de la empresa.

También visitó el taller de Confecciones Costa Fábrica 23 de Agosto, donde pudo apreciar el compromiso de las mujeres songomayenses con la Revolución, allí las féminas afirmaron que son Marianas y Vencedoras de Imposibles.

Junto al Presidente de la República estuvieron presentes el secretario de Organización del Comité Central del Partido Dr. Roberto Morales Ojeda, la primera secretaria de la organización en la provincia, Beatriz Johnson, y el gobernador en funciones, Manuel Falcón.

Declaración de #ArnaldoRodríguez #Talismán en su muro en Facebook. 18.03.2024.

#CubaesCultura #LaCulturaEsLaPatria #NosNosEntendemos #Cultura #Música

‼️ Como músico, como artista, como parte del inmenso y rico gremio de la cultura y la intelectualidad de mi país: ME NIEGO ROTUNDAMENTE a respaldar cualquier iniciativa que provoque el desorden, el caos y la destrucción de la patria. 🇨🇺
CONMIGO NI SE TIREN ! Es por gusto. 😜
📌 Hablenme de amor ♥️ y no de violencia. De soluciones y no de problemas.
Para los anexionistas, apátridas, gente sincera, o confundidos: No vengan a hablarme de «Cuba me duele», «Nuestro pueblo despierta» y toda esa pila de sandeces hipócritas que ustedes esgrimen. Todo eso es mentira. Ustedes no sienten ná.
Es vergonzoso ver a cubanos desde la noche, echándole «leña al fuego», y «calentando» desde lejos, cuando en Cuba nunca hicieron nada.
No digo más. Con las dificultades de mi pueblo no se juega. Con los cimientos de la Patria: NO NOS ENTENDEMOS.
Con apagón o sin él, con pan o sin pan, con o sin combustible.
¡Viva Cuba Libre! ¡Hasta la victoria siempre!

#FidelCastro: “#Cuba, en su #Revolución, es invencible”

#Historia

El 11 de marzo de 1959, Fidel Castro se dirige al pueblo de Santiago de Cuba en un discurso único, sincero y desde el corazón, donde comparte sus emociones y revela lo que significaba para él ocupar el cargo de Primer Ministro.

En sus palabras, enfatiza que su objetivo no era buscar reconocimientos ni beneficios personales, sino cumplir con su responsabilidad de servir al pueblo: “Mi deber era servir al pueblo. Me tocó a mí como le pudo tocar a otro, y yo lo que hago es cumplir con mi deber, cumplir con un sentimiento.  No quiero premio ni en esta vida ni después de muerto”.

Iniciando su discurso, enfatizó que el pueblo es la fuerza de la Revolución, reuniéndose para demostrar a los enemigos el sólido respaldo que posee. Además, denunció enérgicamente actos contrarrevolucionarios, argumentando que no se puede tolerar la agresión al pueblo y que los responsables de tales crímenes no deben quedar impunes.

Expresa su amor incondicional por las provincias de Oriente y su convicción en la invencibilidad de la Revolución cuando todos trabajan.

En ocasión de cumplirse 65 años de sus palabras Cubadebate y el sitio Fidel Soldado de las Ideas comparten fragmentos de aquella emotiva alocución.

¿Por qué, sin embargo, fue necesario reunir al pueblo?

Yo les explicaba que hoy cuando me preguntaban por qué no me reunía con el pueblo, les explicaba que estaba trabajando; que yo no tenía por qué estar dando un acto en todas partes; que yo no tenía por qué estar agitando dondequiera que llegase; que yo reuniría a los santiagueros y al pueblo de Oriente cada vez que fuese necesario, pero que si yo venía a Oriente para visitar la Sierra Maestra, para inspeccionar una cooperativa, para atender cualquier problema, no tenía que estarme exhibiendo, porque mi trabajo no es estarme exhibiendo, mi trabajo no es estar agitando.

Sin embargo, esta vez fue necesario reunir a los orientales.  ¿Para hablarles solamente?  ¡No!  Yo le puedo hablar al pueblo a través de la radio, a través de la televisión…  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No se oye!”).  Les decía que yo podía hablarle al pueblo de distintos modos:  por la radio, por la televisión, por la prensa.

¿Por qué, sin embargo, fue necesario reunir al pueblo?  Fue necesario reunirlo porque el pueblo es la fuerza de la Revolución; fue necesario reunirlo para demostrar la fuerza de la Revolución.

Los sacrificios que ustedes han hecho acudiendo aquí desde todos los rincones de Oriente, no son sacrificios inútiles.  Han venido aquí a respaldar con su presencia al Gobierno Revolucionario; han venido aquí a demostrar con el número de compatriotas que se ha reunido, la fuerza de la Revolución; han venido aquí para demostrar que la Revolución tiene respaldo, que la Revolución es fuerte, que la Revolución está alerta, que la Revolución es invencible.

Reunir aquí al pueblo es un paso de avance revolucionario.  No hemos reunido al pueblo por gusto, lo hemos reunido cuando la Revolución comenzó a encontrar los primeros enemigos, cuando la Revolución comenzó a encontrar la primera oposición.  No es que la Revolución haya carecido de enemigos desde el primer momento, hay ciudadanos que son enemigos natos de la Revolución, que son enemigos de todas las revoluciones, pero no surgieron desde el primer día.  Los enemigos de la Revolución estaban silenciosos, no se atrevían a hablar en los primeros días.  Pero todos sabíamos que cuando las aguas fuesen poco a poco volviendo a su nivel, los enemigos de la Revolución comenzarían a asomar sus orejas.

Y ha sido aquí, precisamente, en la provincia de Oriente, la provincia que llevó todo el peso, o mejor dicho, el peso principal de la lucha contra la tiranía, la provincia heroica, la provincia revolucionaria donde, junto a ese espíritu heroico y patriótico de la inmensa mayoría del pueblo oriental, comenzaron a surgir las primeras manifestaciones contrarrevolucionarias.

Un incidente sirvió como pretexto:  el incidente de los pilotos.  ¿Qué se quería?  ¿Qué se pretendía?  ¿Que los pilotos fuesen absueltos?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”) ¿Qué se pretendía, que el pueblo de Oriente, que sabe lo que son bombardeos y ametrallamientos; que el pueblo de Oriente, que sabe lo que son los ataques aéreos porque los sufrió durante dos años y los sufrió en toda la provincia, porque no hubo lugar de Oriente donde no hiciesen acto de presencia los aviones de ametrallamiento y bombardeo piloteados por criminales de guerra…?

¿Quién no sabe aquí lo que es un B-26 cargado de bombas?  ¿Quién no sabe aquí lo que son los aviones de caza ametrallando con ocho ametralladoras calibre 50?  ¿Quién no sabe aquí lo que son los cohetes?  ¿Quién no sabe aquí lo que son las bombas de napalm?  ¿Quién no sabe aquí el terror que sembraron durante dos años?  ¿Y qué se pretendía?  Inferir al pueblo de Oriente la humillación de que los criminales de guerra, los más cobardes criminales de guerra, que fueron los pilotos, porque volaban bajito, porque sabían que no teníamos antiaéreas, porque sabían que el pueblo estaba indefenso…  ¿Qué se pretendía, que los pusiésemos en libertad?  (EXCLAMACIONES.)  ¿Qué se pretendía?  ¿Inferir al pueblo de Oriente esa humillación?

El incidente de los pilotos sirvió para demostrar lo que es la irresponsabilidad, lo que es la falta de patriotismo, lo que es la conducta de aquellos elementos de la sociedad que viven desvinculados por completo del dolor y de los sentimientos del pueblo.

¿Qué ocurrió a raíz de la sentencia que absolvía a los pilotos criminales?  ¿Qué ocurrió?  Pues recibo la noticia por los periódicos:  “Absueltos los pilotos.”

¿Qué hice?  ¿Cómo reaccioné?  Es cierto que se trataba del Primer Ministro, es cierto que tengo una responsabilidad oficial.  Pero también es cierto que antes que Primer Ministro y primero que Primer Ministro y siempre antes que Primer Ministro, seré revolucionario (APLAUSOS).

Yo no hice revolución para ser ministro; yo no hice revolución para ostentar cargos.  Yo hice la revolución, yo inicié esta lucha revolucionaria, convoqué al pueblo a la lucha, logré el respaldo del pueblo y junto con el pueblo se hizo esta Revolución, primero, para derrocar la tiranía y, después, para hacer justicia (APLAUSOS).  Los cargos no me importan.

Antes que nada, yo sabía que algunos me iban a criticar, yo sabía que algunos iban a sacar a relucir que yo no debía hacer declaraciones sobre una cuestión como esa, puesto que por ser Primer Ministro podía interpretarse como una interferencia en las actividades de los Tribunales Revolucionarios.  Yo lo sabía y eso no me importó.  Lo que no me hubiera perdonado nunca, lo que hubiera constituido un abandono de mis deberes como revolucionario, lo que hubiera constituido una falta a mis obligaciones para con la nación, hubiera sido permitir que esos pilotos hubiesen sido puestos en libertad.  Que después que los libertásemos, se marchasen de nuevo a Santo Domingo, se uniesen allí con el resto de los pilotos criminales que lograron escapar y algún día volviesen a Cuba a bombardear los bohíos de los campesinos, a bombardear las casas de las familias cubanas, a bombardear nuestras ciudades; a asesinar mujeres, niños y ancianos, sencillamente, porque en Cuba se habría declarado que asesinar, que bombardear, que ametrallar ciudades indefensas, que ametrallar y bombardear bohíos indefensos, no era delito y que, por lo tanto, podían volver aquí cuantas veces les viniese en gana.

Como se trataba de una cuestión que afectaba la seguridad del pueblo, sin vacilaciones —¡sin vacilaciones de ninguna índole!— hice unas declaraciones diciendo que el fallo era un fallo erróneo, y que el Ministerio Fiscal debía apelar la sanción.  Si cuando el criminal de guerra es sancionado, tiene derecho a apelar o a pedir una revisión del juicio, ¿por qué el pueblo —el pueblo que son ustedes, el pueblo que sufrió los bombardeos, el pueblo que sufrió la tiranía— no va a tener derecho también a pedir que una sentencia errónea se rectifique, a pedir que un juicio erróneo se rectifique?  ¿Por qué el pueblo no va a tener los mismos derechos que tiene el criminal de guerra?  Si el criminal de guerra tiene derecho a recurrir, ¡el pueblo también tiene derecho a recurrir!  (APLAUSOS.)

Peor estaba el pueblo bajo la tiranía, porque cuando los aviones venían, cuando los bombarderos venían y ponían en peligro a las mujeres y a los hijos de los campesinos, no tenían a quién recurrir, no tenían a quién llamar, no tenían a quién apelar.  Tenían que resignarse a soportar el bombardeo, y no un día, sino todos los días; no un mes, sino dos años.  ¡Dos años soportando bombardeos, sin tener a quién acudir, sin tener a quién recurrir!

Así que cuando llegó la hora —porque a cada santo se le llega su día, como dice el refrán—, cuando les llegó la hora y cuando se hace una sentencia errónea, ¿por qué el pueblo no iba a tener derecho a recurrir?  ¿Qué querían, que los pilotos se fueran?  ¿Qué querían, que nos volvieran a bombardear?  Porque si estos eran inocentes, los que se escaparon también eran inocentes.  Y si no es crimen bombardear, entonces cualquier día Trujillo puede armar a esos pilotos, venir, tirar, y entonces no es delito.  Eso era lo que querían:  tener al pueblo indefenso, exponer al pueblo a nuevos peligros.

Y lo bonito es que, si vuelven aquí los criminales de guerra a bombardear, “no son esos abogados los que van a salir a defender al pueblo, no son esos abogados los que van a salir a pelear, no; es el pueblo.  Porque si hay libertad en Cuba, si ellos pueden hablar hoy en los tribunales, si pueden sacar declaraciones insultantes en los periódicos, declaraciones mentirosas —porque pedían garantías para el ejercicio de su profesión y, ¿quién los molestó?  ¿Quién los entorpecía?  Hablaron allí hasta por los codos, dijeron todo lo que quisieron, fueron a los periódicos, publicaron cuadros; nadie se metió con ellos.  Dijeron que eso era injusto, dijeron que eso era violar las leyes, dijeron cuanto se les ocurrió en favor de los criminales de guerra, y nadie los molestó—, si ellos tienen hoy esa libertad, no es porque estaban peleando para conquistarla; si ellos tienen esa libertad, a quien se la tienen que agradecer es al pueblo, a quien se la tienen que agradecer es a esos mismos campesinos que soportaron los bombardeos.  Es al mismo pueblo que, en el campo y en las ciudades, luchó junto al Ejército Rebelde, colaboró con todos los medios a su alcance, hizo todos los sacrificios necesarios y obtuvo la victoria.

Pues, claro, ¿qué otra cosa iba a hacer el señor D’Acosta que lo que hizo en el juicio de Santiago de Cuba?  ¿Qué otra cosa iba a hacer, si cuando el pueblo estaba sufriendo los bombardeos, él era abogado del ejército de la tiranía?  (EXCLAMACIONES.)  Si cuando el pueblo estaba sufriendo los bombardeos y el pueblo estaba peleando, él estaba en Columbia, con un uniforme amarillo, cobrando un sueldo y viviendo allí encantado de la vida.

Fidel Castro en la concentración celebrada en Santiago de Cuba, el 11 de marzo de 1959. Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas

Viene la Revolución, triunfa la Revolución.  El Ejército Rebelde es generoso:  busca solo a los criminales de guerra, somete a juicio solamente a los criminales de guerra, e incluso —por lo generoso que fue, porque no quería ensañarse contra el vencido, porque no albergaba  odio—, permitió que algunos de esos señores siguieran en su profesión, siguieran de auditores, siguieran, incluso, en los institutos armados.­  Digo algunos, porque a la inmensa mayoría hubo que sacarla; la inmensa mayoría se rindió.  Era un ejército derrotado; pero nosotros no quisimos ensañarnos con ese ejército, y muchos oficiales permanecieron en sus cargos.  A aquellos que no habían robado, que no habían asesinado a nadie, pues se lo quisimos tener en cuenta.  Porque yo recuerdo bien que cuando nosotros estábamos en la Sierra Maestra, lo mismo que odiábamos a un Sosa Blanco, a un Sánchez Mosquera, a un Morejón, cuando un oficial iba con su tropa y no quemaba casas, y no golpeaba campesinos, y no asesinaba campesinos, nosotros reconocíamos que era un oficial que, aunque defendiendo una causa mala, por lo menos se portaba caballerosamente con el pueblo (APLAUSOS).

Pero este señor ni peleó en el frente.  No tuvo oportunidad de probar lo que era.  Posiblemente si hubiera estado al frente de la tropa, hubiera sido tan asesino como Sánchez Mosquera o hubiera sido tan asesino como Sosa Blanco; si no, basta con ver el entusiasmo, el fervor y el interés con que ha defendido a los criminales de guerra.  Si fuera un hombre con sentimientos humanos, no hubiera demostrado tanto calor al defender a esos asesinos.

Aquí el problema no estaba en que defendiera o en que no defendiera, el problema no estaba en eso, porque nosotros mismos hemos sido los primeros en establecer que el criminal de guerra tiene derecho a un abogado.  Y cuando nadie quiere defenderlo, nosotros mismos le hemos puesto un abogado para que no quede indefenso.  Lo malo fue que los defensores de los criminales de guerra no hicieron alegatos jurídicos sino alegatos políticos.  Se valieron de la oportunidad para empezar a combatir a la Revolución, para empezar a calumniar a la Revolución.

Y en los momentos en que nuestra patria, nuestro pueblo está siendo calumniado y está siendo atacado por los enemigos de la Revolución Cubana, por los periodistas mercenarios de algunos periódicos extranjeros que se venden al dinero y al oro del tirano; cuando los representantes de los intereses creados, de los intereses monopolistas extranjeros, atacan a la Revolución —que quiere decir atacar al pueblo, lo que quiere decir atacar a la patria—, salen estos elementos contrarrevolucionarios, salen estos elementos reaccionarios a hacer causa común con los enemigos de Cuba, con los enemigos de la Revolución, a darle pretexto a la campaña de difamación internacional, a darles pretexto a los enemigos de Cuba para que nos ataquen, e inmediatamente que el Colegio de Abogados de aquí tomó un acuerdo, sus colegas de la capital se sumaron también y apoyaron este acuerdo, y sus colegas del Colegio Nacional se sumaron también y apoyaron este acuerdo.  ¿Qué impresión y qué sensación estaban dando fuera de Cuba?  Pues estaban dando la impresión de que aquí no había justicia.

Y cuando los muy ilustres y los muy distinguidos señores ejecutivos del Colegio de Abogados y del foro —como se les llama— hacían unas declaraciones de que aquello no era justo, de que se violaban las leyes, estaban queriendo dar a entender al extranjero que en Cuba no había justicia, que en Cuba estábamos viviendo igual que antes, que en Cuba no se respetaban los derechos.  Estaban dándoles argumentos a los enemigos de Cuba en el extranjero; estaban dándoles aliento para que siguieran en su campaña criminal.  Luego no era una cosa insignificante el peligro que significaba el problema de los aviadores en Santiago de Cuba.

Fueron tres peligros que nosotros estábamos en la obligación de conjurar:

El peligro de que los soltaran y vinieran después a bombardear otra vez.  Todo el mundo sabe que al lado de Cuba está Santo Domingo, más cerca de Oriente precisamente que de ninguna otra provincia.  Todo el mundo sabe que en Santo Domingo está Fulgencio Batista.  Todo el mundo sabe que en Santo Domingo hay muchos criminales de guerra.  Todo el mundo sabe que allí está Trujillo, que lleva cerca de 30 años oprimiendo aquel país.  Todo el mundo sabe que Trujillo es un enemigo de Cuba.  Todo el mundo sabe que Trujillo es el que les ha dado asilo, el que les ha dado albergue a los prófugos; no solamente se lo dio ahora, se lo dio también cuando el machadato.  Todo el mundo sabe que Trujillo es un asesino internacional.  Todo el mundo sabe que Trujillo es un dictador internacional.  Todo el mundo sabe que los agentes de Trujillo asesinan a sus enemigos, asesinan a los exilados políticos fuera del país, lo mismo en Cuba, que en México, que en Estados Unidos, que en cualquier parte.  Todo el mundo sabe que Trujillo tiene una especie de terror internacional implantado.  Todo el mundo sabe que Trujillo, por hacerle daño a Cuba, es capaz de cualquier cosa.

Y lo que se pretendía es que, además de los 27 aviadores que se escaparon, les mandáramos a Trujillo y a Batista completico el resto de los aviadores.  Unos aviadores que se pasaron dos años bombardeando; unos aviadores que practicaron durante dos años contra el pueblo; unos aviadores que aprendieron a tirar bombas y a ametrallar; unos aviadores entrenados, que conocen el terreno, que conocen cada pueblo, que conocen cada aldea, que conocen cada río, que conocen cada montaña.

Y, ¿qué es lo que querían, qué es lo que pretendían los que aquí enarbolaron la defensa política, los que aquí comenzaron a atacar a la Revolución porque no poníamos en libertad a los pilotos criminales?  ¿Qué es lo que pretendían?  ¿Qué les enviásemos a Batista y a Trujillo sus pilotos, sus técnicos para que volviesen a atacarnos?  Y cuando así se actúa, ¿se puede ser patriota?  Cuando así se actúa, ¿se puede ser honesto?  Cuando así se actúa, ¿se puede ser honrado?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  ¿Y cuál era mi deber, permitir que soltaran a esos pilotos?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  ¿Permitir que quedasen impunes sus crímenes?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”) ¿Permitir que Batista y Trujillo se armasen de nuevo a costa del pueblo?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  Cuando incluso hay en Santo Domingo cinco aviones, cinco aviones cubanos, cinco aviones de los que se fueron, cinco aviones que se llevaron los criminales de guerra en su fuga, cinco aviones que pertenecen a Cuba, cinco aviones que pertenecen al pueblo; cuando están allí, cuando no los han querido devolver todavía, ¿quieren que encima les mandemos los pilotos?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)

Y no han devuelto los aviones porque, según dice Trujillo, esos aviones volaban sobre el cielo dominicano y, por lo tanto, fueron confiscados; eran naves extranjeras volando sobre el cielo dominicano.  ¡No podía ser más descarado!  Porque, precisamente, fueron allí porque era el único lugar donde los iban a recibir al seguro, sin problemas.  Además, enseguida los recibió como lo que son:  sus aliados.  Y sin embargo, los aviones no los devuelve porque eran naves extranjeras.  El avión donde se fue Batista, el socio de Trujillo, el avión que le robaron a Cuba, dice que son naves extranjeras volando sobre el cielo dominicano y que, por lo tanto, se queda con él.

Su actitud no puede ser más provocativa; la actitud de nosotros no ha podido ser más serena, más ecuánime.  Incluso por primera vez, después de 70 días, es que hablo de este tema.  No ha podido ser más serena la actitud nuestra frente a la provocación del criminal Trujillo.  Hace ya mucho rato que Trujillo está interviniendo en los problemas de Cuba; hace ya mucho rato que Trujillo está perturbando los pueblos del Caribe.  No solamente fue la matanza de 10 000 haitianos.  Han sido sus crímenes cometidos en distintos países contra exilados dominicanos; han sido las intervenciones en Cuba, cuando el machadato y, con posterioridad, en reiteradas ocasiones.  Y ahora se queda con los aviones de Cuba y no le da la gana de devolverlos, tranquilamente.  ¿Qué es eso si no una provocación?  ¿Qué es eso si no una ofensa a nuestro pueblo?

Desde luego, les voy a decir una cosa, les voy a explicar una de las razones:  este caso de Trujillo demuestra que nosotros sabemos actuar con serenidad, porque todo el mundo sabe la mala voluntad que el pueblo de Cuba le tiene a Trujillo.  ¿Por qué ni me he molestado?  Pues sencillamente, por una razón, por una convicción moral.  Si en Santo Domingo hubiera un gobierno de tipo democrático o semidemocrático, pues valdría la pena entonces reclamar los aviones y que los devolvieran.  Desde luego, los aviones se han reclamado por vía diplomática, pero ustedes han visto que yo no había hablado siquiera de ese tema, y es que, sencillamente, a mí me repugna dirigirme a un dictador como Trujillo, a mí me repugna dirigirme a un sujeto como Trujillo, a mí me repugna establecer ninguna clase de negociación con un gángster como Trujillo.  Y esa es una de las razones por las cuales yo ni me he molestado.

Esos aviones, o los restos de esos aviones, algún día tendrá que devolvérnoslo Trujillo.  Yo no voy a decir que sea el pueblo de Santo Domingo quien tenga esos aviones.  Quien tiene esos aviones no es el pueblo de Santo Domingo, es Trujillo.  Y algún día tendrá que devolverlos, porque el propio pueblo de Santo Domingo, el propio pueblo de Santo Domingo nos devolverá los aviones que hay allí.  Nosotros no queremos que nos lo devuelva Trujillo.  Lo que deseamos es que nos lo devuelva el pueblo dominicano, cuando Trujillo haya tenido que coger otros aviones para huir también como huyen todos esos dictadorzuelos.

Todo el mundo sabe que cuando se tiene una responsabilidad oficial, tiene uno que ser cuidadoso.  Todo el mundo sabe que cuando se tiene una responsabilidad en el gobierno de un pueblo, tiene uno que contener los impulsos.  Quizás me sentiría yo mucho mejor combatiendo a Trujillo de otra forma que no fuese con palabras.  Quizás los rebeldes cubanos prefiramos la vida del combate y la vida del sacrificio mucho más que los cargos oficiales y las actividades que hoy estamos realizando.  Sin embargo, nuestro deber como gobernante nos obliga a ser cuidadosos, nos obliga a no dejarnos llevar por el impulso, y tenemos que resignarnos a tener que condenar desde una tribuna a un dictador al que estaríamos combatiendo gustosamente en las montañas de Santo Domingo (APLAUSOS).  Mas no es necesario que nosotros vayamos, en todos los pueblos hay luchadores, en todos los pueblos hay patriotas, y los dominicanos tienen sobrados patriotas y sobrados valientes para realizar allí la misma obra que nosotros realizamos en Cuba.

Algo les hemos dado ya.  Les hemos dado el ejemplo, les hemos demostrado lo que puede un pueblo, les hemos demostrado que lo único que tienen que hacer es comenzar, que lo único que tienen que hacer es decir lo que dijimos nosotros:  si salimos, llegamos; si llegamos, entramos; si entramos, triunfamos.

Así que a los dominicanos les hemos dado nuestro ejemplo, les hemos dado nuestra escuela, les hemos dado nuestra magnífica experiencia, y tengo la seguridad de que tarde o temprano los dominicanos iniciarán la lucha sin que nosotros tengamos que meternos, sencillamente, porque no hace falta.  Desde luego que desde que la Revolución triunfó en Cuba, Trujillo no ha hecho más que comprar aviones, Trujillo no ha hecho más que comprar armas, Trujillo no ha hecho más que organizar batallones y regimientos.  Es el miedo, el miedo que le produce el triunfo de la Revolución Cubana.

(DEL PUBLICO:  “¿Cuándo nos vamos para allá, Fidel?”)

Yo sé que si se dice aquí:  “Vamos para Santo Domingo”, no queda nadie (APLAUSOS).  Pero es que no hace falta, aunque, eso sí, debemos estar siempre alertas y debemos advertirle al dictador, debemos advertirle que, desde luego, tenga mucho cuidado en llegar bien lejos en sus provocaciones contra Cuba.  Ya se cogieron los aviones; está bien, ya se robaron los aviones; está bien.  No quieren devolver los aviones; está bien.  Han cometido un acto de gangsterismo internacional; está bien.  Está bien, nosotros no perdemos por eso la calma, nosotros no perdemos la ecuanimidad.

Hace unos días me llamó el Presidente de la República para mostrarme un escrito remitido desde Santo Domingo, donde el Ministro de Estado de Santo Domingo lanzaba una serie de ataques contra mí.  Y me decía el Presidente: “Hay que hacer una protesta enérgica, hay que elevar una protesta oficial, porque usted es un funcionario del Gobierno de Cuba, usted es el Primer Ministro y lo están atacando.”  Y yo realmente me sonreí, y le dije: “Mire, Presidente, no se preocupe por eso.  ¿Cómo yo me voy a preocupar de los ataques que me dirija ese señor?  Ni se moleste, Presidente; el Gobierno de Cuba no debe molestarse.  Yo de esos ataques me tengo que reír.  Lo terrible sería que me estuviera defendiendo, lo terrible sería que me estuviera elogiando.  Pero, ¿cómo yo me voy a molestar por eso?  ¿Como vamos a tomar en serio esos ataques —le dije—, si yo también cuando voy a una tribuna hago mis juicios sobre el dictador dominicano?”

Entonces el Presidente me decía que Trujillo no era el presidente oficial de Santo Domingo, que por lo tanto los ataques que yo hacía no eran ataques oficiales, me explicaba.  En realidad viene a ser lo mismo:  Trujillo es el amo de Santo Domingo, Trujillo es el amo omnímodo de Santo Domingo, y yo no ando creyendo en esas sutilezas.

Los ataques no los podía tomar en serio.  Así que se quedan con los aviones y encima nos insultan.  Está bien, eso no importa, porque Trujillo a nosotros nos tiene sin cuidado.  En cambio, Trujillo está muy asustado.

Por ejemplo, ¿qué sabemos nosotros?  Nosotros decimos:  ¿Qué es lo que pueden hacer todos los criminales de guerra juntos, ayudados por Trujillo, contra Cuba?  Nada.  ¿Qué es lo que pueden hacer?  Díganme (EXCLAMACIONES DE:  “¡Nada!”).  ¿Conspirar?  Nada.  ¿En dónde?  ¿Van a venir a conspirar con los rebeldes, van a venir a conspirar con los barbudos?  Si los guardias ya no están ahí, ¿con quién van a conspirar?  Bueno, ¿qué es lo que van a hacer?  ¿Desembarcar?  Desembarcar, ¿para qué?  Si cuando estaban aquí con todos los aviones, todos los tanques y todos los cañones salieron huyendo, ¿para qué van a desembarcar ahora?

(…) Cuando llegamos, ¿qué nos encontramos?  Nos encontramos, sí, con que había mucho miedo, nos encontramos con que había unos cuantos “chivatos” por una zona, nos encontramos con que de cada 100 ó 200 personas había alguno de esos que tenía alguna “botella”, o que era el que le cobraba la “bolita” al sargento, o que era el que le cobraba la tumba de monte al sargento, o el que servía de espía y de confidente al sargento.  Esos eran los “chivatos”.  Y mientras nosotros solo le pagábamos al campesino, respetábamos al campesino, ellos asesinaban, quemaban casas, se llevaban los cochinos, las gallinas, los gallos finos, y hasta el radio, cuando tenían un radio; le llevaban la ropa y se lo llevaban todo.

Y así, ahora, después que la Revolución ha triunfado, después que se acabaron los desalojos, después que se acabaron los mayorales, después que se acabaron los sargentos, después que se acabaron los jueces vendidos; ahora, cuando ya todos los campesinos que estaban en esa zona están sobre su tierra, esperando nada más los papeles, que es lo único que les falta; cuando ya todo el campesinado sabe que la reforma agraria es una realidad; cuando ya todo el campesinado sabe que se están dando los últimos toques a la Ley de Reforma Agraria; cuando ya todo el campesinado sabe que estamos reuniendo millones de pesos para comprar tractores, para comprar arados; cuando todo el campesinado sabe que va a ser redimido, que va a alcanzar los sueños de tantos años; cuando ya el campesinado sabe que tiene un gobierno suyo; cuando ya el campesinado sabe que tiene un gobierno para defenderlo (APLAUSOS); cuando ya el campesinado sabe que los hombres que lucharon junto a él durante dos años están allá en los cuarteles, están allá en el poder, están allá dictando leyes revolucionarias para la república (APLAUSOS); cuando todo eso es una realidad; cuando estamos sembrando ya las primeras semillas de la gran cosecha que en los meses y en los años venideros recibirá la nación cubana, ¿quién se alza, quién se mete en las montañas?  ¿Quién escapa?  ¿Quién escapa, señores, quién escapa por esos firmes, por esas montañas, por esos ríos, por esos arroyos, por esos trillos que conocemos como las palmas de nuestras manos?  ¿Quién les servirá de guía?  ¿Quién les llevará comida?  ¿Quién les prestará apoyo?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Nadie!”)  Y si cuando tenían ejércitos enteros, cuando tenían batallones enteros, cuando tenían las mejores armas, cuando tenían todas las armas, cuando tenían 30 000, 40 000, 50 000 hombres, y nosotros no éramos más que 300, no pudieron, ¿cómo van a poder ahora?

¿Quién cree, quién les puede hacer caso?  Mas esas no son las únicas razones.  ¿Quién de ellos tiene el espíritu de sacrificio de nuestros combatientes?  ¿Quién?  ¿Acaso esos soldados que cuando caminaban 100 varas por una loma estaban ya ahogados?  ¿Acaso esos soldados que apenas llevaban tres días en las montañas querían volver para su casa?

¡Hombre!, ¿a quiénes les van a venir a hacer el cuento?  ¿A ustedes los campesinos?  ¿A nosotros nos van a venir a hacer el cuento?

Miren, más vale que ni se tomen ellos esas molestias.  Por eso, cuando uno ve un cable internacional diciendo que si hay alzados, que si están haciendo…, señores, nos reímos, y decimos:  ¡Qué ingenuos son, qué equivocados están, qué ignorantes son de lo que es una revolución y de lo que es una lucha revolucionaria!  Como si no hicieran más que cambiar las cosas, y poner esos tipos ahí, y ya.  Como si cuando se metieran allí, hasta el último campesino no se movilizara enseguida para buscarlos y capturarlos, señores.  No hay ni que tirarles.  Nosotros sí que el día que haya uno o dos, no decimos que no hay nadie.  ¡Eso es ridículo, señores!  Al contrario:  ¡Ojalá los criminales de guerra vengan, ojalá se metan en las lomas!  Porque si escaparon de Columbia, de la Sierra Maestra o del Escambray o de Cristal, o donde se metan, no escapan más nunca, señores.

Así que el negocio de nosotros sería que vinieran los criminales de guerra.  Ese sería el negocio de nosotros.  Y si sabemos que eso es así, ¿quién se preocupa aquí?  Nadie.  Así que, por eso, mientras Trujillo está asustado, corriendo, comprando aviones, porque sabe que si se les meten allí unos cuantos dominicanos y se les alzan, lo derrocan, nosotros estamos tranquilos, absolutamente tranquilos.  ¿Qué es lo único que puede hacer Trujillo?  Provocaciones, venir un día con sus aviones a tratar de hacer daño, a tratar de provocar, a tratar de atacar.

Vean si no lo que está pasando en Haití:  un presidente títere ahí, un infeliz asustado, que mantiene allí la opresión sobre el pueblo de Haití.  ¿Qué hace?  Estar llamando a los americanos, diciendo que hay amenazas; estar llamando a los americanos, y diciendo que tienen que intervenir; estar llamando a los americanos para decirles que tiene que haber orden aquí en el Caribe y que hay provocación.

Así que mientras provocan a Cuba, mientras se quedan con nuestros aviones, mientras les dan albergue a los criminales de guerra, se confabulan Trujillo y el dictador de Haití para estar escandalizando.

Yo he leído los cintillos, y ni me he molestado en contestarles, señores, ni me he molestado en contestarle a ese infeliz (APLAUSOS), porque tanto él como Trujillo están asustados.  ¿Y qué hacen?  Hablarles a los americanos.  Para que intervengan ¿dónde?, para que intervengan ¿dónde?, porque aquí, en Cuba, aquí no interviene nadie (APLAUSOS).

Y es bueno advertirlo para que no se pongan con provocaciones; es bueno advertirlo para que no se pongan con provocaciones y después estén llamando a potencias extranjeras para que se inmiscuyan en los asuntos nuestros.  Porque si ellos son tan inciviles, porque si ellos son tan traidores, porque si ellos son tan indignos que llaman a potencias extranjeras para que les saquen las castañas del fuego, aquí nosotros somos lo suficientemente patriotas y lo suficientemente dignos para decir que aquí no interviene nadie (APLAUSOS).  Y que nosotros sabemos cómo se defiende el honor, la dignidad y la soberanía de nuestra patria.

Y lo advierto a tiempo, lo advierto a tiempo para que no se valgan de esos pequeños pretextos, no se valgan de esa intriga y no se valgan de esas provocaciones para decir que hay problemas en el Caribe.  Porque, además, el Caribe es nuestro, ¿saben?, y nadie tiene que intervenir aquí en Cuba, por lo menos en nuestra patria nadie tiene derecho a intervenir ni permitiremos que nadie intervenga (APLAUSOS).

Bueno es advertir esto, porque estos pueblos —el haitiano y el dominicano— están padeciendo ahora lo que padeció el pueblo cubano.  Son pueblos oprimidos, son pueblos sometidos al hambre, son pueblos sometidos a la miseria.  Y como esos dictadores tienen miedo al pueblo, porque vieron lo que pasó en Cuba, están tratando de buscar el apoyo de potencias extranjeras.  Eso es lo que les pasa.  ¿Para qué?  Para mantener la opresión y la esclavización de sus respectivos pueblos, para mantener allí las tiranías, para mantener allí el poder sanguinario y dictatorial.  Y con ese propósito están provocando a Cuba.

Pero Cuba está en calma, Cuba está ecuánime, Cuba se sonríe, porque Cuba está firme, Cuba está segura; Cuba, en su Revolución, es invencible.

Así, mientras ellos se asustan, nosotros estamos tranquilos.  Nosotros sabemos que tenemos una fuerza más poderosa que los tanques, más poderosa que los cañones y que los aviones, y es la fuerza moral, es el ejemplo.  El ejemplo que ha dado Cuba es más poderoso que todos los cañones y todos los aviones y todas las armas que tienen esos señores.  Y ese ejemplo será lo que guíe el espíritu rebelde y el espíritu revolucionario de los dominicanos y de los haitianos.  .

Consigna #PatriaoMuerte vigente en #Cuba por más de seis décadas

#RevoluciónCubana

Cuba mantiene hoy la voluntad de resistir las agresiones externas y los intentos de subvertir su proceso revolucionario alzando la consigna Patria o Muerte, pronunciada por primera vez hace 64 años por Fidel Castro.

La frase fue dicha en la despedida del duelo a las víctimas del sabotaje al vapor francés La Coubre en puerto habanero (4 de marzo de 1960), en la cual el líder histórico de la Revolución mostró pruebas de la implicación del Gobierno de Estados Unidos en el crimen y expresó la determinación de hacer frente a la creciente hostilidad de Washington.

El buque había arribado a la capital cubana con armamento y municiones adquiridos en Bélgica por la naciente Revolución para su defensa frente al incremento de las agresiones externas, y fue saboteado, con saldo de un centenar de muertos, y heridas y mutilaciones a otras 400 personas.

¡Patria o Muerte! acompañó desde entonces las batallas cubanas por sus derechos a la autodeterminación, soberanía e independencia, en consonancia con la consigna Libertad o Muerte, disyuntiva histórica que impulsó las guerras por la liberación del colonialismo español en el Siglo XIX.

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Los investigadores coinciden en que se trató de un sabotaje terrorista. Por eso, durante el sepelio el Comandante en Jefe proclamó la frase que marcaría la resistencia de la Revolución Cubana por décadas: ¡patria o muerte!

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— Partido Comunista de Cuba (@PartidoPCC) March 5, 2024


La certeza de que “Morir por la patria es vivir” está contenida desde 1868 en el Himno Nacional, popularizado tras la toma de Bayamo (oriente) cuando el pueblo cubano lo asumió como su llamado a la lucha en busca de la libertad de la patria.

Tal determinación está presente también en la obra Abdala (1869) del Héroe Nacional José Martí cuando refirió: Por la Patria morir antes que verla del bárbaro opresor cobarde esclava.

En la actualidad hay quienes tergiversan la historia y le dan un enfoque equivocado y oportunista a la frase como parte de la estrategia por descontextualizar los símbolos nacionales, opinan expertos.

De acuerdo con la historiadora cubana Paula Ortiz, la consigna no plantea que la gente quiera morir, ni hiperboliza la muerte, sino que expresa que por defender la Patria, si es necesario, se ofrece hasta la vida.

Lobos hambrientos sueñan con devorar a #Cuba

#EEUU

Los yanquis insisten en financiar y planificar acciones subversivas para derrocar a la #RevoluciónCubana, porque no aceptan tener un vecino que los enfrenta con valentía, unidad e inteligencia, para mantener con mucho sacrificio su proceso socialista, a pesar de los múltiples planes y actos terrorista generados por el gobierno y la CIA.

El odio enfermizo de los Estados Unidos comenzó antes de 1959, cuando no pudieron evitar la victoria del ejército rebelde encabezado por Fidel Castro, como habían proyectado.

Nada ha cambiado en su política anti-cubana.

El recrudecimiento de la guerra económica, comercial y financiera de Estados Unidos contra Cuba, pretende lograr el desencanto y el desaliento del pueblo, a partir de las penurias incrementadas y sostenidas durante más de medio siglo.

Su línea de trabajo consiste en perseguir todas las entradas de divisas a la Isla y para eso fortalecen sus campañas mediáticas con vistas a afectar el turismo, la colaboración médica internacional y la inversión extranjera directa.

Ahora insisten en presionar a la Unión Europea para que suspenda el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación Unión Europea-Cuba, porque este permite beneficios económicos y comerciales. Para eso, el pasado 27 de febrero 2024, a propuesta del eurodiputado Javier Nart, con el respaldo de los grupos de derecha y extrema derecha integrados por los partidos españoles PP, Vox y Cs, llevaron a discusión en el pleno del Parlamento Europeo, una moción de condena a Cuba por la supuesta violación de los derechos humanos.

Hipócritas que plegados a Washington cumplen sus órdenes, mientras callan sobre los muertos causados por la represión en Perú, los chilenos que perdieron sus ojos por disparos de la policía y cumplen prisión aun sin ser juzgados, al igual que las salvajes golpizas propinadas por los agentes franceses contra los llamados “chalecos amarillos” y el genocidio de Israel al pueblo palestino con el apoyo yanqui, sin que el Parlamento Europeo haya aprobado una sola resolución de condena.

Como lobos hambrientos, insisten en provocar disturbios callejeros en Cuba, como han hecho en otros países de Europa y el Medio Oriente, y en busca de ese objetivo trabajan por evitar que Cuba obtenga divisas frescas para la compra de petróleo, alimentos, medicinas y otras materias primas necesarias para su desarrollo.

Un estimado de inteligencia elaborado por la CIA el 12 de diciembre de 1963, permite analizar cuál es su estrategia permanente contra la Revolución cubana, al aseverar:

“[…] en gran medida los problemas que enfrenta el régimen de Castro son resultado de la política de aislamiento económico y político de los Estados Unidos, así como otras medidas de hostilidad y sabotaje. Pensamos que actualmente en Cuba se ha generalizado la apatía y el resentimiento. […] Existen aún muchas posibilidades para fortalecer el cerco económico y pudieran imponerse sanciones más severas por parte de los Estados Unidos contra países que comercian con Cuba, o le envían productos por vía marítima. Nos preocupan las actuales prácticas de comercio e intercambio marítimo de Canadá, Reino Unido, España y Japón”.

Un artículo de Katu Arkonada, analista político vasco, publicado en el portal El Ciudadano, denuncia la visita a España, el 24 de enero 2024, del agente CIA Omar López Montenegro, directivo de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), quien sostuvo sesiones de trabajo con la española Elena Larrinaga, también colaboradora de la CIA, al frente del llamado Observatorio Cubano con sede en Madrid, con el fin de organizar cursos para subvertir el orden interno en Cuba, en el cual participarán contrarrevolucionarios residentes en la Isla.

Casualmente, López Montenegro presentó en Madrid su libro “Lucha estratégica no violenta. 100 consejos prácticos”, y evidentemente recibió órdenes de orientar a Elena Larrinaga de preparar esos cursos, pues ella también preside la Red Femenina de Cuba y la secretaría de Relaciones Internacionales del llamado Consejo para la Transición Democrática de Cuba, todo con financiamiento de la NED y la USAID.

En su artículo, Katu Arkonada afirma que la FNCA desea iniciar la capacitación presencial de los contrarrevolucionarios cubanos y para ello seleccionaron a Estados Unidos, España, México, Panamá, Costa Rica y Perú, con el propósito de estimular la desestabilización e ingobernabilidad en Cuba, bajo los principios de la Guerra no convencional o Golpe blando, diseñados por el estadounidense Gene Sharp.

López Montenegro, viajó a México para reunirse con Mariana Gómez del Campo, exsenadora del ultraderechista Partido Acción Nacional, organizadora de provocaciones contra la embajada cubana en Ciudad México y vinculada al agente CIA Luis Almagro, secretario general de la OEA.

El plan yanqui es aprovechar la coyuntura actual en Cuba, provocada por su guerra económica, similar a la ocurrida entre 1989 y 1992, para estimular revueltas callejeras.

En su estimado de inteligencia de aquellos años la CIA señaló:

Como resultado de las limitaciones financieras, las importaciones, las cuales descendieron en cerca del 75 por ciento entre 1989 y 1992, caerán otro 20 o 25 por ciento este año. Con los alimentos y el petróleo constituyendo casi los dos tercios de los gastos de importación, sólo varios cientos de millones de dólares estarán disponibles para otras las otras compras en el exterior. Las importaciones cortadas de forma aguda de piezas de repuesto para la industria, maquinarias y equipos; el transporte de mercancías, los insumos agrícolas y otras mercancías decisivas, minarán más las perspectivas de una recuperación económica”.

“Hay una directa relación entre graves privaciones económicas y la inestabilidad política. Cuando las condiciones en la Isla se deterioren más, es más probable que los incidentes violentos se extiendan por la creciente frustración sobre los cortes en la electricidad, el transporte y los alimentos”.

El plan subversivo está en pleno desarrollo y Cuba está muy atenta para enfrentarlo y denunciar esa artimaña que solo busca el pretexto para intervenir con sus militares, como han hecho históricamente en la región.

No se equivoquen los yanquis, pues, a pesar de las dificultades en Cuba hay un pueblo dispuesto a desafiar los riesgos de cualquier tipo, incluso los de una agresión y como en Playa Girón morderán el polvo de la derrota.

Acertado José Martí cuando alertó:

“Sin plan de resistencia no se puede vencer un plan de ataque”.    

La Columna es un espacio libre de opinión personal de autoras y autores amigos de Cuba, que no representa necesariamente la línea editorial de Cubainformación

Carlos Manuel de Céspedes: Símbolo del alma cubana

#Historia #Cuba #RevoluciónCubana

En la soledad de sus últimos días en San Lorenzo, escribió la larga carta a semejanza de un diario, donde contaba a su amada Ana de Quesada los rigores de su apartado refugio, convencido de que muy poco le hacía falta para vivir al otrora Presidente de la República en Armas.

Su casita de guano, como la describe, estaba cobijada con buenas maderas, y tenía dos cuartos forrados de palma y tabla de cedro donde una hamaca, una mesita escritorio, un banco, las armas y otros utensilios… conformaban el universo al cual se había reducido su grandeza humana. La comida no faltaba, el cariño del vecindario pues “raro es el día que no recibimos visitas” y el baño en el riachuelo cercano a donde vertían las aguas del Contramaestre.

A esas alturas el amor filial lo sostenía ante cualquier desgarradura: “Algún consuelo recibo con ver diariamente vuestros retratos. Los enseño a casi todos los patriotas que se encuentran conmigo. La mayor parte, especialmente las mujeres, me piden que se los enseñe. Hacen mil aspavientos de admiración y les echan un millón de bendiciones, deseando todos que volvamos a reunirnos.”

Carlos Manuel de Céspedes sólo rogaba a su Ana, en pago al amor, la abnegación y fidelidad mantenidas en la distancia, unido al estoico cuidado de los gemelos Gloria de los Dolores y Carlos Manuel, que le creyera lo sumamente doloroso que resultaba para él estar separado de ellos.

Algunos grandes hombres de la Historia han enfrentado sus destinos en soledad, envueltos en la marea de la mezquindad humana y las ambiciones de poder. Sin embargo, su esplendor prospera invariablemente tras la muerte y se reproduce en la inspiración creciente que representan para aquellos patriotas por nacer. Céspedes fue uno de ellos.

Contaba con el heroísmo de los cubanos para consumar la independencia y con la virtud de sus coterráneos para consolidar la República, cuando en 1869 fue nombrado Presidente. A sus seguidores, que no eran pocos, les prometía abnegación y con su propia vida dio pruebas del cumplimiento del compromiso adquirido, en el sacrificio y la renuncia al poder y el bienestar material.

Los ideales de los hombres del 68, como se conoce a la generación de criollos que se alzaron en armas contra el dominio español, progresaron en la discreción de la masonería. La Logia Buena Fe, agrupó en territorio manzanillero a los líderes de la Revolución palpitante un 26 de julio de 1868; como si esa fecha estuviera predestinada en la historia de Cuba.

Bajo la dirección de Céspedes, el venerado Maestro de esa logia, se clarificaron las ideas que unieron a los hombres visionarios de la Guerra de los Diez Años.

Existía entonces “un catecismo de conocimientos básicos, un sistema pedagógico, filosófico, político, para la educación y la formación del pueblo”. Se afianzaba en el lema “Ciencia y virtud. Ciencia y conciencia”, el pensamiento emancipador del maestro José de la Luz y Caballero. Se convenía en la necesidad de la igualdad social y se designaba a las clases más desposeídas como únicas dadas a convertir al mundo en un pueblo de hermanos.

Y por sobre todas las cosas, se concebía a la patria dentro de la más pura tradición del pensamiento revolucionario cubano iniciado por Félix Varela: “La patria es (…) el núcleo social y cultural de las tradiciones y hábitos del pueblo y, sobre todo, fuente de justicia social y proyección hacia un porvenir común, justo y libre”.

Un cespediano confeso fue sin dudas el Historiador de la Ciudad de La Habana, para quien la fascinación por ese prohombre de la independencia nacional se reafirmó cuando tuvo en sus manos, luego de una larga búsqueda, la libreta y el pequeño librito que recoge las incidencias a modo de diario, de la vida de Céspedes desde el 25 de julio de 1873 hasta el día de su muerte el 27 de febrero de 1874. La letra pequeñísima que presumía el ahorro del espacio exhibía, sin embargo, caracteres claros y precisos. El luchador incansable había dedicado sus anotaciones a su amada Anita, a quien privaron del consolador goce de la lectura de aquellas percepciones de su hombre.

Para Eusebio Leal, la grandeza de Céspedes anida en su condición humana. Era irascible y de genio tempestuoso y entre los sacrificios que le impuso la Revolución, el más doloroso – como lo confesó por escrito – fue el de su carácter. Sin embargo, esa naturaleza voluntariosa y enérgica lo llevó también a la osadía de lanzar la clarinada independentista.

Cuando se desbarrancó su cuerpo en la escarpada geografía de San Lorenzo “ (…) muchos lloraron por aquel caballero extraño que compartía por doquier sus escasísimos bienes personales, con la misma serenidad con que una vez, siendo señor de vidas y haciendas, había optado por la vocación infinitamente superior de revolucionario”.

Cada 10 de octubre, con la disciplina y devoción propias de quienes reconocen la trascendencia del legado cespediano, los cubanos de varias generaciones se reúnen al pie de la estatua del Padre de la Patria, en la Plaza de Armas, para luego peregrinar a la Sala de las Banderas del Museo de la Ciudad. El otrora Palacio de los Capitanes Generales – cual símbolo de la irreversibilidad de la independencia nacional – atesora hoy las más importantes insignias mambisas, entre ellas y en un sitial de honor, la que ondeó en el ingenio La Demajagua aquel día de 1868.

La ceremonia durante la cual las notas originales del Himno de Bayamo parecen regresarnos en el tiempo, se ha convertido en una tradición que el Historiador supo instituir, cumpliendo con otro de los legados plenos de simbolismo, de su predecesor Emilio Roig de Leuchsenring.

“El Museo de la Ciudad en su reinauguración, en el año 1968 – nos contó – abrió sus puertas con motivo de la celebración del primer centenario del 10 de Octubre. Fue un acuerdo y una bonita sugerencia de nuestra querida e inolvidable amiga y compañera Celia Sánchez quien había tomado de su padre, el Doctor Manuel Sánchez Silveira, esa vocación profundamente martiana y cespediana.

“Se había creado una comisión Nacional para la celebración del centenario, presidida por el Comandante Faustino Pérez, otra gran personalidad de la historia de la Revolución. Él me brindó todo su apoyo y nosotros trabajamos con mucho ardor para concluir la primera parte del Museo de la Ciudad, que no incluía lo que años más tarde sería la realización principal: la Sala de las Banderas, a donde peregrinamos cada 10 de octubre luego de rendir homenaje a Céspedes al pie de la estatua que se levantó al centro de la Plaza de Armas.”

—El colocar esa estatua al centro de la Plaza de Armas se convirtió en una de las grandes batallas de su predecesor Emilio Roig. ¿Cómo ganó el primer Historiador de La Habana esa contienda?

Era paradójico que en La Habana no existiese un monumento a Céspedes, el Padre de la Patria.  El único consagrado a él lo habían levantado con esfuerzo propio dos maestros: Hortensia Pichardo y su esposo Fernando Portuondo.  Ellos eran profesores del Instituto de la Víbora institución frente a la cual develaron un modesto busto.

A partir de ese momento, comenzó una batalla ―una batalla de Hortensia, Fernando y lógicamente del Doctor  Roig―, para hacer esculpir una obra magnificente que representase a Céspedes, como le llamó algún biógrafo, el héroe dandy, vestido elegantemente, como el día de su muerte, con sus mejores galas, mirando al futuro.

Eso suponía retirar de la Plaza de Armas la estatua del rey Fernando VII, figura abominable de la historia, no sólo de la monarquía española, sino de la política internacional de aquel tiempo, caracterizada por las relaciones complejas entre España y Francia, la invasión de Napoleón a España, y las sucesivas traiciones de Fernando VII a su padre, al movimiento liberal, a los militares leales a la causa de la independencia nacional. Finalmente, el hombre que reprimió con mano tan cruel y dura a todo el movimiento progresista español y americano de su tiempo.

Muchas personas, algunos intelectuales e historiadores, no fueron partidarios de aquél acto del Doctor Roig. Se conserva todo un expediente de las críticas que le hicieron planteando el dilema del monumento histórico a Fernando VII que debía permanecer ahí. Roig se defiende como gato boca arriba y coloca el monumento porque él sabe que el rey seguía en el poder en la Cuba de ese momento, simbólicamente, representado por la tiranía viciosa, corrupta, decadente y criminal.  Al decidir colocar la estatua de Céspedes lo hizo buscando un símbolo propicio al alma de Cuba.

Coloca la estatua, sin embargo, no destruye la de Fernando VII y decide guardarla en el Museo.

Cuando a mí se me presentó el dilema en el momento de la restauración de la Plaza de Armas – donde se rescataban las esencias de la plaza original -, era imposible en nombre de ningún principio, recolocar la de Fernando VII.  Quizás, de haber ocurrido el debate hoy, la estatua a lo mejor estaría ahí, porque Céspedes ya pertenecía a todos los cubanos y merecía y merece un monumento mayor.

Esto le respondí a Carlos Rafael Rodríguez cuando él me preguntó sobre el particular, porque había sido testigo de aquel debate que tanto hirió a Emilio Roig.  Nosotros volvimos a colocar entonces la de Fernando VII en un ángulo de la plaza, con la misma lápida que el Doctor Roig redactó para su exhibición posterior, y que lo explica todo. No hay quien pase por la Plaza de Armas que no se detenga a leerla. Es una lección permanente que mi predecesor nos dio a todos, porque es preferible explicar los monumentos y la historia, y no ocultarla.

—¿Cuáles fueron las condiciones personales, las circunstancias de vida que hicieron de Céspedes el hombre de la Revolución independentista?  ¿Por qué él y no otro?

El papel del hombre en la historia solamente lo niegan los mezquinos y las pequeñas hormigas pensantes. Céspedes fue el líder de aquel movimiento y ese liderazgo lo obtiene, primero, por sus antecedentes.

Vamos a pensar que era un hombre de la cultura; hablaba seis idiomas. Desde la edad de once años empezó la tarea de traducir, por ejemplo, los cantos de La Eneida del latín; hizo una excelente traducción. Como abogado que fue, había estudiado latín, griego, inglés, hablaba perfectamente el francés y el italiano.  Eso le permitió, cuando concluye su carrera en Barcelona titulándose de Abogado del Reino, realizar un largo viaje que lo lleva a Inglaterra, Francia, Italia, Turquía…

Recientemente ha ocurrido un acontecimiento muy interesante, que es la aparición de la reproducción en un grabado de un cuadro probable, en el cual se ilustra una reunión insólita en París, donde aparecen Céspedes, la Avellaneda, la condesa de Merlín…  Si esto es verdad, nos encontramos a una figura que en aquel entorno estuvo muy motivada por las ideas más avanzadas del pensamiento y la cubanía.

Céspedes era un excelente equitador, buen esgrimista, un jugador de ajedrez que solía a veces terminar las partidas de espaldas, por su conocimiento del tablero. Era un orador apasionado. Cuando se le permite ejercer y realiza los ejercicios profesionales en Cuba, al regresar a Bayamo convertido en abogado, llega a ser uno de los más solicitados letrados defensores de determinadas causas.

Debo recordar que antes había realizado sus estudios en la capital, en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio y en la Universidad de La Habana. Quiere decir, estuvo en los dos espacios donde se debatía el pensamiento cubano en esta ciudad.  Y todos los días, en su camino desde la Universidad al Seminario, o desde el Seminario a la Universidad, debía pasar Liceo Artístico y Literario donde se reunía la flor y nata de la intelectualidad del país.

Desde el año 1850 figura como un hombre peligroso para la autoridad española, como alguien que es asiduo a tertulias culturales que enmascaran un proyecto político.  Sufre numerosas prisiones: prisión en Manzanillo, desterrado a Baracoa, en el Morro de Santiago de Cuba, en las húmedas cámaras del navío Soberano, anclado en el puerto santiaguero como reliquia de la batalla de Trafalgar.

Finalmente, empiezan a fundarse las logias masónicas. La masonería fue la institución más progresista y amante de la libertad de ese tiempo; el gran legado liberal ―y yo diría casi romántico― de la masonería que aspira en esa época en Cuba a una sociedad sin esclavos. Céspedes lo expresa en su poema autobiográfico Contestación.

Me faltó este detalle: es también un poeta.  Y hay que ver cómo influyó la poesía y la literatura en la forja de un sentimiento nacional: Heredia, la Avellaneda; los que rodean a Céspedes, José Fornaris, Francisco Castillo, son poetas.  Ellos tres van a ser los creadores de La Bayamesa, que se cantó al pie de la ventana de una muy bella bayamesa y que constituye La Marsellesa de los cubanos.

Céspedes tenía un parentesco familiar con otra figura muy clave en esta historia, que es Pedro Figueredo, y con otro gran caballero, que se llamó Francisco Vicente Aguilera.

Se va a crear por esa época una logia muy importante denominada Buena Fe ―ya esto precede al levantamiento― en la cual participaban no sólo cubanos sino también españoles liberales que anhelaban el cambio y la transformación de Cuba.

Es muy probable ―es un tema que se discute― que el levantamiento se fija para una fecha determinada, pero se pospone una y otra vez buscando circunstancias propicias. Finalmente se va a llegar a un acuerdo: si la conspiración es descubierta ―como casi todas las conspiraciones―, el primero que se alce será secundado por los demás.

—¿Y sucedió que la conspiración fue descubierta y Céspedes fue el primero en alzarse?

Esa es una hipótesis.

— ¿Es cierto que una fecha de gran importancia para la corona española también pudo motivar el momento del alzamiento?

El 10 de octubre era la onomástica de la reina Isabel II y fiesta oficial que se celebraba desde la Capitanía General de La Habana hasta la última tenencia de gobierno en el interior del país. Antes, durante otra celebración que se había preparado con motivo del nacimiento de la princesa de Asturias, Céspedes había organizado un baile que se consideró una actitud desafiante a la autoridad.  Él fue acusado por esto.  Hubo una causa incoada porque se pidió prestado para esta circunstancia un retrato de la reina Isabel II, que corrió la misma suerte del colocado en la Universidad de La Habana: fue rasgado.

Horas antes del 10 de octubre, día del cumpleaños de la reina, se había detectado un movimiento insurreccional. El Gobernador de Oriente había sido advertido por distintos jefes políticos y militares de que sonaban cascabeles, espuelas y machetes en aquella zona.  Se hablaba incluso de que se habían comprado armas, que habían desembarcado por un determinado punto; se generan muchas informaciones contradictorias.

En realidad, armas tenían muy pocas. En una memorable conversación había afirmado a su interlocutor: “las armas las tienen ellos”, en un llamado por arrebatarlas al enemigo.

Finalmente, en vísperas del 10 de octubre, la Capitanía General ordena que se haga una recogida de todos los elementos que se suponía estaban en la conspiración.  De ahí que Céspedes acuda al 10 de octubre.

Para mí puede ser una maravillosa coincidencia, o puede ser algo propio de una persona tan inteligente como él que, en una reunión previa en uno de sus lugares predilectos, San Miguel del Rompe, afirmó que el poder de España estaba caduco y carcomido porque hacía siglos lo miraban de rodillas.

“¡Levantémonos!”, clama Céspedes. Quiere decir que su voluntad es esta, contra la opinión de compañeros que planteaban que era necesario esperar a una nueva zafra para poder comprar armas y avituallarse. Esa era quizás una política prudente, que venía como recomendación de los conspiradores de La Habana, quienes prometieron su apoyo. Eran grupos fundamentalmente reformistas, que se habían asustado con las acciones conspirativas de López en 1849, 1850 y 1851 y no movieron un dedo para salvarlo; participaron de las conspiraciones, pero finalmente lo dejaron solo.

Por vez primera en realidad y con una visión de independencia y de abolición de la esclavitud, se tomaban las armas, diferenciándose de todos los movimientos anteriores. Lo que lógicamente no estaba claro en 1849, ni en 1850, ni en 1851, para Céspedes sí lo estaba en 1868.

Su lucidez se fundaba en las cualidades de un hombre de vasta cultura, joven que, aunque tenía 50 años, era uno de los mayores entre los jefes más importantes que se levantaron en armas.

Inmediatamente que se produce el levantamiento en La Demajagua, empiezan a eclosionar distintos puntos de Manzanillo, Jiguaní y toda esa zona oriental. La gente se levanta, acuden partidas armadas y muy pronto el polvorín estuvo encendido y recibió un nombre: El grito de Yara.

—¿Por qué la Revolución tomó el nombre de Yara y no de La Demajagua?

Hortensia Pichardo se lo preguntaba y lo hablamos muchas veces. Céspedes mismo lo explicó en su último diario.  Contó que aquella madrugada saliendo de La Demajagua donde se reunieron los que acudieron a su llamado, se dirigieron a Yara sitio en el cual ocurrió el primer lance con tropas españolas.

Se produjo entonces un intercambio de disparos, una confusión ―cuentan que llovía―; lo cierto es que momentáneamente Céspedes se queda con un puñado de gente ―se dice que fueron 12― y con la bandera que había bordado en el ingenio Candelaria Acosta (Cambula).  Se trataba de una bandera diferente a la concebida por Narciso López y Joaquín de Agüero (la bandera que los acompañó en las expediciones de 1849, de 1850 y de 1851).

Para mí representa una incógnita el por qué Céspedes cambió ese diseño, cuando nadie podía olvidar aquella bandera.  Más tarde, en Guáimaro, se va a acordar que la enseña nacional sea la de López y de Agüero. Sin embargo, para no agraviar a Oriente y a Céspedes, quien había sido el primero en levantarse, la resultante de su diseño – que es como el de la bandera de la República de Chile con los colores invertidos -, presidía las sesiones de la Cámara, y posteriormente, las del Congreso cubano.

Por acuerdo No. 1 de la Asamblea Nacional del Poder Popular al constituirse, las dos banderas rigen en su sala de reuniones. También Céspedes está muy presente cada vez que entonamos el himno nacional. El 20 de octubre, tras tomar la ciudad de Bayamo, Pedro Figueredo dio a conocer aquellos trazos musicales que había compuesto, una especie de síntesis de ciertas melodías que eran muy importantes y hasta populares.

Me decía el maestro Manuel Duchesne Morillas, padre de Manuel Duchesne Cuzán, que se descubrían algunos antecedentes en el himno cubano.  Exhibía una gran inspiración patriótica y fue compuesto sin letra, para acompañar la procesión del Corpus Christi en la Iglesia de Bayamo. La Marsellesa francesa venía por detrás sigilosamente; un poquito ―decía Duchesne― del Barbero de Sevilla, y finalmente, en la lucha, se va convirtiendo en lo que es actualmente: una gran marcha revolucionaria y el Himno Nacional de los cubanos.  Pero no tenía letra.

El 20 de octubre, después que Céspedes personalmente intercede para la capitulación de los que estaban sitiados en Bayamo, nace la primera capital de la Revolución y el primer ayuntamiento revolucionario, en el cual Céspedes se preocupa de proponer e incorporar por vez primera a gente que no eran de la raza blanca y que habían sido hasta ese momento absolutamente discriminados.

No olvidemos que el 10 de octubre, en su finca La Demajagua, donde producía las mejores cañas y había logrado rehacer su quebrantada fortuna de años anteriores, tenía obreros asalariados;  es decir, ya él estaba pasando a una forma superior de producción;  la producción esclavista cede al capitalismo, que era lo más revolucionario de aquel tiempo y que nos llegaba tardíamente, por ser una sociedad esclavista.

Céspedes trabajaba con obreros asalariados;  pero tenía en todas sus fincas, según los datos existentes, 53 esclavos que había adquirido con la propiedad que la casa  Venecia de La Habana  le había extendido por la finca La Demajagua, que estaba en un lugar privilegiado, frente al Golfo de  Guacanayabo con la sierra al fondo.

En el ingenio había sólo un puñado de esclavos, los suficientes al ser liberados por Céspedes para convertirse en símbolo de su voluntad: la mezcla del polvorín estaba encendida.

Allí se emplazaban las distintas fincas de Céspedes y de otras familias que también figuraban en la conspiración, como la de Francisco Maceo Osorio, la familia de Titá Calvar, la de Jaime Santiesteban, todos esos nombres aparecen entre los que ese día salen.

El que no está es Francisco Vicente Aguilera, porque lo sorprende la noticia allá en Cabaniguán, en su latifundio, de donde viene con todos sus monteros, con toda su gente, echando al fuego una de las más grandes fortunas de Cuba, después de haberlo puesto en venta todo.  Era el hombre más rico entre todos ellos.

Fue llamado El Precursor sin Gloria, porque durante mucho tiempo los historiadores se debatieron en los temas puramente personales, y no vieron el proceso social que la Revolución conllevaba, ni el gran aporte a las ideas políticas que el alzamiento armado suponía, y se detuvieron más bien en las pugnas personales que solamente la marea de la Revolución fue capaz de purificar en el tiempo y de conquistar.

En el tiempo que nos tocó vivir y gracias a la obra de Fidel Castro, se hizo posible la unidad, el sueño más acariciado por aquel hombre que fue capaz de alzarse en 1868: Céspedes.

Lo han acusado de todo: de tirano, de aristócrata, de elitista…  Lo que no pueden quitarle de ninguna manera sus detractores ―que los tuvo y todavía los tiene― es precisamente su carácter de precursor, su capacidad para luchar.  Céspedes, como Maceo, no fumaba ni bebía; jamás se le oyó decir una frase descompuesta ni una ofensa.  Era fino y cortante como un cuchillo en las discusiones políticas y nunca un contendiente vulgar. Solamente en las secretas páginas del diario es capaz de usas los términos más duros.

—Algunos historiadores refieren que hubo un momento en el cual sacrificó su protagonismo en la Revolución por esa unidad necesaria. ¿Coincide con esa visión?

A él lo apartaron cuando la Cámara dejó de estar representada por los hombres ilustres de Guáimaro y viene esa especie de idealismo que analizó Enrique José Varona con tanta profundidad; un idealismo que a veces, no dejando de ser puro y de tener aspiraciones nobles, se apartaba de la realidad.

La realidad era ―y Céspedes lo dijo― que cada discurso y cada reunión constituían un tiempo perdido, que lo que había que hacer era luchar para triunfar.  Esa es su visión. Él también fue muy idealista.

Céspedes es la figura que en Guáimaro ― no podía ser de otra manera― fue elegido Presidente de la República constituida.  Pero en nombre del idealismo que teme a la tiranía ―como el propio Martí lo va a definir―, el temor a César o a los generales de Alejandro, lo lleva a subordinar el poder ejecutivo al legislativo; quiere decir, el Presidente a la Cámara.

Eso se explica porque Céspedes no era solo el Presidente; era el líder de la Revolución y no necesitaba cargo ni título alguno para serlo; ¡lo era!  Pero, no obstante, cede.

Hay quien ha visto en ese instante político una lucha generacional.  Como decíamos, Céspedes asiste a aquellos actos cuando está ya en los 50 años. Da vergüenza haber vivido uno mucho más y pensar en el tiempo que le tocó vivir a él. Y en esas discusiones, él cede; cede la bandera, a partir de que se coloque, porque esa fue la bandera con la cual se tomó las armas, por una idea que está en su manifiesto: “Cuba quiere ser un pueblo libre e independiente para extender una mano a todos los pueblos del mundo.”

Pero, además, está el acto tremendo ―que es como echar un fuego al polvorín― de libertar a aquellos esclavos suyos.  Los veintitantos que estaban en La Demajagua.

Está la presencia de un hombre importantísimo, que es José Joaquín Palma, amigo y primer biógrafo de Céspedes; biografía que el propio Céspedes corrigió, en la cual dice que una Cuba libre ya nunca más podrá ser esclava ni tener esclavos. Este es el concepto, más que la letra.

Entonces, no cabe duda de que en Guáimaro se impone el criterio democrático de este idealismo doctrinario, a veces un poco delirante y apartado de la realidad.

¿Cuánto pudo haber influido esa contraposición que algunos refieren existió entre Céspedes y Agramonte?

Se trató siempre en los que encendieron la candela de la pugna, de contraponer a Céspedes con Agramonte. Y eso no es cierto.  Los dos procedían de cunas similares. Cuando vas a Camagüey, la casa de Agramonte es la más importante de la ciudad, de dos plantas, un palacio; una casa patricia, frente a la Iglesia de La Merced. Pero la casa que se conserva de Céspedes es también una mansión principalísima en Bayamo. Aquella en que estuvo su residencia y bufete, la de las columnas y el pórtico, ardió irremisiblemente.

Ambos tenían mucho que perder, y lo sacrifican todo por la idea.  Es lo primero. Ambos estudiaron en espacios similares: en la Real y Pontificia Universidad de La Habana, con todo su ámbito cultural, incluyendo el Seminario, a donde se asistían a oír clases, charlas, y a escuchar a intelectuales que ofrecían conferencias eruditas en la sede antigua de la Universidad.

Es precisamente en esta Universidad – en ese momento una universidad laica-, donde van a escucharse las voces tan importantes de ambos.

Céspedes estudia después en Barcelona; Agramonte, también, donde estaba la parte más avanzada económicamente de la España de su tiempo, y donde había un gran movimiento autonomista e independentista. Por cierto, la bandera catalana se va a inspirar mucho en la bandera de la estrella solitaria.

Los dos eran abogados.  En un país como Cuba, las dos profesiones determinantes en su historia han sido la abogacía y la medicina. Céspedes, abogado; Agramonte, abogado;  Martí, abogado;  Fidel, abogado.

Hubo un choque. Eso era inevitable. Sí existió. Inclusive, hay un momento en que Céspedes decide ―creo yo que con un sentimiento de gratitud― ayudar a la familia de Agramonte, y solicita que le pase una pensión por la orfandad en que habían quedado y Agramonte responde a eso…

En torno a Céspedes pasaba lo mismo: siempre había corifeos, cortesanos, a quienes les gusta encender la candela, y es posible que la encendieran, tanto es así que se produce algo insólito: un reto a duelo de Agramonte a Céspedes, lo cual era terrible porque Céspedes era el Presidente de la República; la solicitud de un duelo al Presidente por parte de un Mayor General del Ejército no solamente era inconstitucional, sino que era también un acto de rebeldía.

Sin embargo, ¿cómo maneja Céspedes eso? ¡Con qué sentido de su experiencia vivida comprende el sentimiento herido de Agramonte! ¿Y cómo se soluciona? ¿Y cómo actúa cuando Agramonte renuncia a su mando, un mando para el cual estaba tan dotado?  Agramonte es como el Sucre de esta historia; el hombre más preparado después de Céspedes, porque tenía las cuatro cualidades: el conocimiento cultural, el conocimiento del Derecho, la aspiración al Estado de derecho y el culto por la libertad.  Era más joven, muere a los 31 años.

Agramonte era extraordinariamente elocuente.  Se convierte en un jefe militar capaz de hacer cosas tremendas, como lo fue el combate del Cocal del Olimpo, como fue el rescate de Julio Sanguily, acto de una gran osadía.  Pero, además, era un hombre muy respetado, un gran organizador.  Había organizado la guerra en Camagüey, las fábricas, prefecturas para abastecer al ejército…

Todavía en esa etapa la región tiene un papel determinante, y muy pocos lograban superar la visión de ir más allá.  Por eso es que cuando, al regreso de Agramonte, Céspedes lo nombre jefe de Camagüey y de Las Villas, cuando lo designa, primero, queda reparado el pasado; segundo, toma la dirección de la Revolución en Camagüey, donde el enemigo había hecho estragos y persecuciones sin límites, había  convertido la ciudad en un cuartel general prácticamente de sus tropas,  y las familias cubanas y raigales como la suya estaban siendo perseguidas y humilladas.

La más grande de todas las humillaciones fue traer su cadáver luego a Camagüey y quemarlo en la Plaza de San Juan de Dios; eso es lo último que se podía hacer allí, y se recuerda todavía. Al designar a Agramonte para Camagüey, Céspedes pone de nuevo el alfil en el juego de ajedrez.

La muerte de Agramonte es la muerte de Céspedes, porque le precede.  Si Agramonte hubiera estado vivo, Céspedes no hubiera podido ser depuesto, creo yo, de la forma en que lo fue.  Bijagual no habría existido, que es el lugar geográfico donde se produce la deposición por parte de la Cámara. Hoy ese sitio está borrado del mapa. Lo cubre una presa que lleva el nombre del Padre de la Patria. Esas fueron como las aguas del Jordán.

Fueron días muy amargos. Y comienza la destrucción de la Revolución que había sido capaz de liberar a las clases populares, porque su gran mérito fue desencadenar no solamente a los esclavos, sino a las clases populares.

Y eso supuso el retraso de la Revolución definitiva.

Supone un retraso, porque es una cuestión de tiempo. España había podido acudir con una cantidad de recursos a sofocar la Revolución, pero no había podido, por una situación interna, reunir todo lo que era necesario.  Por eso la cuestión del tiempo era decisiva.

Céspedes le explica su visión a Máximo Gómez, quien –a pesar de estar resentido con él -, no vacila en reconocer que fue aquel caudillo el que le sembró la idea de que sin una invasión a Occidente, sin pasar la frontera que se había establecido en el centro de la isla, aunque se colocara a un millón de hombres en el Oriente, Cuba no sería libre.

Que fue la estrategia de lucha probada en 1895 y en 1959, definitivamente.

En la batalla de Las Guásimas, a las puertas de Camagüey, el contingente que lleva Gómez con el objetivo de ir hacia Occidente es detenido por una columna española y obtienen lo que podríamos llamar una victoria pírrica. Los españoles pudieron regresar con grandes bajas a Camagüey, los mambises no pudieron evitar el refuerzo que los españoles reciben desde esa ciudad. A los independentistas, con todos sus heridos, sus bajas, con el agotamiento de su parque, solamente les quedó como refugio el monte.

Entonces, como todo hombre político, Céspedes no es infalible. No soy yo quien debo aquí ponerme a analizar errores porque, figúrate tú, qué puedo decir yo cuando solamente los que viven metidos en la espiral de la batalla tienen derecho a opinar. Hay que entrar a la historia con la cabeza descubierta y con respeto. Pero toda historia tiene luces y sombras, y las figuras que más luz reciben son las que más grandes sombras proyectan. Ahora, hay que saber estudiar esas zonas de penumbra. Hay que ver la luz primero, y la luz es el fuego; hay que ver la candela primero, estar dispuesto a quemarse, y no mirar desde afuera un proceso como el proceso del 10 de octubre, adonde no llega la salpicadura ni de la sangre ni del fango.

Cuando muere Agramonte se mata la sucesión de la Revolución, y lo demás fue como la bola que viene bajando por la ladera de la montaña. Céspedes es depuesto, e inmediatamente comienza una sucesión frágil de la dirección de la Revolución, que no hizo más que chocar con la realidad.  Y, por último, viene el gran crimen, que es la soledad de San Lorenzo y lo que ocurre allá arriba el 27 de febrero de 1874, es decir, la muerte de Céspedes, en lo alto del monte.

Antes, su familia quiso rescatarlo, se urdió un plan para buscarlo. Él vacila. Y finalmente, acepta su destino, que fue aceptar la gloria. El hombre del 10 de octubre no hubiera podido morir en los Estados Unidos o en Jamaica, donde estaban su hermano Manuel Hilario y su hermana Francisca de Borja (Borjita); el hombre del 10 de octubre no puede olvidar a su hermano Pedro… Cuando Pedro de Céspedes es fusilado en Santiago de Cuba, el Gobernador de Oriente, que había llegado en noviembre de 1873 con la expedición del Virginius, Céspedes se presenta a la Cámara diciéndole que ahora que han muerto su hermano y su sobrino político Herminio ―que venía también en la expedición―, pone una vez más su vida al servicio de la causa de la Revolución.  Ahí es donde el gigante va creciendo.

Cuando recordamos que se corta el pelo y lo manda a sus hijos que han nacido en los Estados Unidos ―los gemelos que nacen de Ana de Quesada: Gloria de los Dolores y Carlos Manuel―; cuando conocemos que envía la bandera del 10 de Octubre en un pequeño canuto, en una caja que preparan para salvar esa enseña  que hoy está en la Sala de las Banderas, y que Ana de Quesada devolvió a Cuba personalmente poco después de proclamada la República infeliz de 1902, la historia se va uniendo.

Y finalmente, el Presidente Viejo ―como le llamaban los campesinos―, que recorre la parte del monte donde está cautivo, es dejado en un punto llamado San Lorenzo sin más escolta que su propio hijo, algunos fieles que le acompañaban y algunos vecinos de aquel lugar.

Ahora, qué cosa tan impresionante: Céspedes está vestido como puede, él dice que grotescamente pero que no le hace falta nada. Le escribe así a su esposa, quien le dice que van a mandarle ropa y asegura no querer nada, pues ha aprendido a prescindir de todo. En el diario confiesa que un día, cruzando un río, se le cayó una espuela de plata que llevaba desde el comienzo de la Revolución y se alegró de ser cada día más pobre. Todo el pasado de su señorío, como lo describe Martí, con el diamante en el anillo, el bastón de carey y oro, preciosamente vestido, ha desaparecido.  Ahora hay un hombre que, siendo muy joven todavía, va cabalgando o andando en agotadoras jornadas por la sierra, por aquellos lugares; que baja religiosamente a bañarse en la charca en San Lorenzo. Es impresionante, porque eso está muy conservado. Celia Sánchez mandó a conservar aquel lugar, ordenó que se ascendiera al risco adonde él subió por una pequeña escalinata y allá en lo alto, desde donde se desplomó, está su busto.

Los biógrafos, la propia Hortensia y Rafael Acosta, que es el más joven y brillante de los cespedianos, eluden el tema del suicidio. Leonidas Raquín, el confidente de Céspedes en Santiago de Cuba, le responde a Ana de Quesada, que le pregunta cómo estaba el cuerpo de su esposo cuando lo sacan del barranco y lo exponen en Santiago de Cuba, y  él se refiere a una pequeña herida que tenía en el pecho y la ropa chamuscada, que a mi juicio no se correspondía con un fusilazo a quemarropa de sus perseguidores.

Él aseguró que de las tantas balas en su revólver todas eran para los españoles, excepto una que se reservaba para él—, si acaso en el último momento cayese prisionero, vejado, porque era la Revolución, no solo él, la que iba a ir encadenada a Santiago de Cuba, a un proceso vejaminoso, como mismo llevaron a Pedro Figueredo que, sin embargo, en el momento de ser ejecutado, confirma que irá con Carlos Manuel de Céspedes a la gloria o al cadalso.

Entonces, un acto extremo de su parte no habría sido indigno de su carácter.
El Padre de la Patria cae del barranco hacia abajo, y hay que sacarlo de allí. Esa imagen que Cintio y Fina describen del hijo cuando llega, tras escuchar los disparos en el monte, y su padre ya no está allí. Entonces recorre la huella de su sangre y de sus cabellos – los va recogiendo – a lo largo de la loma; va siguiendo el trazado que se ha sembrado en la tierra de Cuba; es el abono fértil para una nación que ha de nacer, así lo afirmó José Lezama Lima.

Si el hombre de Yara y de La Demajagua hubiese muerto en los Estados Unidos con su familia, no sería el Padre de la Patria; sería una anécdota, sería el iniciador y nada más. Pero el sacrificio de San Lorenzo, su acatamiento de la ley, su juramento de que por su responsabilidad no se derramaría sangre cubana, su visión de estadista que alcanzó el futuro, lo convierte en tal.

¿Y qué hizo en San Lorenzo en los últimos días de su vida? Con una cartilla pasaba horas alfabetizando a los niños campesinos.  El día de su muerte, abrió el baúl y sacó la ropa elegante que había conservado, se vistió con sus mejores atuendos.  En el diario está todo escrito.  Pocas horas antes tiene un sueño premonitorio en el cual se da cuenta, como hombre hipersensible e inteligente que fue, que el fin está próximo.  Y ese fin se consuma el 27 de febrero de 1874 cuando cae de lo alto del risco, y Manuel Sanguily, al que debo citar, escribe que “cayó en un barranco, como un sol de llamas que se hunde en el abismo”.

¿Cuánto nos puede seguir salvando e inspirando hoy como nación el referente de Céspedes?

Aquí lo único salvador es mirar a nuestro pasado, y el pasado es todo lo que está pasando ahora mismo y ya queda atrás.  Mirar a ese pasado hasta fecha tan remota, y encontrar los fundamentos del carácter nacional. No podemos conformarnos solamente con un pensamiento fragmentado, con consignas;  tenemos que buscar la esencia de las cosas.

Se han escrito muchas semblanzas y biografías: Leonardo Griñán Peralta, Antonio Aparicio, Herminio Portell Vilá, Hortensia y Fernando en su obra imponderable de  tres tomos;  Cintio Vitier y Fina García Marruz, Lezama realizó un maravilloso texto sobre Céspedes, y lo cita en varias oportunidades;  Rafael Acosta ―a quien estoy leyendo en estas noches, en su precioso libro sobre Los silencios quebrados de San Lorenzo, que prologué, hace análisis muy profundos y que son referentes imprescindibles para poder interpretarlo hoy.

La salvación está en observar no solamente la historia de los individuos, sino la historia del proceso, y cómo ese proceso y esa gesta inspiran el nacimiento de un pueblo. Y abandonar resueltamente, como tentación, el estar tratando de santificarlos, de idealizarlos a tal extremo que la proeza se convierta en inimitable por las nuevas generaciones. Ellos fueron mujeres y hombres como nosotros. Lo que ocurre es que en el momento que los llamó el destino, por su propia determinación o por las circunstancias, se convirtieron en hombres excepcionales. Esa es la verdad. Excepcional fue Carlos Manuel de Céspedes y López del Castillo, el Padre de la Patria.

Programa de Adelanto de la #Mujer en #Cuba avanza con retos y desafíos (Videos)

#IgualdadDeGénero  #RevoluciónCubana   #LogrosDelaRevolución

El Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres en Cuba avanza en su implementación, con el reto de aumentar la divulgación de las medidas entre las féminas, principales destinatarias de la iniciativa, a pesar de los casi tres años de su implementación. Así trascendió este lunes en el Palacio de la Revolución donde se evaluó su labor.


Comunistas uruguayos celebran aniversario 65 de #RevoluciónCubana

#Uruguay  #Cuba   #TriunfodeLaRevolución  #1rodeEnero  #Solidaridad

El Partido Comunista del Uruguay (PCU) reafirmó hoy su solidaridad con Cuba y felicitó por anticipado a la isla caribeña por el aniversario 65 del triunfo de su Revolución.

Un pronunciamiento del Comité Ejecutivo del PCU se refiere en esos términos en mensaje al Comité Central del Partido Comunista de Cuba, que encabeza el primer secretario Miguel Díaz-Canel, presidente de la nación caribeña.

Reafirmamos nuestra solidaridad con el pueblo cubano y su Revolución, ahora, que se acercan los días de aniversario de la gesta que encabezara Fidel y que transformara para siempre la historia de nuestro continente, dice la misiva.

El mensaje añade que en tiempos cambiantes y “ante la agresividad del imperialismo”, la “fuerza excepcional del ejemplo de Cuba” contribuye a la movilización de los pueblos del mundo, en particular de América Latina, a fin de “abrir surcos para abordar el futuro”.

En medio de grandes luchas y tensiones, sentimos que hemos avanzado en nuestro camino de unidad para enfrentar la lucha común que libramos, continúa el texto.

Los comunistas uruguayos reiteraron el respaldo al pueblo de Cuba en su perenne enfrentamiento al «bloqueo criminal y acciones agresivas” del gobierno de Estados Unidos.