#Rusia denuncia «la naturaleza agresiva de la política de #EE.UU en #OrienteMedio» tras los #Ataques contra #Irak y #Siria (Video)

#Política   #ONU

#Moscú considera que los ataques estadounidenses contra Siria e Irak son un intento de los líderes del país norteamericano de mejorar su «imagen».

El Consejo de Seguridad de la ONU ha celebrado este lunes una reunión urgente para abordar los ataques perpetrados la semana pasada por EE.UU. contra Irak y Siria.

Las acciones de los países anglosajones en Oriente Medio suponen una amenaza directa a la paz y la seguridad internacionales, denunció el representante permanente de Rusia ante la ONU, Vasili Nebenzia. Además, «socavan el orden mundial basado en la supremacía del derecho internacional universal y el papel central de las Naciones Unidas», afirmó.

Nebenzia calificó los ataques de Washington de «acciones ilegales e irresponsables», en las que murieron civiles y militares.

«Una vez más se demostró al mundo la naturaleza agresiva de la política estadounidense en Oriente Medio y el total desprecio de Washington por el derecho internacional», declaró.

«Al atacar últimamente, prácticamente sin pausas, objetivos de grupos supuestamente proiraníes en Irak y Siria, EE.UU. está tratando deliberadamente de arrastrar a los países más grandes de Oriente Medio a un conflicto regional«, declaró. Nebenzia señaló que es «evidente» que los ataques aéreos estadounidenses están expresamente dirigidos a agudizar aún más las tensiones en la zona.

El diplomático recordó que Washington bombardea las posiciones de las Fuerzas Armadas de Siria ubicadas en el este del país, sobre todo en la provincia de Deir ez-Zor, donde el Ejército del país árabe está luchando contra el Estado Islámico (EI), a cuyos combatientes Washington, «contrariamente a sus declaraciones, en realidad ofrece tutela y patrocinio«.

En su discurso, Nebenzia manifestó que Moscú considera que los ataques estadounidenses contra Siria e Irak son un intento de los líderes del país norteamericano de mejorar su «imagen». En concreto, se trata de la intención de «influir en la situación política interna de EE.UU., del deseo de corregir al menos de alguna manera la imagen fallida de la actual Administración estadounidense en el ámbito internacional a la luz de la creciente campaña electoral presidencial», sostuvo.

Una grave violación de la soberanía

Asimismo, el diplomático instó a la comunidad mundial a condenar «las acciones imprudentes» de Washington y sus aliados en Oriente Medio, que violan «la soberanía» de Irak y Siria, así como el derecho internacional.

Sus palabras fueron apoyadas por el representante permanente de China ante la ONU, Zhang Jun, quien indicó que los recientes ataques estadounidenses contra varios objetivos en Siria e Irak provocaron un gran número de víctimas, además de constituir «una grave violación de la soberanía, la independencia y la integridad territorial» de ambos países.

Zhang destacó que las acciones militares no aportarán una solución al conflicto, sino que, al contrario, el uso excesivo de la fuerza solo conducirá a una crisis mayor.

Previamente, este lunes, el representante permanente adjunto de Rusia ante las Naciones Unidas, Dmitri Polianski, señaló que Rusia solicitó una reunión urgente del organismo internacional «en relación con las amenazas a la paz y la seguridad, creadas por los ataques de EE.UU. contra Irak y Siria«.

Las Fuerzas Armadas de EE.UU. lanzaron, el pasado viernes, ataques aéreos contra más de 85 objetivos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán y milicias afiliadas en Siria e Irak, después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, responsabilizara a los «grupos militares respaldados por Teherán» del ataque contra una base estadounidense en Jordania, que dejó tres soldados muertos. Por su parte, Irán ha negado su implicación en el incidente.

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#EstadosUnidos e #Israel buscan incendiar #MedioOriente

La escena de destrucción producida por los ataques aéreos israelíes en el campo de refugiados de Jabalia, norte de la Franja de Gaza, el 1 de noviembre de 2023. Foto: Abed Khaled/ AP.

Después de tres meses de una guerra híbrida asimétrica que combinó la política de tierra arrasada con el castigo colectivo contra la población de la Franja de Gaza −sin haber conseguido los dos principales objetivos declarados: exterminar a Hamas y rescatar a los soldados y civiles israelíes retenidos por los grupos de la resistencia palestina desde el pasado 7 de octubre−, las fuerzas castrenses y los aparatos de inteligencia del Estado sionista, con el apoyo político, económico y militar de la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA, parecen haber tomado la decisión de incendiar Medio Oriente y los mares adyacentes.

Sin haber podido digerir las enormes pérdidas estratégicas que han sufrido debido a la Operación Tormenta de Al-Aqsa −incluidas sendas capacidades de disuasión, a pesar del uso de bombas de media y una tonelada de fabricación estadunidense y el despliegue de portaviones en los mares Mediterráneo, Rojo e Índico−, el eje Washington-Tel Aviv decidió usar la herramienta terrorista como una forma de provocación para involucrar a la República Libanesa e Irán en la confrontación.

El 2 de enero, en una acción sin precedente, Israel atacó un objetivo en Beirut, Líbano, y la metralla de sus drones mató a Saleh al Arouri, jefe adjunto del buró político de Hamas y fundador de su ala militar, las Brigadas al Qassam. Un día después se llevó a cabo un atentado terrorista en la ciudad de Kerman, Irán, con saldo de 84 muertos y 284 heridos, coincidiendo con el cuarto aniversario del asesinato del general iraní Qassem Soleimani, por Estados Unidos. La acción fue reivindicada por el grupo mercenario Estado Islámico, al servicio de la política sionista-estadunidense.

El asesinato del dirigente de Hamas en Beirut marcó una inflexión en la guerra, ya que estuvo dirigido a exacerbar la confrontación con el grupo guerrillero libanés Hezbolá. El 3 de enero, el secretario general de esa milicia, Hassan Nasrallah, advirtió sobre el alto costo para Israel de lanzar la guerra contra el Líbano. Dijo que ese “crimen grave” no se quedaría sin respuesta o sanción, “entre ustedes y nosotros están el campo, los días y las noches”. Y agregó: “La lucha no tendrá límites, reglas ni controles. Una guerra contra nosotros y los intereses nacionales nos obliga a ir hasta el final”.

El 6 de enero, la agencia panárabe Al Mayadeen reportó que la “respuesta inicial” de Hezbolá al asesinato del dirigente palestino Al-Arouri, fue el lanzamiento de 62 misiles a la base militar israelí de Merón, en la cima del Monte Yarmaq. La base se eleva unos 1 200 metros sobre el nivel del mar y está a ocho kilómetros del último punto fronterizo con Líbano. Considerada como el centro neurálgico de la entidad sionista y principal puntode comando militar y de inteligencia en el frente norte, abarca hasta 150 000 metros cuadrados.

Debido al amplio control que ejerce sobre la geografía libanesa, la base de Merón tiene como objetivo principal la vigilancia aérea, siendo el único centro para la administración y el control del tráfico aéreo en el norte de Palestina ocupada. Según un comunicado de Hezbolá, la base se encarga de organizar, coordinar y administrar todas las operaciones aéreas en dirección a Siria, Líbano, Turquía y Chipre, así como la parte norte del este del mar Mediterráneo. Además, es un centro principal para operaciones de interferencia electrónica en las direcciones mencionadas, y cuenta con una considerable cantidad de oficiales y soldados israelíes de élite.

Debido a la dependencia del ejército israelí de aparatos no tripulados para la vigilancia y recopilación de inteligencia, la base se convirtió en el principal centro de comando para las operaciones con drones en Líbano y Siria. También facilita el desarrollo de las operaciones militares, ya que la mayoría de los dispositivos de comunicación, salas de mando y radares están ubicados en el Monte Merón. Por tanto, es un elemento fundamental en la interacción con los agentes en el terreno, así como en el seguimiento y la vigilancia de las comunicaciones inalámbricas, actividades que realizaban antes los puestos fronterizos del ejército de ocupación atacados y destruidos por la resistencia de Líbano en las últimas semanas.

Considerado un eslabón clave en los esfuerzos de reconciliación entre Hamas y Al Fatah, así como en el establecimiento de la red de relaciones con Irán y el llamado Eje de la Resistencia, el asesinato de Al Arouri en Beirut pudo significar una victoria táctica de Israel, pero no estratégica. El ataque, ahora, de Hezbolá, a la base aérea de Merón −apodada “Los Ojos del Estado en el Norte”−, marca un salto cualitativo por parte de la resistencia libanesa que desde el 7 de octubre había mantenido una cuidadosa selección de blancos israelíes.

Un video de Hezbolá divulgado la noche del sábado por Al Mayadeen, permite apreciar con detalle cuando dos de los tres radomos visibles de la base de control aéreo de Merón son golpeados con precisión. Según Hezbolá, el ataque causó “bajas directas y confirmadas”. Las escenas confirman que el ataque con misiles guiados Cornet E-M de última generación, pone a Israel ante un dilema real. Hezbolá logró empujar la línea del frente con Israel ocho kilómetros dentro de las fronteras de Palestina ocupada, y por pr imera vez los generales sionistas se enfrentan a la prueba de recibir fuego directo de la resistencia. El régimen de Netanyahu debe elegir entre callar ante este golpe humillante y peligroso para la seguridad de sus mandos militares y el curso de sus operaciones contra Líbano, o avanzar hacia una respuesta cuyas implicaciones y límites son difíciles de predecir. Semanas atrás, el ministro de Defensa sionista, el ex general de división Yoav Galant, advirtió a Hezbolá que si desataba una escalada, Israel devolvería a Líbano “a la Edad de Piedra”.

Por otra parte, la respuesta de Irán está en suspenso. El 5 de enero, la bandera roja de la venganza fue izada en la cúpula de la mezquita de Jamkaran, cerca de Qom. Un día después, el general Hossein Salami, comandante de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, dijo que Irán enfrenta “una batalla sin cuartel contra el enemigo” (sionista-estadunidense) y llamó a defender los “intereses vitales” de la nación. Aventuró que Israel podría “sufrir pronto el cierre del mar Mediterráneo, el estrecho de Gibraltar y otras vías fluviales”.

Con sangre y #Bombas: #Israel trata de ocultar sus miserias

#Guerra #Genocidio #Palestina #Gaza #MedioOriente

Con más de 10 000 muertos palestinos (4 100 niños y 2 600 mujeres) en su más reciente agresión a la Franja de Gaza, esta continúa con la inminente amenaza de una invasión terrestre para destruir todo lo que encuentre a su paso, y el fanatismo que raya en la locura de un ministro que llama a utilizar la bomba atómica.

Así, Israel trata de afianzar su poder en el Medio Oriente, aupado por el imperialismo norteamericano y una Europa cómplice del genocidio.

Hay toda una parafernalia de odio alrededor de este crimen de lesa humanidad, con médicos israelíes que piden la muerte de todos los palestinos, autoridades que obligan a personal árabe que labora en Israel a regresar a la Franja y ser víctimas de los ataques, mientras los medios de comunicación occidentales tratan de presentar al victimario como la víctima, alegando que fue la organización Hamás la que inició las hostilidades.

Detrás de todo esto, de esa leyenda sobre el Estado erigido sobre la sangre palestina, se oculta la verdad de un régimen que se ha ido depauperando, sea quien sea el que esté en el poder, hoy con un Netanyahu embarrado por prácticas corruptas y la ira popular por medidas draconianas.

La propia propaganda imperial hace que en Occidente se suela ver a Israel como un país excepcional en el Cercano Oriente: en medio de regímenes árabes autoritarios y depauperados, aparece como un Estado próspero económicamente, avanzado en tecnología y democrático.

Pero el investigador Michael Roberts, con el sólido apoyo estadístico y analítico que le caracteriza, muestra que, a pesar del masivo apoyo económico y militar de EE.UU., tal imagen es cada vez más una caricatura.

Y es que Israel afronta un futuro muy problemático tanto por el endémico enfrentamiento con la población palestina e inmigrante, como por las rémoras insalvables de una economía neoliberal y militarizada basada en la desigualdad y el desmantelamiento del Estado.

Recordemos que, en marzo, se celebró su aniversario 75, por lo que la revista The Economist comentó que Israel «es enormemente rico, más seguro de lo que ha sido durante la mayor parte de su historia, y democrático: es decir, si se está dispuesto a excluir los territorios ocupados» (¡sic!). Ha superado guerras, sequías y pobreza con pocos recursos naturales, aparte del factor humano. Es un caso atípico en Oriente Próximo, un centro de innovación y un ganador de la globalización.

BROMA DE MAL GUSTO

Estas palabras parecen ahora una broma de mal gusto, si tomamos en cuenta los acontecimientos de las últimas semanas o, también, si nos fijamos en la verdadera historia del Estado israelí.

Esa historia es la de unos inmigrantes judíos que llegaron a Palestina con el gran objetivo de establecer un Estado refugio para los judíos en su patria junto a los habitantes árabes. Muchos de estos sionistas soñaban con que Israel se convirtiera en una sociedad socialista modelo, con una propiedad comunal y gestionada a través de comunas locales o kibutz, como alternativa democrática al gobierno de jeques y generales en los Estados árabes.  

La realidad fue que, en la práctica, los inmigrantes judíos que se instalaron en Palestina y establecían el nuevo Estado socialista solo podían hacerlo expulsando violentamente a cientos de miles de árabes de sus hogares y de sus tierras.

Ahora bien, gracias a la combinación de una inmigración masiva (que duplicó la población judía), de enormes inversiones extranjeras de las comunidades judías ricas y de capital estadounidense, así como la creación de una fuerza militar potente, la economía de Israel creció muy rápidamente a partir de 1948. Fue la edad de oro del capitalismo de posguerra, cuando las tasas de beneficio eran elevadas, y la inversión, fuerte.

El llamado Estado socialista democrático de Israel tenía que desaparecer, si los capitalistas israelíes querían prosperar. Y así, como en muchas otras economías capitalistas, los israelíes eligieron gobiernos que pretendían acabar con el socialismo y abrir la economía al capital sin restricciones, al tiempo que reducían el estado de bienestar de Israel y el apoyo a colectivos como el kibutz. Israel entró con fuerza en la era neoliberal, que, globalmente, duró las dos o tres décadas siguientes.

REAGAN-THATCHER, COMO MODELOS

Con una política calcada a la de Reagan en EE.UU. y a la de Thatcher en el Reino Unido, entre 1986 y 2000 se vendieron 83 empresas estatales por un total de 8 700 millones de dólares estadounidenses. La aerolínea nacional ELAL, la red de telecomunicaciones Bese, todos los grandes bancos y otros cinco grandes conglomerados fueron vendidos a compradores seleccionados por el gobierno. Entre los compradores se encontraban muchos de los más ricos de Israel, junto con judíos estadounidenses adinerados y otros conglomerados extranjeros. Ninguna de estas empresas cotizaba en bolsa para su venta. Por ejemplo, el gobierno vendió Israel Chemical Ltd. a la familia Heisenberg a través de una licitación privada que se llevó a cabo entre 1993 y 1997.

Pero esto no ha durado. En el siglo XXI, como muchas otras economías emergentes, la economía capitalista de Israel encuentra cada vez más dificultades. Por supuesto, la gran diferencia es que, en su guerra perpetua con los Estados árabes vecinos, Israel ha contado con el respaldo total de Estados Unidos y del capital occidental. Así que, incluso enfrentándose al conflicto permanente con sus vecinos árabes y a los levantamientos de los palestinos desplazados, ha sido capaz de sobrevivir económicamente, y también de desarrollar una formidable fuerza militar.

Irónicamente, la inmigración masiva procedente de la antigua Unión Soviética, la importación de trabajadores extranjeros y el rápido crecimiento natural de la población árabe local, han hecho que Israel sea cada vez menos un Estado judío, en términos de población, y que siga siendo relativamente pequeño, con algo menos de 10 millones de habitantes.

AÚN MÁS REACCIONARIO

Pero el impacto de las políticas neoliberales y la desaceleración económica no han provocado un giro a la izquierda. Por el contrario, el miedo a los ataques árabes y el fracaso de cualquier oposición socialista alternativa eficaz han provocado el auge de los partidos políticos religiosos y étnicos. El capital israelí ha jugado las cartas de la raza y la religión para evitar cualquier confrontación en relación a sus fracasos económicos y sociales.

Las crisis económicas han continuado a intervalos regulares en el siglo XXI. En el 2003, Netanyahu recortó las prestaciones sociales, privatizó más empresas estatales, redujo el tipo máximo del impuesto sobre la renta, recortó drásticamente los servicios del sector público e impuso leyes antisindicales.
 
Siguió la Gran Recesión del 2008-2009 y luego el desplome pandémico del 2020, cuando el PIB cayó un 7%. El declive económico relativo de la economía israelí se revela en la tasa de crecimiento real del PIB en la Edad de Oro, la crisis de rentabilidad de los años 70, el período neoliberal y, ahora, en la Larga Depresión de los años del 2010 en adelante.

En los últimos diez años, los kibutz colectivos han desaparecido rápidamente para ser sustituidos por viviendas suburbanas de alta gama. El valor de la tierra se ha disparado con la especulación inmobiliaria. Se ha producido una erosión continua de la financiación de la sanidad y de otros servicios públicos, lo que ha provocado un aumento del coste privado de la sanidad, que se añade a las crecientes diferencias en el acceso a los servicios entre quienes tienen dinero y quienes no.

El sueño socialista del primer Estado israelí ha dado paso ahora a la realidad capitalista. La brecha entre las rentas más bajas y las más altas en Israel es la segunda más alta del mundo industrializado, y el índice de pobreza infantil solo es superado por México, entre los países desarrollados. Por promedio, uno de cada tres niños israelíes vive en la pobreza, y una de cada cinco familias subsiste muy por debajo del umbral de la pobreza.

DESIGUALDAD

Israel es uno de los países de renta alta más desigual. El 50% más pobre de la población gana una media de 57 900 NIS (nueva séquela, equivalente a 0,25 euros, aproximadamente CSH), mientras que el 10% más rico gana 19 veces más. Así, los niveles de desigualdad son similares a los de EE.UU., con el 50% inferior de la población ganando el 13% de la renta nacional total, mientras que la parte del 10% se lleva el 49%.

Por supuesto, la pobreza y la brecha de desigualdad es mucho mayor para los ciudadanos árabes de Israel, que representan alrededor del 20% de su población. Pero el índice de pobreza también es elevado en las comunidades judías ortodoxas, que representan una décima parte de la población. En cuanto a Gaza y Cisjordania, los niveles de pobreza son horrendos.

En marcado contraste, la concentración de riqueza en Israel es la segunda más alta del mundo occidental. Entre los notorios feudos familiares figuran: Alison, Boro Vich, Dakar, Afer, Vino, Hamburgo, Diezman, Wertheimer, Zis Apel, Revive, Federmann, Saben, Fishman, Sachar, Kiss, Strauss, Seltzer y Suva. Estas familias controlan colectivamente una quinta parte de los ingresos generados por las principales empresas de Israel, y estas 500 empresas principales representan el 40% del sector empresarial y el 59% de los ingresos nacionales.

Esta última guerra, convertida en genocidio, no hará caer la economía israelí. El gobierno cuenta con el apoyo militar y financiero de Estados Unidos.

La guerra continua puede beneficiar a los fabricantes de armas y a los militares, pero a largo plazo reduce la rentabilidad y la inversión en los sectores productivos de la economía. Y para los trabajadores, aparte de la horrible pérdida de vidas, significa una camisa de fuerza para mejorar sus condiciones de vida y el desarrollo humano.

Los gobiernos capitalistas de Israel no tienen solución para el interminable conflicto con el pueblo árabe bajo su ocupación y en sus fronteras. Ahora, con el estallido de otra guerra a un nivel grotescamente intensificado de violencia y represalias, las dulces palabras de The Economist en el aniversario 75 de Israel saben muy agrias, tanto para la población palestina como para la israelí.