EN VIDEO: Nuevas mentiras sobre la realidad de #Cuba se tejen en redes sociales

#FakeNews

#Mercenarios

Hace pocas horas, #NuevasMentiras​ sobre la realidad de #Cuba​ se tejen en #RedesSociales​. La narrativa de personas pagadas por agencias federales de Estados Unidos, buscan crear sobre Cuba una imagen totalmente manipulada, y a la vez, desconoce el esfuerzo tremendo de la nación para frenar el Rebrote de la COVID19. Sobre el tema, profundiza esta noche Humberto López.

Que tipo mas desagradable y mentiroso es este Mercenario!!!!!

Crónica de un fracaso anunciado

#CubavsBloqueo

Publicado por editormiradas

En el escenario actual la contrarrevolución tradicional y la de cuello blanco, buscan con saña situaciones o hechos de carácter extraordinario acontecidos dentro del país, para tratar de equipararlos y forzar paralelismos con otros de mucha mayor connotación y de causas diferentes que ocurren en el extranjero, principalmente en  EE.UU.

Eso tiene como propósito fundamental, aprovechar el impacto en la opinión pública nacional de hechos como el del asesinato por la  policía estadunidense del afroamericano George Floyd,  para manipular y  magnificar eventos acaecidos en Cuba, fomentando estados de opinión y sentimientos de irritación y rechazo a la actuación de las autoridades cubanas, que desemboquen en enfrentamientos con estas y conduzcan a la desestabilización el país.

Con los fines descritos se encuentran utilizando inescrupulosamente la muerte de un ciudadano de la capital, violento, de pésima conducta social, que agredió a un miembro de la PNR el cual  se vio precisado a usar su arma en legítima defensa.  El oficial, herido, con un brazo inutilizado, derribado por el impacto de las varias piedras que le arrojó su agresor,  tuvo la entereza de disparar a la parte baja del cuerpo de este.

Desafortunadamente, según los elementos aportados por la nota oficial del Ministerio del Interior y los publicados por el influencer revolucionario el Guerrero Cubano sobre el suceso, la topografía del terreno, la posición que tenía el occiso en el momento de recibir el disparo y  la del policía  en el instante de efectuarlo, así como la interposición de la estructura ósea que habría desviado la trayectoria del proyectil, fueron factores que al conjugarse provocaron la muerte de esa persona.

Como era de esperarse la escudería mediática de la contrarrevolución y sus replicantes internos tratan de manipular el hecho y posicionar la versión de que fue un asesinato. Con esa matriz de opinión esperan justificar la realización de provocaciones disfrazadas de “manifestaciones pacíficas” en “protesta” por la mencionada muerte. Como parte del show que están montando se encuentran desarrollando una fuerte campaña de convocatoria a estas acciones utilizando las redes sociales.

Para reforzar dicha matriz de opinión tratan de darle a lo ocurrido un matiz racista, lo que a su vez le da continuidad a mensajes introducidos en publicaciones surgidas a raíz del asesinato del afroamericano George  Floyd con las cuales han pretendido equiparar los vestigios de racismo que aún persisten dentro de la sociedad cubana, con él que ferozmente corroe las entrañas de la norteamericana y que su gobierno que lo practica, intenta cínicamente esconder.

Escala el imperio en esta su nueva campaña contra nuestro país, introduciendo en ella al The Washington Post, quien abandona toda ética periodística, al prestar espacio y visibilidad mediática a la pluma mercenaria del contrarrevolucionario Abraham Jiménez Enoa para que tergiverse y mienta sobre lo ocurrido. De esa forma desvela el medio su suboordinación a las políticas de la administración con la que dice estar en desacuerdo.

En este contexto saltan a la palestra pública, los connotados contrarrevolucionarios Iliana Hernández y Luis Manuel Otero Alcántara como  principales organizadores visibles de estas provocaciones, mientras que el apátrida Héctor Luis Valdés Cocho, aparece como el más activo instigador a su realización; este último cuando los sucesos de la subestación de la PNR de Calabazar fue el primero que trató de manipular lo ocurrido. El mismo  cumplió sanción en 2018 por Apropiación Indebida y posee múltiples antecedentes de contravenciones por Prostitución y Alteración del Orden; en la actualidad administra una página subversiva. Los dos anteriores poseen un conocido y amplio palmaré al servicio del imperio.

A propósito del hecho de Calabazar  donde resultó asesinado un combatiente de nuestra policía y dos heridos, uno de gravedad, por un delincuente común, esa   lacra que adversa a la Revolución, cínicamente trató de transformar al criminal  en  héroe, mientras los embozados en trajes de “revolucionarios” internos optaron por ignorar lo ocurrido. Ese doblez descubre en todos ellos la hipocresía de sus clamores de justicia y las oscuras intenciones que estas ocultan.

Nunca es grata la muerte de una persona, mucho menos puede ser motivo de regocijo. Ningún ser humano que haga honor a su condición de tal, jamás se refocilaría con una de ellas, siempre se lamentan, pero cuando alguien trata de privar de la vida a un semejante, y eso era lo que intentaba hacer el fallecido, no puede censurársele al agredido el haberse defendido.

Pero nuestros adversarios, desprovistos de dignidad y de sentimientos humanos y patrios, cegados por el odio y la frustración, usan la muerte de esa persona como fuente de ingreso. Por supuesto de ingreso de dinero proveniente del peor enemigo, de la tierra donde nacieron.

Al final todos estos agitadores de internet, que tratan de provocar una reacción violenta del pueblo a partir de la manipulación de sus nobles sentimientos, son tan dependientes de ideas ajenas y están permeados de tantos sentimientos apátridas que, no alcanzan a entender que más de 60 años de limpia historia de la Revolución no se pueden borrar o adulterar con mentiras y calumnias, y que al que intentan embaucar es un pueblo culto, protagonista del proceso revolucionario y por lo tanto el principal constructor de esa historia. Lo ofenden al tratar de engañarlo.

Ciegos y sordos a esa realidad quieren tomar el cielo por asalto, sin percatarse que, el firmamento está demasiado alto para ellos y que Cuba seguirá resplandeciendo en él con su ejemplo de hidalguía, dignidad y victoria sobre los que desean hacerla caer.

El escenario que anhelan no lo van a poder crear, una vez más se cogerán el dedo con la puerta.

La Hipocresía yanqui al descubierto.

Por heraldocubano/Arthur González.

La administración del presidente Trump pretende desprestigiar a Cuba y acusarla de “esclavizar” a sus médicos, sin embargo, en medio de la terrible pandemia que ha causado la muerte de más de 125 mil 800 estadounidenses, cerca de una cuarta parte del total mundial, en días pasados presentó un recurso ante la Corte Suprema de Justicia, para derogar el llamado Obamacare, un sistema que proporcionó seguro médico para ayudar a millones de estadounidenses de escasos recursos.

Mientras eso ocurre en Estados Unidos, Cuba envía a sus médicos a salvar vidas por el mundo, pero como eso disgusta a los yanquis, el 17 de junio 2020 bajo el auspicio de los senadores Rick Scott, Marco Rubio y Ted Cruza, se presentó al Congreso un proyecto denominado “Ley de Reducción de Ganancias para el Régimen Cubano”, que busca incrementar su guerra económica y financiera contra la Revolución, con el único fin de ahogarla y causar más penurias al pueblo, ante la limitación de recursos.

Doble moral e hipocresía de esos gobernantes, que nunca les ha importado que se mueran los ciudadanos que carecen de recursos para costear los tratamientos médicos, medicamentos e ingresos hospitalarios.

Realmente a Estados Unidos no le interesa que el personal de la salud de la Isla reciba mejores salarios, pues cuando algún médico abandona la misión en el exterior, imbuido por las falsas promesas de una vida más cómoda, no le ofrecen trabajo y los dejan solos a su suerte, y en la inmensa mayoría de los casos nunca vuelven a ejercer su profesión.

¿Por qué no envían los yanquis a sus médicos a servir en países pobres con difíciles condiciones y le pagan altos salarios?.

Si tanto les preocupa que los médicos cubanos ganen menos dinero, que propongan sustituirlos por estadounidenses en Haití, Kenia, Guinea Bissau, el Congo, Angola, en la Amazonía brasileña y ecuatoriana, Venezuela, Granda, Jamaica, Dominica, Surinam, Nicaragua, Martinica, o Sudáfrica, a ver cuántos aceptan servir a esas poblaciones de pocos recursos, donde muchos viven en condiciones infrahumanas.

Los médicos y enfermeros de Estados Unidos están formados para    ganar miles de dólares, mientras que los cubanos ayudan a los necesitados en recónditos lugares, educados para salvar vidas, sin mirar de qué lado se vive mejor, algo que los yanquis no entienden.

Estados Unidos ambiciona en conformar la matriz de opinión de que “las misiones médicas cubanas manejadas por el gobierno de la Isla, son un ejemplo de trabajo forzado”, solo con el solapado propósito de sancionar a Cuba y cortarle la entrada de divisas, incluso extendido ahora a los países que se atrevan a contratar a su personal médico.

A la campaña anticubana del inventado “Tráfico de Personas” que hace Cuba con sus médicos, se sumó Ivanka Trump, hija del mandatario, quien ocupa el cargo de asesora presidencial, gracias a su padre, a pesar de no tener la menor experiencia en política, pero como toda mentira sale siempre a la luz, las declaraciones de Mike Pompeo, Secretario de Estado, demuestran la indiscutible intensión que buscan, al afirmar: “Las misiones médicas son la principal fuente de ingresos del régimen”.

Cabe esperar que, aprovechando la pandemia, arremetan contra el turismo y diseñen alguna patraña a fin de evitar la entrada de visitantes a la Isla.

Esa es la verdad y no la supuesta “preocupación” por el salario que reciben los médicos cubanos, porque como afirmó José Martí:

“La capacidad para el engaño, es revelada por el engaño mismo”.

Nobel Peace Prize: Cuban health solidarity workers have earned it!

Author Emile Schepers

Hundreds of organizations in countries around the world are supporting the nomination of Cuba’s Henry Reeve Brigade for its international solidarity work in fighting the Covid-19 pandemic. But the Trump administration and the right wing in the United States are trying to sabotage this valuable contribution to public health, even going so far as to threaten countries that accept the help of the highly respected Cuban medics.

To counter these shameful actions by our own government, it behooves us, as citizens and residents of the United States, to organize the strongest possible support movement for the Henry Reeve Brigade that we can muster. There are many ways to do this, and an important one that is strongly gaining ground is to support the Brigade for this year’s Nobel Peace Prize.

What is the Henry Reeve Brigade?[i] This is a group of Cuban doctors and health-care workers formed by President Fidel Castro in 2005 with the idea of traveling to New Orleans to provide help to the thousands of people impacted by Hurricane Katrina in that year. So the first country to which the Brigade offered its assistance was, in fact, the United States, but the government of George W. Bush rudely rebuffed the offer, despite the well-documented need for such services. Instead, the Henry Reeve Brigade was redeployed to other countries in need, notably to help after a massive earthquake in Pakistan in October of that same year. Since then the contingent has worked in a great many countries all over the world. The Cuban doctors worked alongside U.S. and other international medical contingents in the aftermath of the earthquake that hit Haiti in January 2010, in an atmosphere of mutual respect and cooperation. And in 2014, the Brigade performed heroically in the context of the terrifying Ebola epidemic in West Africa. In recognition of this, the main Norwegian labor union federation nominated it for the Nobel Peace Prize in 2015. However, the prize was given to two other very worthy candidates who were outstanding in their fight for the rights of children: Pakistan’s Malala Yousafzai and India’s Kailash Satyarthi.

Actually, Cuba had been sending doctors to numerous poor countries since 1963. This is made possible because Cuba has built up its own high quality health-care system, and its supply of highly trained doctors and other health professionals, to the point that it has far more doctors relative to its population than the United States has, and of course many more than those available to the poor countries of Asia, Africa, and Latin America. The Cuban medical system has adopted a preventive public health approach, which has allowed Cuba to surpass many more wealthy countries on numerous measures of quality of health and health care. Doctors and health-care workers receive absolutely free training, and patients receive absolutely free services as well.

The value of this approach is now illustrated by Cuba’s own Covid-19 statistics; by means of a strong quarantine regime and intensive community outreach, infections and deaths in Cuba, though not zero (there have been 85 deaths as of June 20), are far fewer than in many other Latin American countries, and proportionately much lower than in the United States.

It comes as no surprise that Cuba has mobilized its international health solidarity resources to help fight the Covid-19 pandemic in many countries all over the world. Already in 2019, 28,000 Cuban health solidarity workers were applying their skills and dedication in 59 different countries. Now more have been sent overseas, including the crack Henry Reeve Brigade. The Cuban solidarity work has been praised in countries rich and poor, and even some countries with right-wing governments have gratefully accepted the Cuban help.

And how has the U.S. government responded—with praise and offers to cooperate? On the contrary! For some time, there have been efforts by U.S. officialdom to undermine the Cuban health-care system by trying to get Cuban doctors on overseas health solidarity missions to defect to the United States, using the promise of big salaries here. Now the Trump administration and some Republican politicians have decided to go on the attack, not only against the Cuban health-care system abroad and on the island, but against those countries which have asked for and received Cuba’s solidarity help.

The Trump administration uses specious claims about the Cuban health workers as propaganda to support its sabotage efforts. It claims that the health workers are being exploited to provide money for the Cuban national budget, and that therefore countries which host them are engaged in “human trafficking.” Now Republican Senators Ted Cruz, Marco Rubio, and Rick Scott, all Republicans, are introducing legislation that would threaten any country which contracts with Cuba for health-care personnel with possible sanctions for such “trafficking.”

These accusations are ridiculous; the health workers are willing volunteers, and they serve in order to help sick people overseas and also help their own country, which has been the target of a vicious 60-year economic blockade by the United States. The Cuban doctors’ services are provided free to the poorest countries, but Cuba is itself hardly wealthy. So why should Cuba, with its population of slightly over 11 million and a per capita Gross Domestic Product (Purchasing Power Parity method) of about $12,000 per year, be expected, in effect, to provide “foreign aid” to Italy, with a population of over 60 million and a per capita GDP of about $40,000 per year?

The threat by the Trump administration and the three Republican senators to sanction countries that receive this help from the Cubans has caused deep offense, being seen, correctly, as one more U.S. attack on the national sovereignty of poorer countries. Sir Ronald Sanders, ambassador of Antigua and Barbuda to both the United States and the Organization of American States, responded sharply to the threats, pointing out, among other things, that Cuba has also helped train doctors for the Caribbean nations, and that the United States is offering these countries absolutely no help during the Covid-19 crisis. Worse, the Trump administration is working to undermine the World Health Organization, another institution on which poorer nations rely to get help in epidemics and other health emergencies.

The attacks on the Cuban health solidarity programs are on a par with other extremist foreign and domestic policies of the Trump administration and its backers. How can we, in the “belly of the beast,” the United States, counter this?

One way is to make sure we exercise our vote in November. The people of Cuba and of the countries that Trump, Cruz, Rubio, and Scott are now threatening cannot vote in the U.S. elections; only we can remove Trump and his minions from power.

But there are other ways too. There is a campaign to get city councils and state legislatures to pass resolutions calling for an end to the U.S. economic blockade of Cuba; as of last year, more than a dozen cities have already done so, with more in the pipeline, including New York City.

Nobel Peace Prize for the Henry Reeve Brigade

And now there is another big opportunity for us to speak out forcefully.

More than 168 organizations in dozens of countries around the world are engaged in a campaign to get the Nobel Peace Prize this year awarded to the Henry Reeve Brigade. This is a much larger effort than the one that fell short in 2014, and the high visibility of Cuba’s worldwide struggle against the Covid-19 epidemic increases the chances of success.

In the United States, a petition on the subject has been initiated by Code Pink and is supported by the National Network on Cuba, the Council on Hemispheric Affairs, the International Committee for Peace, Justice and Dignity, the CPUSA, and many other organizations.

Here is the link to the petition.

Please do the following:

*Sign the petition, adding supportive comments if you are so inspired.
*Circulate it online and in all your social media.
*Get all the organizations you can to join in this important campaign!

¡Viva la Brigada Henry Reeve!

Covid-19

C’bean among countries unfairly targeted by US senators over Cuba

Sir Ronald Sanders

Three US senators — who have done little to advance the interests of the Caribbean and with whom requests for meetings by many Caribbean ambassadors are usually shunted to their staff — are now proposing US Government punishment for Caribbean countries that request assistance from Cuba for medical personnel.

The three senators are all members of the Republican Party. Two of them represent Florida — Marco Rubio and Rick Scott — and the other, Ted Cruz, is a senator from Texas. Senators Rubio and Cruz have strong Cuban heritage and are known to be virulently opposed to the Cuban Government. Senator Scott is a former governor of Florida and has been a senatorial representative of the state since 2019, having run a campaign wooing the significant Cuban-American population.

On June 17, the three senators introduced in the US Senate the Cut Profits to the Cuban Regime Act, which, if it is adopted, will penalise any Government, worldwide, that contracts with the Cuban Government for the provision of medical personnel. Since many Caribbean governments have such contracts with Cuba, they all stand to be targeted.

Among the measures that the Bill, sponsored by the three senators, seeks to impose are “a requirement that the Department of State publishes the list of countries that contract with the Government of Cuba for their medical missions programme”, and that the contracts be considered “as a factor in considering that country’s ranking for Trafficking in Persons (TIP) report”.

In other words, these three US senators are seeking to disregard the sovereign right of other countries to enter arrangements with Cuba. In any event, a principle of international law and norms is being casually disdained as if the rights of independent states do not matter.

The senators also show a remarkable indifference to the critical public health emergency confronted by all Caribbean countries, particularly now in the seemingly endless era of the COVID-19 pandemic and its disastrous effects.

Had the three senators considered a discussion with Caribbean representatives before they introduced their Bill they would have learned that, for many countries of the Caribbean, the presence of Cuban medical personnel has made a huge and beneficial difference to their capacity to manage COVID-19 and its spread. It is no exaggeration to say that without the Cuban medical personnel the medical system of several Caribbean countries would have collapsed.

The senators would also have been reminded that the United States, despite all its great resources, found it difficult — and are still finding it difficult — to respond to the demands that the pandemic has placed on its public health system. If the US cannot cope, how would any objective person believe that the Caribbean can do so without help?

Further, the senators might have considered what assistance the US provided to the region in terms of the medical personnel that they urgently needed and continue to need.

Senator Scott is reported to have said that, “Any country that requests medical assistance from Cuba is aiding their human trafficking efforts”, because, in his view, Cuban medical personnel sent abroad are “forced labour”. Caribbean countries have had no experience that substantiates this opinion. Indeed, Cuban medical personnel have conducted themselves with professionalism, integrating well with local medical teams, and passing on their knowledge and experience.

Caribbean countries have no basis for believing that the medical personnel are “forced labour”. But, if the Government of any country believes this claim to be true, there are international bodies to which it can be taken and evidence proffered in support of a decision to uphold the allegation.

Caribbean representatives would have encouraged the senators to pursue such a definitive course of action, which all governments would have respected. One attempt to internationalise this claim by a private European-funded group came to nothing.

Had they had the chance to do so, Caribbean representatives would have reminded the three senators that COVID-19, in addition to being a public health emergency, is wrecking the economies of Caribbean countries, some more severely than others, but all without exception. They are now confronted with their greatest economic challenge. Government revenues have dropped drastically, expenditures have increased extraordinarily, and employment and poverty are expanding rapidly. In all this, there has been a poor response from richer countries that could have helped.

The Caribbean needed to get COVID-19 under control; not only to save lives in their communities, but also to salvage their economic prospects, now and in the future.

Cuba has provided Caribbean countries with medical assistance for over 30 years; the present contingent of Cuban personnel is not a new development. These arrangements have been formally negotiated and set out in contracts. Further, Caribbean governments have knowledge of the circumstances of Cuban medical personnel because for three decades, Caribbean doctors have trained in Cuba on scholarships that richer neighbouring states have not offered. Until and unless other governments step up to help, Caribbean governments will be constrained to get assistance from where they can, including Cuba.

The senators would also have been advised that most Caribbean countries have worked closely and well with the US Government to curb human trafficking. An attempt to mar this cooperative work by introducing a political dimension to it, particularly a very narrow one, would be tragic. A conversation with the senators would be welcome.

The hemisphere — like the rest of the world — needs cooperation in improving the human condition; what it does not need is coercion for political purposes.

Cuba la obsesión de Trump

Frustrado por no poder doblegar al pueblo cubano a pesar del recrudecimiento de la guerra económica, comercial y financiera, Donald Trump y sus más cercanos colaboradores, insisten en su errática política obsesiva de destruir a la Revolución cubana, herencia dejada por las diez administraciones que le precedieron, que tampoco pudieron alcanzarlo.

Considerado como el peor presidente de Estados Unidos, Trump, vuelve con su método favorito de las sanciones, y por eso el pasado 2 de junio del 2020 firmó una nueva Orden Ejecutiva, donde le exige al Departamento de Estado tomar medidas represivas específicas, contra las naciones que ellos consideran “violadoras” de las libertades religiosas.

Por supuesto que Cuba encabeza el listado, junto a Irán, China y algunas más, que no se someten a los dictados de Washington y por tanto, deben ser estigmatizadas para continuar el cerco subversivo, con la esperanza de arrodillarlos.

Para materializar las nuevas medidas contempladas en esa Orden, titulada “Avance de la libertad religiosa internacional”, instruyó al Departamento de Estado y a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, a que “financien programas que promuevan y protejan las libertades religiosas en el extranjero”, e indicó que los diplomáticos yanquis deben aumentar los esfuerzos para presionar a los países aliados, a fin de sumarlos a la condena.

Dicha Orden está respaldada por un presupuesto de 50 millones de dólares, para ejecutar acciones subversivas en el interior de los países condenados, algo que Cuba conoce perfectamente pues en los últimos 25 años Estados Unidos logró introducir en la Isla, más de cien nuevos movimientos religiosos para su labor subversiva, los que disponen de un fuerte financiamiento.

Así nacieron las llamadas casas culto de religiones no reconocidas, en barrios de las ciudades y en zonas montañosas del país, las cuales fueron abastecidas con medios materiales atractivos para atraer a los creyentes, restándole feligreses a iglesias tradicionales como la católica y protestantes, de larga data entre la población cubana.

El hecho de que sea la USAID la llamada a trabajar en la supuesta libertad religiosa, marca sin discusión la mano de la CIA, porque es alto conocido como se escudan tras esa agencia para llevar a cabo programas de subversión política.

Tanto el Vaticano, como el Consejo Mundial de Iglesias, conocen perfectamente que en Cuba hay libertad religiosa y nunca se cerró una orden o un templo.

La verdad innegable es que en la Isla están presentes católicos, protestantes, ortodoxos de ritos ruso y griego, el judaísmo, islamismo, budismo, espiritismo, religiones cubanas de origen africano, yorubas, abacuás y bantú, más Fe baha’is y los yogas.

Todas trabajan con total libertad y autonomía de culto. Reciben de sus iglesias madres recursos para su actividad, entre ellos literatura bíblica. Acogen anualmente a múltiples delegaciones e invitados extranjeros y organizan eventos nacionales, regionales y mundiales.

Las instituciones religiosas son propietarias de sus templos y bienes. Un grupo importante de instituciones religiosas evangélicas cubanas poseen centros propios para la formación de su personal consagrado y jóvenes cubanos terminan sus estudios religiosos en otros países sin impedimento alguno.

La Iglesia Católica cuenta con varios seminarios, donde cursan estudios los novicios para la formación de su clero.

Las diferentes religiones editan y distribuyen en el país cerca de 60 publicaciones y, coordinado por el Consejo de Iglesias de Cuba, mensualmente transmiten un programa mensual por emisoras de radio.

Los obispos de la Iglesia Católica acceden a los medios radiales y televisivos provinciales y nacionales durante las principales celebraciones litúrgicas, como la Semana Santa, Día de la Caridad y la Navidad, incluidas las celebradas por el Papa.

Desde que la pandemia de la Covid-19, obligó al cese de las actividades masivas, la Tv y la radio transmiten todos los domingos las misas celebradas en la Iglesia del Cobre, donde está la imagen de la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba, y las ejecutadas por los obispos en las capitales provinciales.

Hogares de ancianos y atención a enfermos en hospitales, es parte de la labor que llevan a cabo las iglesias, en total libertad.

Igualmente, se efectúa un sin número de actividades religiosas y culturales, incluso fuera de sus locales, como son misas, cultos, procesiones, peregrinaciones, rituales, conciertos, toques de tambor, talleres, seminarios y congresos, lo que prueba fehacientemente que en Cuba existe plena libertad religiosa.

Cuba han recibido visitas de los principales líderes mundiales y dirigentes de organizaciones de diferentes religiones, entre ellos los tres últimos Papas, algo que la distingue de otros países de la región que, a pesar de tener más feligreses, nunca han recibido a ninguno.

Juan Pablo II, Benedicto XI y Francisco, celebraron misas públicas y masivas en grandes plazas del país, comprobando la total libertad que tienen los cubanos y la ausencia de represión, como las presenció Juan Pablo II en otras ciudades del mundo.

Las mentiras construidas por una organización “no gubernamental”, financiada por Estados Unidos en su práctica subversiva contra la Revolución cubana, señala que había “documentado 260 casos de violaciones a la libertad religiosa o de creencia en Cuba en el 2019, incluyendo acosos, arrestos y restricciones de viaje”.

Se sabe que esa falacia en fabricada por elementos contrarrevolucionarios, pagados con parte los 30 millones de dólares aprobados por Estados Unidos, para su accionar contra Cuba.

Ni el Vaticano, el Consejo Mundial de Iglesias e incluso ninguna de las cinco sinagogas judías que radican en la Isla, avalan dicha mentira.

El pueblo de Estados Unidos debería pedirle cuentas al presidente Donald Trump, por destinar 50 millones de dólares para esa actividad subversiva e injerencista, en medio de la terrible pandemia que sufre debido al mal manejo de su sistema de salud, causante de 1,8 millones de personas contagiadas y 107 mil 715 muertos, en el país que presume de ser el más rico y poderoso del mundo.

Trump debería informar a su país por destina esos millones para su actuar contra los países que no son de su agrado, en vez de distribuirlos entre los millones de ciudadanos hoy desempleados.

Como preámbulo de la actual Orden Ejecutiva, el pasado mes de abril, la “Comisión de Libertad Religiosa Internacional”, ONG financiada y dirigida por Estados Unidos para manipular sus acusaciones contra los gobiernos que no son de su agrado, publicó su informe anual donde incluyó a Cuba, Nicaragua, Sudán, Uzbekistán, Afganistán, Argelia, Azerbaiyán, Bahrein, República Centroafricana, Egipto, Indonesia, Irak, Kazajstán, Malasia y Turquía, en la llamada “Lista de Vigilancia Especial”, dándole el pretexto a Trump para sus acusaciones.

Esas imputaciones yanquis no tienen basamento real alguno y sus propios informes aseguran que “recabar información sobre las condiciones de la libertad religiosa en Cuba continúa siendo un reto”, hecho que corrobora sus mentiras, pues en la Isla radica un Nuncio Apostólico, la Comisión de Obispos Católicos de Cuba, más el Consejo de Iglesias de Cuba, que agrupa las principales denominaciones protestantes y recibe anualmente decenas de delegaciones extranjeras, entre ellas las procedentes de Estados Unidos.

Genial fue José Martí cuando afirmó:

“Caerá lo podrido y perdurará lo virtuoso”.

Tomado de El Heraldo Cubano.

Progresa candidato cubano de vacuna específica contra COVID-19

Prensa Latina. Biotecnólogos cubanos avanzan en la búsqueda de una vacuna específica contra la COVID-19, a partir de experiencias anteriores con otros inyectables para diseñar su propia estrategia.

El equipo del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología trabaja en un compuesto que genere respuesta inmune específica y además protectora de modo que se evite la replicación de este virus SARS-Cov-2 y sea de larga duración, explicó Iris Valdés, miembro del equipo del proyecto de vacuna contra la COVID-19 de la institución.

Luego de explicar en el programa radiotelevisivo Mesa Redonda que el proceso tradicional de una vacuna, desde la etapa preclínica, hasta los estudios en seres humanos para demostrar eficacia y seguridad, demora años, la científica señaló que en el caso de este proyecto las etapas han sido condensadas.

Resaltó en otro momento que las grandes compañías en el mundo que han podido avanzar en su proyecto lo han logrado a partir de plataformas ya predeterminadas, con una diversidad de estrategias, que abarcan desde las basadas en vectores, atenuadas, inactivadas, hasta las que utilizan ARN, ADN y subunidades recombinantes.

En el caso de nuestra, subrayó, se trabaja en varias estrategias para obtener candidatos basados en plataformas anteriores como las vacunas contra la hepatitis B y la pentavalente, que incluye antígenos contra cinco enfermedades diferentes.

A partir de estas experiencias, subrayó, hemos utilizado esas herramientas para identificar las diferentes regiones del patógeno y obtener la futura vacuna, explicó Valdés.

El centro trabaja en vacunas basadas en subunidades que utilizan diferentes hospederos como bacterias, levaduras y células superiores para obtener antígenos que serán los componentes fundamentales, así como en los diferentes adyuvantes para potenciar la respuesta inmune que genera estos antígenos.

Cuba trabaja desde el primer momento de aparición de casos de COVID-19 en su territorio en una estrategia gubernamental para mantener el control de la enfermedad.

Codepink: Doctores cubanos: realmente merecedores de un premio nobel

Mientras Trump suspende el financiamiento de la OMS, arremete contra China y confisca equipos de protección, la Brigada Médica Internacional Henry Reeve de Cuba está luchando contra COVID-19 en 22 países. Estos doctores realmente merecen el Premio Nobel de la Paz.


Al Comité del Premio Nobel de la Paz:

En medio de esta pandemia mundial sin precedentes en la historia moderna, hay un grupo de un pequeño país que ha proporcionado esperanza e inspiración a personas de todo el mundo: los médicos y enfermeros cubanos que forman parte de la Brigada Médica Internacional Henry Reeve que ahora trabajan en 21 países para combatir el COVID-19. En reconocimiento a su magnífica solidaridad y desinterés, salvando miles de vidas al poner sus propias vidas en peligro, les instamos a que les concedan el Premio Nobel de la Paz de este año.

Henry Reeve, fue un joven norteamericano que a los diecinueve años dejó Brooklyn, Estados Unidos, para unirse a la causa emancipadora cubana y convertirse en general de brigada del Ejército Libertador. La brigada que lleva su nombre fue creada por el líder cubano Fidel Castro el 19 de septiembre de 2005, después de que los Estados Unidos rechazaran la oferta de enviar 1.500 médicos cubanos para prestar asistencia tras el huracán Katrina.

El personal médico (7.400 trabajadores sanitarios voluntarios) de la brigada ha proporcionado ayuda en caso de desastre y antes de la COVID-19, a más de 3,5 millones de personas en 21 países devastados por los peores desastres naturales y epidemias del mundo. Se estima que se han salvado unas 80.000 vidas, como resultado directo de los tratamientos médicos de emergencia de primera línea de la Brigada a los pacientes de esos países. Uno de sus actos más heroicos fue en 2014-2015, cuando la Brigada envió a más de 400 médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud al África occidental para hacer frente a la peligrosa pandemia del Ébola, trabajando en regiones en que las instalaciones de atención de la salud e incluso la infraestructura básica, como carreteras y sistemas de comunicaciones, eran mínimas. Este equipo constituyó la mayor operación médica sobre el terreno en Sierra Leona, Guinea y Liberia.

Por este trabajo de 250 especialistas en naciones africanas durante la peligrosa epidemia de Ébola y su prestigio en áreas de la medicina, la Organización Mundial de Salud (OMS) le entregó el Premio de Salud Pública en Memoria del Dr. Lee Jong-Wook.
La Brigada Henry Reeve es sólo una parte del sistema médico cubano, coordinado por el Ministerio de Salud Pública de Cuba, que ha enviado más personal sanitario a trabajar en el extranjero que toda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por otro lado, mientras EE.UU. quita fondos a la Organización Mundial de la Salud, golpea a China y secuestra Equipos de Protección Personal (PPE) de otros países, los médicos cubanos están luchando contra la COVID-19 en todo el mundo.

En estos momentos que el mundo está sufriendo una devastadora pandemia, la Brigada está trabajando globalmente para combatirla y llevar salud y recuperación a los pacientes afectados. El mundo se conmovió al ver a los cubanos ir a la parte más infectada de Italia, Lombardía, para ayudar a salvar vidas. Desde el 1 de mayo, más de 1.450 miembros del personal médico cubano están luchando contra COVID-19 en 21 países: Angola, Antigua y Barbuda, Barbados, Belice, Cabo Verde, Dominica, Granada, Haití, Honduras, Italia (Lombardía y Piamonte), Jamaica, Nicaragua, Principado de Andorra, Qatar, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Sudáfrica, Surinam, Togo y Venezuela.

Aunque somos conscientes de que el período de nominación ha pasado, pedimos al Comité del Nobel que haga una exención, dada la respuesta excepcional de la Brigada Médica Internacional Henry Reeve a la emergencia mundial causada por el coronavirus. Su ejemplo de abnegación, coraje y solidaridad en medio de la pandemia es incomparable y son verdaderamente dignos de un Premio Nobel de la Paz, el premio más prestigioso del mundo.

Sinceramente,

CodePink.

La #ciencia cubana y todo su incentivo en el enfrentamiento a la #COVID-19

Publicado por Alma

Investigadoras del CIM evaluando resultados de la utilización del anticuerpo monoclonal Anti-CD6 Foto: BioCubaFarma

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Cada día se suman nuevos casos a la larga lista de personas que en el mundo resultan positivas al SARS CoV-2, un virus que no entiende de raza, estatus o poder, y que nos pone a todos en la misma balanza de igualdad frente a la posibilidad del contagio.

Ante tal escenario, la comunidad científica cubana ha volcado todos sus esfuerzos en la búsqueda de protocolos y tratamientos médicos, que ayuden a combatir esta pandemia global. A salvar vidas. Una de las instituciones que apuesta todo su conocimiento en este empeño es el Centro de Inmunología Molecular (CIM).

Según explicó su director general, Eduardo Ojito Magaz, –durante la comparecencia en el programa radiotelevisivo Mesa Redonda–  este centro se involucró desde el comienzo en el enfrentamiento a la enfermedad, incluso antes de que se reportaran los primeros casos confirmados en Cuba.

Dicho actuar, añadió, fue posible a partir de la experiencia de la institución y su devenir en los campos de la innovación y la producción de medicamentos, desde que se fundó en 1994.

«El primer producto del CIM, que salió como candidato para ser utilizado por el personal de salud cubano para enfrentar la COVID-19 fue el anticuerpo monoclonal Anti-CD6 o Itolizumab que, originalmente, se ha empleado para tratar el Linfoma Cutáneo de células T y la Leucemia Linfocítica Crónica».

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