Frustrado por no poder doblegar al pueblo cubano a pesar del recrudecimiento de la guerra económica, comercial y financiera, Donald Trump y sus más cercanos colaboradores, insisten en su errática política obsesiva de destruir a la Revolución cubana, herencia dejada por las diez administraciones que le precedieron, que tampoco pudieron alcanzarlo.
Considerado como el peor presidente de Estados Unidos, Trump, vuelve con su método favorito de las sanciones, y por eso el pasado 2 de junio del 2020 firmó una nueva Orden Ejecutiva, donde le exige al Departamento de Estado tomar medidas represivas específicas, contra las naciones que ellos consideran “violadoras” de las libertades religiosas.
Por supuesto que Cuba encabeza el listado, junto a Irán, China y algunas más, que no se someten a los dictados de Washington y por tanto, deben ser estigmatizadas para continuar el cerco subversivo, con la esperanza de arrodillarlos.
Para materializar las nuevas medidas contempladas en esa Orden, titulada “Avance de la libertad religiosa internacional”, instruyó al Departamento de Estado y a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, a que “financien programas que promuevan y protejan las libertades religiosas en el extranjero”, e indicó que los diplomáticos yanquis deben aumentar los esfuerzos para presionar a los países aliados, a fin de sumarlos a la condena.
Dicha Orden está respaldada por un presupuesto de 50 millones de dólares, para ejecutar acciones subversivas en el interior de los países condenados, algo que Cuba conoce perfectamente pues en los últimos 25 años Estados Unidos logró introducir en la Isla, más de cien nuevos movimientos religiosos para su labor subversiva, los que disponen de un fuerte financiamiento.
Así nacieron las llamadas casas culto de religiones no reconocidas, en barrios de las ciudades y en zonas montañosas del país, las cuales fueron abastecidas con medios materiales atractivos para atraer a los creyentes, restándole feligreses a iglesias tradicionales como la católica y protestantes, de larga data entre la población cubana.
El hecho de que sea la USAID la llamada a trabajar en la supuesta libertad religiosa, marca sin discusión la mano de la CIA, porque es alto conocido como se escudan tras esa agencia para llevar a cabo programas de subversión política.
Tanto el Vaticano, como el Consejo Mundial de Iglesias, conocen perfectamente que en Cuba hay libertad religiosa y nunca se cerró una orden o un templo.
La verdad innegable es que en la Isla están presentes católicos, protestantes, ortodoxos de ritos ruso y griego, el judaísmo, islamismo, budismo, espiritismo, religiones cubanas de origen africano, yorubas, abacuás y bantú, más Fe baha’is y los yogas.
Todas trabajan con total libertad y autonomía de culto. Reciben de sus iglesias madres recursos para su actividad, entre ellos literatura bíblica. Acogen anualmente a múltiples delegaciones e invitados extranjeros y organizan eventos nacionales, regionales y mundiales.
Las instituciones religiosas son propietarias de sus templos y bienes. Un grupo importante de instituciones religiosas evangélicas cubanas poseen centros propios para la formación de su personal consagrado y jóvenes cubanos terminan sus estudios religiosos en otros países sin impedimento alguno.
La Iglesia Católica cuenta con varios seminarios, donde cursan estudios los novicios para la formación de su clero.
Las diferentes religiones editan y distribuyen en el país cerca de 60 publicaciones y, coordinado por el Consejo de Iglesias de Cuba, mensualmente transmiten un programa mensual por emisoras de radio.
Los obispos de la Iglesia Católica acceden a los medios radiales y televisivos provinciales y nacionales durante las principales celebraciones litúrgicas, como la Semana Santa, Día de la Caridad y la Navidad, incluidas las celebradas por el Papa.
Desde que la pandemia de la Covid-19, obligó al cese de las actividades masivas, la Tv y la radio transmiten todos los domingos las misas celebradas en la Iglesia del Cobre, donde está la imagen de la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba, y las ejecutadas por los obispos en las capitales provinciales.
Hogares de ancianos y atención a enfermos en hospitales, es parte de la labor que llevan a cabo las iglesias, en total libertad.
Igualmente, se efectúa un sin número de actividades religiosas y culturales, incluso fuera de sus locales, como son misas, cultos, procesiones, peregrinaciones, rituales, conciertos, toques de tambor, talleres, seminarios y congresos, lo que prueba fehacientemente que en Cuba existe plena libertad religiosa.
Cuba han recibido visitas de los principales líderes mundiales y dirigentes de organizaciones de diferentes religiones, entre ellos los tres últimos Papas, algo que la distingue de otros países de la región que, a pesar de tener más feligreses, nunca han recibido a ninguno.
Juan Pablo II, Benedicto XI y Francisco, celebraron misas públicas y masivas en grandes plazas del país, comprobando la total libertad que tienen los cubanos y la ausencia de represión, como las presenció Juan Pablo II en otras ciudades del mundo.
Las mentiras construidas por una organización “no gubernamental”, financiada por Estados Unidos en su práctica subversiva contra la Revolución cubana, señala que había “documentado 260 casos de violaciones a la libertad religiosa o de creencia en Cuba en el 2019, incluyendo acosos, arrestos y restricciones de viaje”.
Se sabe que esa falacia en fabricada por elementos contrarrevolucionarios, pagados con parte los 30 millones de dólares aprobados por Estados Unidos, para su accionar contra Cuba.
Ni el Vaticano, el Consejo Mundial de Iglesias e incluso ninguna de las cinco sinagogas judías que radican en la Isla, avalan dicha mentira.
El pueblo de Estados Unidos debería pedirle cuentas al presidente Donald Trump, por destinar 50 millones de dólares para esa actividad subversiva e injerencista, en medio de la terrible pandemia que sufre debido al mal manejo de su sistema de salud, causante de 1,8 millones de personas contagiadas y 107 mil 715 muertos, en el país que presume de ser el más rico y poderoso del mundo.
Trump debería informar a su país por destina esos millones para su actuar contra los países que no son de su agrado, en vez de distribuirlos entre los millones de ciudadanos hoy desempleados.
Como preámbulo de la actual Orden Ejecutiva, el pasado mes de abril, la “Comisión de Libertad Religiosa Internacional”, ONG financiada y dirigida por Estados Unidos para manipular sus acusaciones contra los gobiernos que no son de su agrado, publicó su informe anual donde incluyó a Cuba, Nicaragua, Sudán, Uzbekistán, Afganistán, Argelia, Azerbaiyán, Bahrein, República Centroafricana, Egipto, Indonesia, Irak, Kazajstán, Malasia y Turquía, en la llamada “Lista de Vigilancia Especial”, dándole el pretexto a Trump para sus acusaciones.
Esas imputaciones yanquis no tienen basamento real alguno y sus propios informes aseguran que “recabar información sobre las condiciones de la libertad religiosa en Cuba continúa siendo un reto”, hecho que corrobora sus mentiras, pues en la Isla radica un Nuncio Apostólico, la Comisión de Obispos Católicos de Cuba, más el Consejo de Iglesias de Cuba, que agrupa las principales denominaciones protestantes y recibe anualmente decenas de delegaciones extranjeras, entre ellas las procedentes de Estados Unidos.
Genial fue José Martí cuando afirmó:
“Caerá lo podrido y perdurará lo virtuoso”.
Tomado de El Heraldo Cubano.
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