#FidelCastro: “Fue la Ley de #ReformaAgraria precisamente lo que definió a la #Revolución Cubana” 

#Cuba #DíadelCampesino #ANAP

Al arribar al XV aniversario de la promulgación de la Ley de Reforma Agraria, Fidel Castro vuelve a La Plata en la Sierra Maestra. Ese día se realiza un emotivo acto en conmemoración de la muerte de Niceto Pérez, el XV aniversario de la Primera Ley de Reforma Agraria y el XIII aniversario de la creación de la Asociación de Agricultores Pequeños.

Al cumplirse 65 años de la firma la Ley de Reforma Agraria, Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas comparten con sus lectores sus palabras al volver 15 años después aquel histórico lugar.

Queridos compañeros de la dirección del Partido, de la dirección de la ANAP y de la Avanzada Juvenil 17 de Mayo (APLAUSOS);

Representantes de las organizaciones de masas, de nuestra juventud, de nuestro campesinado, de nuestros vecinos de la Sierra Maestra:

Hoy tiene lugar aquí un acto en que se conmemoran tres importantes acontecimientos. En orden cronológico, primero la muerte del mártir de las luchas campesinas Niceto Pérez; después, el XV aniversario de la proclamación de la Ley de Reforma Agraria, y el XIII aniversario de la creación de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños.

Con motivo de estas conmemoraciones, y en esencial por cumplirse el XV aniversario de la Ley de Reforma Agraria, los compañeros dirigentes de la ANAP quisieron efectuar el acto precisamente en este mismo lugar donde se firmó aquella ley hace 15 años.

Claro que llegar hasta aquí no era demasiado fácil. En cierta forma se ha querido conservar este lugar tal cual era en aquellos tiempos, y por eso para llegar hasta aquí hay que llegar caminando. Y ya sabemos cómo son estos caminos y cómo llueve en estas montañas por estos tiempos. Y por eso, en general hemos llegado todos aquí enfangados hasta los ojos.

No puede, desde luego, en un lugar tan pequeño como este y tan abrupto, efectuarse una concentración grande. Por eso los compañeros de la ANAP quisieron hacer un acto eminentemente simbólico, con un reducido número de invitados y con la presencia de ustedes como representantes de los campesinos, de los obreros, de los estudiantes, de los jóvenes, de las mujeres y de las demás organizaciones de masas, incluida la organización de pioneros. Pero no hay duda, a nuestro juicio, que fue una buena idea.

Ciertamente que los compañeros que recogen este acto para la televisión han tenido que subir por esas montañas con esos equipos, y soportar las condiciones de humedad y de lluvia de este lugar; también los compañeros de la radio nacional, hasta incluidos los compañeros artistas, que llegaron hasta aquí haciendo un gran esfuerzo (APLAUSOS); pero los instrumentos de música se quedaron abajo. Afortunadamente, llegó una guitarra de la solidaridad; creo que es propiedad de uno de los compañeros checos.

Pero la idea —repito—, a nuestro juicio, fue una buena idea. No hay duda de que al llegar a estas montañas siempre el espíritu se fortifica, y no hay duda de que este lugar tiene un alto simbolismo en la historia del proceso revolucionario cubano.

¿Por qué se escogió que en La Plata se promulgara la Ley de Reforma Agraria?

Se ha dado en llamar a este lugar la Comandancia del Ejército Rebelde, o la sede de la Comandancia del Ejército Rebelde. En verdad que durante los primeros 18 meses de la guerra nuestro pequeño Ejército Rebelde no tenía realmente una sede, la dirección del Ejército Rebelde se movía con la columna guerrillera, la primera columna, de la cual se formaron posteriormente las demás columnas que salieron de la Sierra Maestra. Y aquella columna se movía incesantemente, a lo largo de la Sierra, desde las proximidades de Pilón hasta las proximidades de Bayamo. Y aquella fuerza tenía su campamento en los firmes de las montañas; y se movía día a día, de firme en firme, por esos lugares empinados, por esos bosques que ustedes pueden en parte presenciar desde aquí.

La sede de la Comandancia del Ejército Rebelde se estableció en este lugar cuando, después de la huelga de abril, la dictadura batistiana organizó la última ofensiva militar contra nuestras fuerzas, y movió hacia esta zona alrededor de 10 000 soldados.

Por aquella época las fuerzas que defendían esta región apenas alcanzaban los 200 hombres; les pedimos el apoyo a la columna que estaba en las inmediaciones de Santiago de Cuba, dirigida por el compañero Juan Almeida (APLAUSOS), y a la pequeña columna de Camilo Cienfuegos, que se movía por el llano (APLAUSOS). Y en total reunimos 300 hombres para resistir la ofensiva.

Pero ya en este lugar se encontraba instalada, a pocos cientos de metros de esta casa, la estación de Radio Rebelde, que había adquirido una gran importancia revolucionaria. En las inmediaciones de esta casa se encontraba también el hospital. En esta misma casa se encontraba nuestra fábrica de armas, es decir, nuestra fábrica de minas y de granadas. En esta misma pequeña explanada donde están ustedes en este momento teníamos lo que podíamos llamar nuestro campo de experimentación de explosivos: ahí probábamos la eficacia de las minas y de las granadas. En este mismo punto se encontraban los depósitos de nuestras escasas balas, la mayor parte de las cuales habían sido ocupadas al enemigo. En esta región se encontraban nuestras escasas reservas de abastecimientos. De modo que se nos planteó la necesidad de defender el territorio firmemente.

En épocas anteriores, cuando era una columna moviéndose y realizando operaciones por la Sierra, no había necesidad de defender ningún punto concreto. Pero ya con el desarrollo ulterior de la guerra, y por estas razones que les explicaba, se hizo necesario defender este punto concreto.

En realidad, las fuerzas eran muy escasas. Los que han atravesado con la Avanzada 17 de Mayo desde Ocujal hasta La Plata, pasando por Palma Mocha, Purialón y La Tasajera para llegar hasta aquí, comprenderán qué difícil resultaba defender con 300 hombres todos los caminos que entraban a la Sierra por el norte, desde las Minas de Bueycito hasta la región de La Habanita, situada a varios kilómetros al oeste de este punto, y defender además todo el territorio situado entre Ocujal y la zona del río Macío.

Y fue entonces en esa ocasión que se estableció en este mismo sitio la jefatura de las fuerzas que iban a defender este territorio, y este territorio se convirtió en un símbolo —digamos— de la Revolución.

No quiero decir que, aun cuando las tropas enemigas hubiesen llegado hasta este mismo sitio y hubiesen tomado Radio Rebelde, ocupado este puesto de mando y ocupado este territorio con sus instalaciones, la guerra se hubiera perdido; porque, lógicamente, se tenían estudiadas también las condiciones para proseguir la guerra aun en el caso de que fuese imposible resistir el empuje de la ofensiva enemiga, pero la lucha se habría prolongado bastante. Se convirtió en una cuestión de honor del Ejército Rebelde, pero más que nada en una cuestión de gran importancia militar, defender este territorio.

Hay que decir que las distintas vanguardias enemigas y las distintas fuerzas llegaron procedentes de muchas direcciones, convergiendo sobre este punto, y que en un momento dado estaban a muy pocos kilómetros, a muy pequeña distancia, por el norte y por el sur de este lugar; y que también ciertos momentos de esa ofensiva enemiga fueron sumamente difíciles. Pero los combatientes del Ejército Rebelde lucharon con excepcional valor, y los hombres trabajaron, se esforzaron y se sacrificaron con verdadero estoicismo (APLAUSOS).

En determinados momentos la aviación atacaba este lugar, proyectiles de mortero caían alrededor de este punto donde nos encontramos, y las fuerzas enemigas presionaban fuertemente.

Pero fue precisamente en las proximidades de La Plata, en el pueblo de Santo Domingo, donde se le propinó al enemigo el primer golpe anonadante durante aquella ofensiva, liquidándole una compañía completa de soldados, luchando contra dos batallones enemigos que en su conjunto sumaban 800 hombres; y los que participaron ese día en las operaciones no pasaban de 50 soldados rebeldes (APLAUSOS).

Con las armas ocupadas en aquella acción, se organizó una fuerza móvil que, actuando en el interior de este territorio, atacó sucesivamente a las fuerzas que avanzaban en distintas direcciones. Así tuvieron lugar los combates de Meriño, la batalla del Jigüe, que se libraba simultáneamente con otros combates en la periferia de esta zona. Y después, los combates de Las Vegas de Jibacoa, Santo Domingo, El Salto, Las Mercedes, Cuatro Caminos, etcétera.

El resultado fue que, al cabo de 70 días de combate, 70 días en que se luchó todos los días, la ofensiva enemiga fue liquidada. Se le ocasionaron al ejército de Batista más de 1 000 bajas y se le ocuparon 504 armas.

Nuestras fuerzas crecieron hasta aproximarse a los 900 hombres, y con aquellos 900 hombres se organizaron las diversas columnas, que después marcharon a diversos puntos de las provincias de Oriente y Camagüey, y las dos que con el Che y Camilo marcharon hasta la provincia de Las Villas.

Esa es la importancia histórica que tiene este lugar.

Podemos decir que por este sitio pasaron todos los jefes de los distintos frentes y las distintas columnas que se organizaron desde la Sierra Maestra. Por este sitio pasaron y en este sitio acamparon el Che, Camilo, Raúl, Almeida, Guillermo García, Ramiro Valdés, y todos los más destacados jefes del Ejército Rebelde (APLAUSOS PROLONGADOS).

Y después de la ofensiva, desde este mismo punto se organizó la contraofensiva revolucionaria, a mediados del mes de noviembre, cuando definitivamente abandonamos la Sierra Maestra, en la fase de la lucha que condujo a la liquidación de las tropas de Batista.

Fue por eso que se escogió este sitio cuando se promulgó la Ley de Reforma Agraria.

Y ciertamente, de todas las regiones del país, fueron los vecinos de estas montañas, en la zona occidental de la Sierra Maestra —desde las inmediaciones de Bayamo hasta las inmediaciones de Pilón—, donde la población campesina sufrió más en la guerra.

Reflexiones de #Fidel

“Esta #Revolución la sabremos defender, no importa cuán poderosos sean los enemigos, no importa cuán poderoso sea el imperio yanki, no importa cuán grandes sean sus recursos!¡Mientras mayor sea el enemigo, mientras más grandes sean los obstáculos, más se crecerá nuestro pueblo, más luchará nuestro pueblo”

Discurso pronunciado en el acto de homenaje a las madres de los becados, en Ciudad Libertad, 13 de mayo de 1962

ALERTA. Esta no es la voz de #Fidel (Video)

#FakeNews #Audio

Todos debemos estar ALERTAS, y es por eso que hoy venimos CHAPEANDO BAJITO, exponiendo la verdad sobre un audio que se ha hecho viral, principalmente en Whatsapp, y que muchos de nuestros hermanos nos han hecho llegar. Estaremos demostrando que se trata de un audio falso, por lo que creímos conveniente mostrarlo a todos, para así evitar que muchísimas buenas personas caigan en el error nuevamente.

Un viaje de buena voluntad: A 65 años de la visita de #FidelCastro a #EstadosUnidos

El 15 de abril de 1959, Fidel Castro inició un viaje a Estados Unidos que se prolongó hasta el 28 de abril. En esta ocasión, viajó como un ciudadano privado en respuesta a una invitación de la American Society of Newspaper Editors (Sociedad de Editores de Periódicos). Este viaje fue detalladamente documentado en el libro “Fidel por el Mundo” escrito por Luis Báez, quien fue uno de los periodistas que acompañaron al Comandante durante su recorrido por Estados Unidos, Canadá y posteriormente por América del Sur.

Al conmemorarse 65 años de este histórico viaje, Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas comparten las memorias recopiladas por el autor de aquellos días:

Sábado, 18 de abril de 1959

La agenda para el sábado 18 registra, como único renglón formal, una recepción al cuerpo diplomático en horas de la noche. El Primer Ministro estrena un uniforme distinto. Guerrera sin medallas ni cintas, camisa blanca y corbata negra.

La mayoría de los embajadores acreditados en la capital estadounidense responden a la invitación. Solo se excusan el nicaragüense y el dominicano.

Cuando se retiran los invitados un grupo se desliza furtivamente de la embajada burlando a los agentes de seguridad. Lo componen seis personas: Fidel, Celia Sánchez y cuatro miembros del Ejército Rebelde.

Pasada la media noche penetran en un restaurante de comida china. Hay sorpresa en los clientes. Fidel se convierte en foco de la atención general. La noticia de su presencia se extiende con rapidez por el barrio, y a pesar de la hora el vecindario afluye al establecimiento.

Desde allí se transmite un programa conducido por Steve Allison, de la estación WWDC. El locutor se anota una exclusiva al obtener una entrevista de Fidel.

A las 3:00 de la madrugada están de regreso a la embajada. En esos instantes cruzan frente a la mansión varias parejas que retornan de un baile. Reconocen a Fidel y enseguida se improvisa otra conversación en plena acera. La charla se prolonga casi hasta al amanecer.

#FidelCastroRuz y los barbudos

#Cuba #Historia

 Fidel Castro Ruz y sus «barbudos» son los auténticos hombres de estado. Fidel, por ejemplo, tuvo muchísimos contactos y charlas con la intelectualidad política y no política en sus tiempos de primer ministro, además de enviar sanitarios a países necesitados; la cultura en Cuba es un hecho y gracias a Fidel; la sanidad otro tanto; la vivienda en la que viven millones de cubanos/as es totalmente gratis, como su luz, a pesar de los apagones por falta de petróleo y que gracias a Rusia y China y por supuesto Venezuela y otros países se puede decir y decimos que todas estas deficiencias van superándose afortunadamente.


Fidel pronunció aquellas palabras: «Patria o muerte» y siguen todos amando y resistiendo a la revolución cubana, todo gracias a Fidel y sus comandantes. si estuviera entre nosotros no permitiría en ningún caso la invasión de los ecuatorianos (algunos) a la embajada de México, seguro. Me atrevo a decir que Fidel se hubiera personado en dicha embajada para  dialogar con ellos y decicir qué hacer. Cuánta falta ( físicamente) nos hace Fidel.  Los pueblos como Cuba, no se detienen y todo gracias a Fidel Castro. La lucha no ha cesado nunca ( desgraciadamente ) de pie, como en el borde  de una tumba, renovaremos el juramento a todos los héroes de la Revolución. Recordar y prever el futuro es lo que hace el cubano de bien.  

*Presidente de la Casa de Amistad Baleares-Cuba

#FidelCastro: “Nuestro pueblo está preparado para defender su #Revolución”

Hace 65 años, Fidel Castro pronuncia un discurso en la Alameda de Paula durante la conmemoración del primer aniversario de la Huelga General del 9 de abril de 1958.

En su intervención, rinde tributo a todos los mártires Patria y a los que cayeron en aquel llamado revolucionario, también exhorta a prepararse para nuevas y grandes batallas en defensa de la naciente Revolución cubana.

Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas comparte momento de aquella alocución.

Familiares de los mártires de la Revolución;

Señoras y señores:

Hace un año, un día como hoy, esta misma ciudad, estas mismas calles, estaban bajo el terror.  Desde allá desde la Sierra Maestra, donde también pasamos por el dolor de aquel 9 de abril, imaginábamos la capital de la república y a todos los pueblos de Cuba en aquella noche triste del 9 de abril, en aquella noche triste después de la derrota, en aquella noche triste que significó uno de los momentos más duros de la Revolución Cubana.  Me imaginaba estas calles, estas calles que ustedes vieron; me imaginaba aquellas perseguidoras, aquellos carros cargados de criminales, aquellas calles repletas de cadáveres, y aquel minuto de escepticismo general que sigue a las grandes derrotas.

No fue la única que hubo de sufrir la Revolución.  La Revolución tuvo muchos días tristes, la Revolución tuvo el fracaso del ataque al Moncada, la Revolución tuvo el fracaso del ataque al Goicuría, la Revolución tuvo el fracaso de la insurrección de Cienfuegos, del desembarco del Corynthia, del ataque al Palacio Presidencial, de la dispersión de los expedicionarios del “Granma” y de la huelga frustrada del 9 de abril.  No fue el triunfo del pueblo un triunfo fácil.  Muchas veces tuvo que sufrir nuestro pueblo la humillación de la derrota y la represión que siguió a cada una de aquellas derrotas.

Bueno es recordar también cómo se sobrepuso el pueblo a cada una de ellas, porque si bien es cierto que fueron amargas y que muchos hombres valerosos cayeron, también es cierto que nuestro pueblo se hizo un propósito y ese propósito se cumplió a pesar de todos los reveses.  Pero aquella del 9 de abril fue la más dura, y fue la más dura porque nunca había concebido el pueblo tanta esperanza como la que concibió aquel día, nunca nos hicimos tantas ilusiones como las que nos hicimos en aquella ocasión.  Puede decirse que fue el golpe más duro que sufrió la Revolución a lo largo de todo su trayecto; pero golpe del que supo rehacerse nuestro pueblo, golpe que cuanto más duro fue para nosotros tanto más honra le cabe al pueblo de Cuba haberlo sabido superar (APLAUSOS), porque en aquella ocasión muchos perdieron la fe, en aquella ocasión muchos se desalentaron, muchos creyeron la Revolución irremisiblemente perdida.  Y bueno es recordarlo, porque de cada acontecimiento histórico debemos sacar nuestra lección, porque precisamente solo los pueblos que aprenden de los acontecimientos históricos pueden llegar adelante, muy lejos en la marcha hacia adelante (APLAUSOS).

Es bueno recordar las horas difíciles, porque hay dos clases de hombres, hay dos clases de ciudadanos:  los que permanecen firmes en las horas difíciles y los que se acobardan en las horas difíciles; dos clases de pueblos:  los que creen en las horas difíciles y los que pierden la fe en los momentos difíciles; los que se sumen al carro de los vencedores, que son los mismos que lo abandonan en los momentos duros; los que tienen fe en las horas de triunfo y los que tienen fe y son firmes en todas las circunstancias; los que escriben en la hora del triunfo y los que guardan cobarde silencio en las horas de adversidad

Hablo así por la experiencia que hemos adquirido en estos años, y hablo así porque sé que hay muchos pusilánimes, muchos mediocres y muchos timoratos que se acobardan de cualquier cosa y que, apenas se tiene que enfrentar la Revolución a los primeros obstáculos, se desalientan y se vuelven pesimistas.  Pienso que nuestro pueblo tiene que estar preparado para todas las horas; pienso que nuestro pueblo tiene que estar preparado para todos los momentos; pienso que nuestro pueblo tiene que permanecer firme frente a todos los obstáculos.  Y mientras más obstáculos, más firmes; y mientras más peligro, más firmes (…), y cuanto más infames, más cobardes, más ruines y más repugnantes los ataques de la oligarquía internacional contra nuestra justa Revolución —la revolución más justa, más noble y más humana del mundo—, más firmes.  Para que no crean que nos van a acobardar con sus ataques y sus maniobras; para que no crean que nos van a frenar la Revolución con sus ataques y sus maniobras; para que no crean que nos van a derrotar con los millones de pesos que pagan en campaña ruin y cobarde; para que no crean que nos van a vencer escribiendo desde allá sus calumnias, escribiendo desde allá sus calumnias por esos órganos que tienen millones y millones de ejemplares para circular, por esas revistas que cuentan con decenas de millones de pesos y que representan los intereses de los grandes trust y los grandes monopolios explotadores de los pueblos; y que tratan de sembrar la cizaña en todo el mundo, tratan de sembrar la calumnia en todo el mundo y tratan de volver al mundo contra la Revolución Cubana.

Un límite tienen: Pueden llegar a todas partes del mundo, ¡menos aquí! (APLAUSOS); pueden confundir a todo el mundo, ¡menos al pueblo de Cuba! (APLAUSOS.)

Y el pueblo de Cuba, con su Revolución, con su justa causa, aunque lo aislaran, aunque lo trataran de sepultar en la infamia —no por hacer cosas injustas, no por hacer cosas malas, no por ser traidor a su propia historia, no por servir a los intereses extranjeros, no por ponerse de rodillas frente a los poderosos, sino por hacer una revolución justa, por ponerle fin a los privilegios odiosos, por enfrentarse resuelta y valientemente a los grandes intereses creados—, el pueblo de Cuba, aunque lo dejen solo, aunque lo aíslen, siempre permanecerá unido, siempre permanecerá firme y tiene valor suficiente para enfrentarse a todas las calumnias del mundo, y tiene valor suficiente para arrostrar todas las dificultades, todas las campañas y todas las mentiras.  Porque el pueblo es no la minoría lesionada por las leyes de la Revolución, no la minoría…

(…) los mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con hechos revolucionarios! (APLAUSOS.)  Los mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con leyes revolucionarias!  Los mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con una conducta verticalmente revolucionaria!  Porque hay quienes gustan de atrincherarse detrás de los nombres de los muertos en pos de mezquinas ambiciones; hay quienes se escudan en los nombres de nuestros muertos en busca de oscuros propósitos, y los muertos no pertenecen a nadie, los muertos no pertenecen a ningún grupo, los muertos no pertenecen a ningún movimiento, ¡los muertos pertenecen a la patria! (APLAUSOS.)

Es bueno que estas cosas se digan, porque muchas veces los nombres de los muertos se han tomado para propósitos infames, y hemos visto cuántas cosas se hicieron en nuestra patria con el nombre de Martí en la boca, con el nombre de Maceo en la boca, con el nombre de Guiteras en la boca, con el nombre de Trejo en la boca y con cuantos mártires ha tenido nuestra patria.  ¡Saquemos a los muertos de los grupos y elevémoslos al sitial que merecen en el altar de la patria, donde todos los veneren y todos los respeten! (APLAUSOS.)

Son muchas las batallas que tiene que librar el pueblo para detenerse en problemas subalternos, y por esos conceptos erróneos, por esas desviaciones, se filtran los enemigos de la Revolución, se siembra la cizaña, se siembra la división.  Y esos mismos que no saben poner los intereses de la patria por encima de sus intereses personales, el día de mañana son los que nutren las filas de los enemigos de la patria.

(…) Al pueblo no lo engañan, pero a fuerza de repetir, y de repetir, y de repetir, y de repetir, confunden a mucha gente.  Es que se valen de toda la técnica y se valen de todos los medios para confundir al pueblo.  Que no se vaya a creer el pueblo que esa oligarquía y esos grandes intereses lo van a defender:  que no se crean que van a defender a la Revolución, que lo que van a hacer es atacarla, que lo que van a hacer es tratar de difamarla afuera todo lo que puedan y aislarla, y después sembrar dentro el confusionismo.

Es necesario que el pueblo esté muy claro, es necesario que el pueblo esté muy alerta, es necesario que el pueblo aprenda a leer bien claro, y a entender bien claro, que sepa olfatear quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos, quiénes defienden sus intereses y quiénes son los enemigos de sus intereses, quiénes son los que impulsan la Revolución y quiénes los que tratan de frenarla; porque hay escritos apoyando la reforma agraria, pero cuando ustedes los leen es un escrito apoyando la reforma agraria —porque no se atreven a combatirla de frente—, pero planteando que tiene que ser una reforma de marabú y de Ciénaga de Zapata solamente, una reforma que no toque los grandes latifundios, una reforma que no lesione ningún interés.  Hay que estar atento y hay que saber leer.

(…) A medida que los meses transcurran, la batalla de la Revolución será más dura, si no obsérvese la campaña de difamación internacional que se hace a la Revolución.

(…) Está claro que nuestro pueblo tiene que estar muy alerta, que nuestro pueblo tiene que estar muy decidido a defender su Revolución, que nuestro pueblo tiene que estar muy claro, que nuestra juventud no puede perder el tiempo en cuestiones subalternas, que la atención del pueblo no se puede distraer en cuestiones minúsculas, que el pueblo tiene que colaborar con nosotros, que los obreros tienen que colaborar con nosotros.

¿Cuál es la estrategia del enemigo?

¿Cuál es la estrategia del enemigo?  Ellos piensan crearnos dificultades en nuestra campaña de desarrollo de la industria nacional, crearnos dificultades en nuestra gran consigna de reforma agraria y desarrollo industrial; ellos tratan, y tratarán por todos los medios, de impedirnos el avance económico.  ¿Para qué?  Para que haya hambre, y cuando haya hambre poder entonces moverse mejor, poder conquistar adeptos en el pueblo, o sea, hacer pasar hambre al pueblo para que el pueblo le eche la culpa a la Revolución y entonces poder ellos reclutar hombres y mujeres para las filas de la contrarrevolución.

El pueblo tiene que estar muy alerta de que el plan del enemigo es crearnos dificultades económicas para fomentar el descontento, y para reclutar partidarios en las filas de la contrarrevolución.  Por eso nosotros necesitamos todo el respaldo del pueblo, toda la colaboración del pueblo, para enfrentarnos a las medidas del enemigo, para enfrentarnos a las maniobras del enemigo, para poder llevar adelante nuestros planes, para poder llevar adelante nuestra reforma agraria, para poder llevar adelante nuestra industrialización.

(…) Deben saber nuestros enemigos que nuestro pueblo está preparado para defender su Revolución.  A un pueblo maduro, a un pueblo firme todo el mundo lo respeta.  No se respeta a los pueblos débiles, no se respeta a los pueblos inmaduros, no se respeta a los pueblos vacilantes.  Por eso tenemos que aprender mucho, por eso tenemos que meditar mucho y analizar mucho, por eso tenemos que aprender las tácticas del enemigo y oponerles a las tácticas del enemigo nuestras tácticas.  Ellos cuentan con las ventajas de sus ingentes recursos, ellos cuentan con los ingentes recursos de la oligarquía internacional, ellos cuentan con la prensa de la oligarquía internacional, ellos cuentan con la libertad que hay en Cuba para tratar de sembrar la calumnia desde fuera y desde dentro, la cizaña desde fuera y desde dentro.

Sería un error creer que la Revolución ha vencido las etapas más difíciles, sería un error creer que la Revolución es un paseo.  La Revolución entra en sus etapas de prueba, la Revolución entra en sus etapas difíciles, la Revolución entra en la etapa de lucha contra los poderosos intereses extranjeros, contra los poderosos intereses que se oponen a toda revolución, contra los malversadores que se llevaron cientos de millones, contra los criminales de guerra —que son muchos—, contra los descontentos con las medidas revolucionarias.

Con 12 fusiles les ganamos la guerra

(…) De una cosa sí puede estar seguro el pueblo y es de los hombres que tiene al frente, de los hombres que lo orientan en esta hora, de los hombres que lo guían en esta hora, porque son hombres que saben permanecer en sus puestos, porque sabe que son hombres que jamás se han dado por vencidos (APLAUSOS), hombres que se han enfrentado a todos los momentos difíciles resueltamente y con fe en el triunfo.

De una cosa pueden estar seguros y es que ahora tenemos los tanques, los cañones y las armas que ellos abandonaron cobardemente (APLAUSOS).  De una cosa pueden estar seguros, y es que con 12 fusiles conseguimos todos los demás fusiles, que con 12 fusiles les ganamos la guerra (APLAUSOS).  De una cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, de una cosa pueden estar seguros los apadrinados del extranjero, de una cosa pueden estar seguros los contrarrevolucionarios, y es que hoy tenemos los suficientes fusiles para quitarles todos los que traigan (APLAUSOS).  De una cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, de una cosa pueden estar seguros los criminales de guerra, de una cosa pueden estar seguros los contrarrevolucionarios, y es que tenemos fusiles suficientes para quitarles todos los que puedan comprar o todos los que les puedan entregar (APLAUSOS).

Defendiendo la justicia

(…) Nosotros odiamos el crimen, pero amamos la justicia; somos firmes enemigos del crimen, pero firmes defensores de la justicia.  Nosotros actuamos de acuerdo con la ley, y actuamos a la faz del mundo como actúan los que tienen la razón, como actúan los hombres honrados, como actúan los revolucionarios, como actúan los que defienden a su patria (APLAUSOS).

(…) Nos sabemos defendiendo la patria, nos sabemos defendiendo la justicia, nos sabemos defendiendo una causa noble, y en defensa de esa causa noble estamos dispuestos a derramar hasta nuestra última gota de sangre (APLAUSOS), estamos dispuestos a entregar hasta nuestro último átomo de energía.  Y el pueblo peleará junto a nosotros porque sabe que el Gobierno Revolucionario pelea junto a él, porque sabe que el Ejército Rebelde pelea junto a él, porque sabe que todos los revolucionarios, porque sabe que todos los militares revolucionarios, pelean junto a él, y pelean en cualquier hora, y pelean en cualquier circunstancia, favorable o desfavorable.

Que no se engañen, que no se ilusionen, porque aquí tienen que pelear de veras (APLAUSOS), y después de pelear tienen que comparecer ante los Tribunales Revolucionarios.  Que no se hagan ilusiones, que esas peleas no son para mercenarios, que no se hagan ilusiones, que esos sacrificios no son sacrificios que soporten los mercenarios, porque se probó que los mercenarios nada pueden contra los que tienen la razón, que los mercenarios nada pueden contra los idealistas, que los mercenarios no soportan rigores físicos, que los mercenarios no soportan grandes riesgos, que los mercenarios aman la vida, porque pelean por dinero, que los mercenarios aman la vida porque pelean por intereses, y si pierden la vida pierden el dinero, y si pierden la vida pierden la paga, y si pierden la vida pierden los intereses (APLAUSOS).

El mercenario no es tenaz, el mercenario es cobarde.  Y solo mercenarios osarían combatir contra la Revolución, solo mercenarios osan traicionar la patria, solo por dinero se traiciona la patria.  Y los que allá andan con el dinero de Batista, el dinero de Trujillo y el dinero de los malversadores; los que allá preparan campañas, preparan maniobras y preparan movimientos, esos que no se engañen, que esta es empresa de hombres idealistas y no de mercenarios, que aquí pelean los idealistas pero los mercenarios no pelean; aquí resisten los idealistas, pero los mercenarios no resisten; aquí pasan hambre los idealistas, pero los mercenarios no la soportan.

(…) ¡La historia de los grandes movimientos revolucionarios, la historia de las grandes revoluciones, no cuenta ningún hecho, ninguna revolución, ningún gobierno, que haya tenido el respaldo inmenso de pueblo, de multitudes y de masas, con que cuenta hoy la Revolución Cubana y su Gobierno Revolucionario!

Ninguna causa justa se vio jamás apoyada de tanto pueblo, ningún pueblo se vio jamás apoyado por tanta historia.  Ninguna revolución ha contado con la fuerza con que cuenta esta, la voluntad de lucha con que cuenta esta.  Ninguna revolución tal vez haya tenido tantos enemigos, pero ninguna Revolución tal vez haya estado tan decidida a defenderse como está la Revolución Cubana (APLAUSOS).

Y no faltará nunca al pueblo la palabra clara y precisa, no faltará nunca al pueblo la verdad, y habrá que orientarlo muchas veces y habrá que decir la verdad muchas veces, porque el pueblo debe saber que, afuera y adentro, los poseedores de grandes recursos, los representativos de grandes intereses, harán todo lo que esté al alcance de su mano, emplearán todos los medios materiales, todos los medios de cualquier índole y de cualquier orden, todas las mentiras, todas las intrigas, todos los procedimientos y todas las armas para debilitar y vencer a la Revolución.

Sabemos que tenemos que defenderla, sabemos que el camino será duro, ¡pero estamos dispuestos!  Somos hombres de lucha, somos un pueblo de lucha, y la lucha no nos amedrenta.

Al cumplirse un año del 9 de abril, al cumplirse un año de aquella inmolación heroica de 100 jóvenes cubanos, al cumplirse un año de aquellos bravos que cayeron, ¡y no en vano!, porque aunque sufrimos la derrota, aunque sufrimos la adversidad, supimos levantarnos sobre la derrota.  Y lo que nos dio ánimo en la derrota fue el recuerdo de nuestros muertos queridos, lo que nos dio aliento en la adversidad fue el recuerdo de los compañeros caídos, lo que nos dio fortaleza fue pensar en aquellos compañeros que habían quedado en el camino, desde los que cayeron en el Moncada hasta los que cayeron el 9 de abril.

Ningún sacrificio fue estéril, ningún sacrificio fue en vano, porque los compañeros de aquellos muertos del 9 de abril siguieron peleando aquí en La Habana, los compañeros de aquellos caídos el 9 de abril siguieron peleando en las montañas, y aquella derrota en seis meses —primero en tres meses—, se convirtió en grandes victorias militares y en menos de ocho meses se convirtió en gran victoria nacional.

¿Quién lo iba a creer aquella noche del 9 de abril, en medio del terror y de la sangre, en medio del luto y de la tristeza, que antes de ocho meses la patria sería libre (APLAUSOS), que antes de ocho meses los criminales habrían sido derrotados, que antes de ocho meses aquella manada de lobos feroces —tan valientes cuando andaban en la calle asesinando indefensos, tan valientes cuando de asesinar se trataba, tan valientes contra el indefenso— habrían de huir tan precipitadamente la última noche de ese mismo año.  (APLAUSOS.)  ¿Quién iba a decir aquella noche que hoy estaría reunido aquí el pueblo?  ¿Quién iba a decir aquella noche que hoy estaríamos rindiendo tributo a aquellos muertos, a los que ni siquiera pudimos acompañar al cementerio?  ¿Por qué?  Porque los muertos sirvieron de bandera, porque los muertos sirvieron de aliento, porque los muertos dieron el ejemplo, porque los muertos trazaron el camino.  Los muertos del 9 de abril, los muertos de todos los combates de la libertad, los muertos del llano y de la montaña, de la lucha heroica mil veces del llano y de la lucha heroica de las montañas, les señalaron a unos y a otros el camino de la victoria.

Aquellos compañeros que cayeron, estas madres que perdieron a sus hijos, las esposas que perdieron al compañero, los hijos que perdieron a sus padres siempre pensarán con orgullo y siempre tendrán en medio del dolor la alegría de saber que los sacrificios no fueron en vano; que aquellos hombres cayeron para que una nación se irguiera; que aquellos hombres dieron su vida para que una nación viviera.

(…) Si ellos hubiesen contemplado este espectáculo, si ellos hubiesen contemplado este mar de cabezas cubanas que han venido hoy a rendirles tributo, que han venido hoy a recordarlos, a decir presente, si ellos hubiesen podido contemplar el espectáculo de este pueblo de hoy, de esta Cuba nueva, de esta patria que marcha; si ellos hubiesen podido contemplarlo…  Mas, no lo contemplaron, ¡pero lo soñaron!; no lo vieron, ¡pero lo presintieron!  Por esto lucharon, por esto cayeron.

Y si triste es ver que la muerte sea inútil, cuando ha sido inútil; si triste es ver que los sueños se frustran; si nunca es más amargo el recuerdo de un compañero caído como cuando no se logra el objetivo por el cual cayeron, pocas cosas consuelan y alientan como el espectáculo de ver que un pueblo está logrando los objetivos por los que ellos cayeron. ¡Nada nos consuela tanto como saber que no murieron en vano!  ¡Nada nos consuela tanto como saber que su sacrificio está rindiendo los mejores frutos!  Y nada nos consuela tanto como pensar que estamos cumpliendo con nuestros muertos, que los sueños se están convirtiendo en realidad, y que hoy podemos decir aquí, al cumplirse este aniversario de aquel día heroico del 9 de abril, que estamos rindiendo a nuestros mártires el mejor tributo, no de palabra, sino en hechos, ¡no en promesas, sino en hechos!

Un «levantamiento popular» en Centro Habana

#Cuba #FidelCastroRuz #RaúlCastroRuz #RevoluciónCubana #PCC

Julio 31 de 2006, 8 y 22 p.m., es una fecha que nunca olvidaremos los cubanos. Fue un golpe rudo e inesperado: Fidel estaba gravemente enfermo. Por la tv se leía la proclama de nuestro Comandante en Jefe al pueblo:

«Delego, con carácter provisional, mis funciones como Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en el Segundo Secretario, compañero Raúl Castro Ruz.

Delego, con carácter provisional, mis funciones como Comandante en Jefe de las heroicas Fuerzas Armadas Revolucionarias en el mencionado compañero, general de Ejército Raúl Castro Ruz.

Delego, con carácter provisional mis funciones como Presidente del Consejo de Estado y del gobierno de la República de Cuba en el Primer Vicepresidente, compañero Raúl Castro Ruz».

La ciudad quedó en silencio, Cuba enmudeció, la noticia golpeó a todos, era como si el tiempo se hubiera detenido, la ciudad transitó del estupor y el dolor, a la combatividad multiplicada de su pueblo, el sentimiento de pesar tomaba con las horas un carácter íntimo y profundo, el Comandante en Jefe de todos los cubanos revolucionarios padecía en una cama de hospital, y eso lo acercaba mucho más a su pueblo.

La posibilidad real de su muerte era un sentimiento que generaba sufrimiento, un cierto desamparo, pero también unía con esa fuerza que caracteriza a los cubanos en los momentos difíciles.

De inmediato, establecieron contacto conmigo, desde las oficinas de René Greenwald, en México, y desde Washington, para pedir información sobre lo que estaba pasando, opiniones del pueblo, reacciones ante la designación de Raúl Castro al frente del gobierno, actividad de la disidencia, posibilidades de una protesta popular en contra de Raúl.

Me ordenaron que informara sobre cualquier movimiento inusual de uniformados, concentraciones de efectivos militares o policíacos, y que mantuviera contacto diario con Washington acerca del desarrollo de los acontecimientos.

Estaban esperanzados, creían en la posibilidad de que la muerte de Fidel significara el fin de la Revolución, elucubraban sobre una posible lucha por el poder, soñaban con una rebelión militar o al menos una desobediencia manifiesta que les sirviera de pretexto.

Estaban listos, afirmaron, para acudir de inmediato «en ayuda» del pueblo cubano. Pero los días pasaban y no sucedía nada, la contrarrevolución apenas asomaba tímidamente la cabeza.

Drew Blakeney, oficial cia, con cargo de jefe de la Oficina de Prensa y Cultura de la sina,  me envió con suma urgencia una citación a su despacho, debíamos vernos de inmediato. Era el 13 de agosto de 2006.

Nos reunimos en un ambiente que rezumaba alegría. Drew estaba eufórico. Quería saber mi opinión sobre el estado anímico de las personas, qué criterios se vertían en la calle, cuál era el estado general, si la gente apoyaría a Raúl Castro o no.

Estaba convencido de que podían generarse pugnas por el poder, me pidió que redactara una proclama a nombre del pueblo cubano, solicitando al gobierno de los ee. uu. la ocupación militar del país; también debía escribir una valoración sobre la situación en La Habana para entregarla de inmediato a su gobierno.

«¿Sabes una cosa?, la proclama la vas a leer tú mismo frente a las cámaras de las cadenas de noticias», dijo.

¿Por qué no le pides a la oposición que redacte la proclama?, le interrogué, como respuesta. A lo que respondió, sin esconder su molestia: «Como ves, no han hecho nada, las horas pasan y ellos actúan con una apatía increíble. Raúl, esa gente no son líderes. Ninguno reúne los requisitos para ese papel.

«Nosotros necesitamos una persona preparada, que sea incondicional, alguien no vinculado a la contrarrevolución, no contaminado con el mundo de la disidencia, alguien de fiar que a nombre del pueblo de Cuba solicite la intervención del Ejército norteamericano para garantizar el tránsito sin caos, porque, como sabes, esa es la única garantía de un cambio pacífico».

¿Y la gente de Miami?, pregunté. «Ni Miami ni La Habana, los únicos que podemos garantizar la paz, la estabilidad y la gobernabilidad necesaria somos nosotros, pero tiene que nacer de los cubanos, tiene que ser un cubano quien solicite la ayuda del gobierno de los Estados Unidos. La primera medida de nuestro gobierno está dirigida a que los guardacostas eviten la salida hacia la isla de exiliados, y la segunda, a ubicar y a controlar a los principales líderes del exilio», explicó.

Habló de los planes inmediatos y futuros, ocupación militar durante tres años; a los tres años, en dependencia de la situación del país, el gobierno de los ee. uu. decidiría si se creaba un gobierno provisional, designado por ellos, sin abandonar las tropas el territorio cubano.

Una Comisión del gobierno, creada en Washington, se encargaría de la reestructuración económica del país, de redactar la nueva Constitución, de crear los nuevos cuerpos armados, de juzgar a los antiguos miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Minint, a los dirigentes revolucionarios, a los miembros del pcc y, en general, a los militantes revolucionarios todos.

Drew estaba feliz y optimista esa mañana de agosto. Sentado frente a mí, en la oficina, analizaba: «Nadie que conozca algo de la situación en Cuba puede negar que estas circunstancias con Castro van a aumentar las tensiones en sectores del régimen ligados a los posibles herederos de Fidel».

Estuvimos conversando un rato sobre esa posibilidad, especuló sobre la eventualidad de que alguno de los generales quisiera actuar por su cuenta y hacerse del poder. Luego agregó, con ademán conspirativo, bajando la voz incluso: «Tenemos preparada una sorpresa. ¿Qué crees de un levantamiento popular?»

Lo miré con mal disimulada burla. ¿Un levantamiento popular? ¿Dónde? «En Centro Habana tenemos a una persona valiente dispuesta a inmolarse».

No me hagas reír, Drew, si en estos momentos alguien se lanza a esa aventura en Centro Habana lo linchan. No sé quién será el héroe dispuesto a sacrificarse, pero dudo que logre movilizar a alguien, nadie lo va a seguir, y no creo que exista un loco tal.

«Pues mira que sí», dijo convencido. «existe y está dispuesto a inmolarse si es necesario».

¿Estás seguro de que la gente lo va a seguir?, le pregunté.

«Mira, no necesitamos que se alce Centro Habana, con un grupo que salga a manifestarse ya es suficiente, van a tener a los principales medios de prensa cubriendo la noticia. Después sale tu llamamiento a nuestro gobierno, a nombre de los cubanos».

El levantamiento popular nunca se produjo, el «heroico contrarrevolucionario», Darsi Ferrer, nunca llegó al lugar del levantamiento, las constantes afirmaciones de los medios de la Florida de que existía una persona «dispuesta a inmolarse por la democracia», influyeron en su decisión; nadie le había explicado que debía morir, y él no era un kamikaze.

Ferrer escogió un lugar apartado, a una hora en que el sitio estaba prácticamente desierto, lanzó un manojo de papeles y se fue. Dos ancianos que venían de comprar el periódico pensaron que se trataba de un loco.

El plan de los sueños de Blakeney y sus jefes se fue a bolina, en verdad no había forma de que funcionara. Pero, fueron momentos realmente tensos, no había tenido tiempo de ponerme de acuerdo con mis compañeros, solo había avisado de la citación a la sina, pero nadie conocía los motivos.

Imaginé cientos de veces, ese día, el escenario en que Darsi Ferrer llevaría a cabo la provocación, la prensa le daría un gran sobredimensionamiento al hecho y, entonces, tenía yo que aparecer frente a las cámaras de tv, solicitando la ocupación militar de Cuba; ocupación que significaba la muerte de miles de compatriotas, el inicio de una sangrienta e interminable guerra y la destrucción del país.

No había tenido tiempo de consultar sobre esta situación, pero estaba claro de que nunca cumpliría tal solicitud.

Si se diera el caso, en ese momento y con toda la fuerza de mi vida, gritaría un ¡Patria o Muerte! que estremecería el edificio de la sina.

#FidelCastro en el primer desfile del pueblo cubano: “Hay que mantener a la nación unida” (+ Fotos y Audio)

#Cuba

Fidel Castro en el primer desfile y concentración en apoyo a las leyes revolucionarias, en el Palacio Presidencial, el 22 de marzo de 1959. Foto: Fidel Soldado de las Ideas.

Hace 65 años, el 22 de marzo de 1959, Fidel Castro pronuncia un discurso durante el primer desfile del pueblo cubano y los trabajadores en apoyo a las leyes revolucionarias.

Ese día, también desfilan las Fuerzas Armadas, en demostración de que por primera vez en la Historia de Cuba, existe plena identificación entre los institutos armados y el pueblo.

Cubadebate y el sitio Fidel Soldado de las Ideas comparte con sus lectores fragmentos de su alocución.

En sus palabras, entre otros temas, reflexiona sobre la necesidad de hacer frente a los problemas que la Revolución cubana heredaba a solo tres meses de su triunfo. Habla sobre la educación y la salud, las cuales no era un derecho para todos, sobre los intereses creados por la oligarquía, la discriminación racial, y hace un importante llamado a la unidad.

Una revolución verdadera

Ya de por sí, y sin salirnos del ámbito nacional, nuestra tarea es muy dura y difícil, porque ya de por sí, y por ser esta una revolución verdadera y no una farsa más de las muchas que ha contemplado América; por ser una revolución y no un cuartelazo, por ser una cura de raíz y no una simple poda donde vuelven a retoñar los males añejos, por ser una operación quirúrgica en que hay que cortar por lo sano y abandonar las curitas de mercurocromo, tenemos grandes problemas.

Tenemos a una considerable parte de los que aquí han estudiado, que han estudiado porque son los únicos que han tenido ese privilegio, porque interés creado y monopolio de la cultura es casi la misma cosa, porque interés creado y monopolio de los órganos de divulgación de las ideas es la misma cosa, porque interés creado y posibilidad de movilizar cuantos recursos ha ideado el hombre para influir en los demás hombres es la misma cosa, porque interés creado y derecho viejo y reaccionario es la misma cosa, porque interés creado y mentalidad infortunadamente adaptada a las situaciones que han establecido por décadas y por siglos esos intereses creados son la misma cosa, porque poderosos intereses creados de la oligarquía nacional y los intereses creados de la oligarquía internacional son la misma cosa.  Y porque contra la Revolución cubana se concita la reacción nacional y la reacción internacional, porque contra la Revolución Cubana se concita toda la oligarquía reaccionaria del continente, porque las campañas de prensa emanadas de los trusts y monopolios de las agencias internacionales de noticias han encontrado eco en la prensa reaccionaria de América, porque alguien escribe en todos los rincones del continente las calumnias y las mentiras que envían las agencias cablegráficas…

Y esos son los mismos intereses en aquellos pueblos, intereses similares a los que aquí se oponen a la Revolución, intereses similares a los que aquí mantuvieron e hicieron posible la tiranía, intereses similares a los que aquí estamos batiendo, y que no quisieran que en los demás pueblos de América se forjara una revolución como esta.

(…) Es que hemos sido demasiado generosos y con nuestra propia generosidad están haciendo todo el daño posible, y ya insinúan, ya tratan de infiltrar la idea malévola, la calumnia infame, la sospecha y la duda.  Y como esta es una revolución que tiene que lesionar intereses —porque si no, no sería revolución—, porque esta Revolución tiene que desenredar muchas cosas enredadas y cortarlas por lo sano Cuando de pedir se trata, les pedimos a nuestros compañeros los campesinos, les pedimos a nuestros compañeros los trabajadores, porque la república que estamos forjando, la patria que estamos redimiendo, no será el paraíso de los intereses creados, como fue siempre, sino el hogar donde puedan hallar la felicidad los hombres humildes y los pobres de nuestro pueblo. Y por eso digo que los obstáculos que tendremos que vencer son grandes y serán más grandes si el pueblo no se adapta, como tiene que adaptarse, a la realidad revolucionaria; serán más grandes si el pueblo se olvida de sus deberes, si el pueblo se olvida de que el gobernante de hoy no es el gobernante de ayer, que si el de ayer era su enemigo, el de hoy es su mejor amigo.

Iremos forjando, paso a paso, la patria nueva

(…) No es que me falte la fe —que nunca me ha faltado—, no es que me falte la confianza —que nunca me ha faltado—, pero sí considero mi deber decirle al pueblo las cosas que me preocupan, decirle al pueblo cómo debe colaborar con su Gobierno Revolucionario, decirle al pueblo cómo se ayuda a su Gobierno Revolucionario, porque veo entusiasmo, un entusiasmo desbordante; porque veo simpatías, una simpatía desbordante.

(…) De todas las formas de discriminación racial, la peor es aquella que limita el acceso del cubano negro a las fuentes de trabajo porque es cierto que ha existido en nuestra patria, en algunos sectores, el bochornoso procedimiento de excluir al negro del trabajo.

Todo el mundo sabe que no soy demagogo, todo el mundo sabe que odio la demagogia, todo el mundo sabe que jamás toco un problema si no lo siento, que jamás toco un problema si no lo hago con absoluta honradez. Hay dos tipos de discriminación racial:  una, es la discriminación en centros de recreo o en centros culturales, y otra, que es la peor, la primera que tenemos que batir, la discriminación racial en los centros de trabajo; porque si una delimita las posibilidades de acceso a determinados círculos, la otra —mil veces más cruel— delimita el acceso a los centros donde puede ganarse la vida, delimita las posibilidades de satisfacer sus necesidades, y así cometemos el crimen de que al sector más pobre le negamos precisamente más que a nadie la posibilidad de trabajar.

(…) No debiera ser necesario el dictar una ley, no debiera ser necesario dictar una ley para fijar un derecho que se tiene por la simple razón de ser un ser humano y un miembro de la sociedad. No debiera ser necesario dictar una ley contra un prejuicio absurdo, lo que hay que dictar es el anatema y la condenación pública contra aquellos hombres llenos de pasados resabios, de pasados prejuicios, que tienen el poco escrúpulo de venir a discriminar a unos cubanos, de venir a maltratar a unos cubanos, por cuestiones de piel más clara o más oscura porque, en definitiva, todos la tenemos más clara o más oscura, porque aquí, si no la tenemos un poco morena porque nos viene de español —y a España la colonizaron los moros, y los moros venían de África (RISAS)—, la tenemos más o menos morena porque nos vino directamente de África.  Pero nadie se puede considerar de raza pura, y mucho menos de raza superior; y, por lo tanto, de la misma manera que para establecer y llevar adelante una campaña en favor del consumo de productos nacionales, sin necesidad de dictarse una ley ni sanciones penales, vamos a ponerle fin a la discriminación racial en los centros de trabajo, haciendo una campaña para que se ponga fin a ese odioso y repugnante sistema con una nueva consigna:  oportunidades de trabajo para todos los cubanos, sin discriminación de razas, o de sexo; que cese la discriminación racial en los centros de trabajo, y que blancos y negros nos pongamos todos de acuerdo y nos juntemos todos para poner fin a la odiosa discriminación racial en los centros de trabajo.  Así iremos forjando, paso a paso, la patria nueva.

Hay exclusivismos en los centros de recreo.  ¿Por qué?  Porque se educaron separados el blanco y el negro.  Pero en la escuelita pública no viven separados el blanco y el negro; en la escuelita pública aprenden a vivir juntos, como hermanos, el blanco y el negro.  Y si en la escuela pública se juntan, se juntan después también en los centros de recreo, y se juntan en todas partes.  Pero cuando se les educa separados —y la aristocracia educa a sus hijos separados del negro—, es lógico que después no puedan estar juntos tampoco en los centros culturales o de recreo el blanco y el negro.

¿Qué hacer?  Dignificar a nuestra escuela pública, brindarle a nuestra escuela pública todos los recursos que sean necesarios.

(…) De ahí que esa sea una razón más para que nosotros convirtamos la escuelita pública, de la cenicienta que es hoy, de la casita que se está derrumbando, sin pupitres, sin material escolar, en verdaderos centros de enseñanza (…) y donde se eduquen los hijos de los obreros, de los campesinos y de los hombres humildes, y sea el centro que no tenga que envidiarle nada a nadie y constituyan los mejores centros de enseñanza en todo el país.  Porque, por qué los hijos de los hombres del pueblo no van a tener derecho a disfrutar también de lo mejor, a disfrutar también de lo que hasta hoy han disfrutado solamente los hijos de determinados sectores sociales.

Esa será una de nuestras tareas, como lo será la de construir hospitales, donde todo el mundo tenga derecho a ir y sean tan buenos como los mejores hospitales particulares, y donde no haya que pedirle de favor a ningún político que nos dé una recomendación para ir al hospital, donde no haya otra recomendación que la necesidad de recibir asistencia.  Por eso también construiremos universidades, y así, dentro de una semana, estarán construyéndose al mismo tiempo tres ciudades universitarias.

Fidel Castro en el primer desfile y concentración en apoyo a las leyes revolucionarias, en el Palacio Presidencial, el 22 de marzo de 1959. Foto: Fidel Soldado de las Ideas.

La nación tiene una tarea muy grande por delante

(…) ¡Imaginad la patria del futuro, con todo lo que la Revolución en todos los órdenes va a conquistar para el pueblo!  Pero esos frutos tienen que ser la consecuencia de las semillas de hoy, de los sacrificios de hoy, que son como semillas que vamos sembrando en el surco que la dignidad y el espíritu patriótico van abriendo hacia el futuro de la patria.

Yo vi hoy como muchos padres y muchas madres llevaban a sus hijos en el hombro.  No era solo una manifestación de pueblo, era también una manifestación de sentimientos y de esperanza, la esperanza que alberga un pueblo cuando lleva a sus hijos en desfile patriótico.  Eso solo ocurre en las grandes horas de la historia de los pueblos; solo en sus grandes horas, en sus horas luminosas, los pueblos llevan a sus hijos al hombro.

(…) Tal vez a nosotros no nos llevaron en hombros a manifestaciones públicas cuando éramos niños.  A nosotros nos educaron sin esperanzas, nosotros crecimos sin esperanzas.  Los que vinieron antes que nosotros no sembraron para nosotros sino dolor y lágrimas; no sembraron para nosotros sino amargura y miseria; no sembraron para nosotros sino tragedia y luto, tiranía y corrupción; no sembraron para nosotros sino desesperanza.

(…) Por eso me lleno de emoción cuando veo a esos hijos sobre los hombros de sus padres, y pienso: ¡Qué generosa es esta generación, este pueblo!  ¡Qué digno es este pueblo que está sembrando un porvenir mejor para sus hijos!  Que por nuestra propia culpa, por nuestra inconciencia, por nuestros prejuicios seculares, por nuestra falta de madurez no se frustre el porvenir que estamos sembrando.

(…)¡Que pierdan sus ilusiones que aquí jamás, aunque usen todos los recursos, toda la propaganda, todos los medios para obstruccionarnos, para dividirnos, para debilitarnos, porque creo en este pueblo, porque conozco sus defectos, porque conozco sus deficiencias, que no son suyas, sino las que heredó, y conozco también sus extraordinarias virtudes, este pueblo cubano, a este pueblo nuestro, a este pueblo de Maceo y de Martí digo que no lo vuelven a oprimir!

Más vale que pierdan la esperanza, porque aquí he dicho nuestros defectos, y he dicho que tenemos que evolucionar y he dicho que tenemos que unirnos cada día más y coordinarnos cada día más, y unir no solamente a los sectores, sino unir a la nación, unir a la clase media con los obreros y los campesinos, y dejar fuera solamente al grupito de retardatarios que no acaban de convencerse de que la Revolución no hay quien pueda frenarla; unir no sólo los sectores revolucionarios, sino los sectores sociales en estrecho haz.

(…) Hay que mantener a la nación unida frente a la oligarquía internacional, hay que mantener a la nación unida para que nos encuentren firmes, para que nos encuentren fuertes.

(…) La nación tiene una tarea muy grande por delante, que la nación tiene una tarea muy dura por delante, y esta es empresa de hombres enteros, esta es empresa de hombres generosos y no de egoístas, esta es una empresa de valientes.

Si cuando menos posibilidades parecía tener de triunfo la Revolución no vacilamos en llevarla adelante, ¿cómo vamos a vacilar ahora?  Si cuando éramos un puñadito, perdidos en las montañas, no vacilamos, ¿cómo vamos a dudar ahora del triunfo de la Revolución?

Muchas emociones he tenido en mi vida, pero pocas como las de hoy; poca como ver a la clase obrera y a todo el pueblo que vive aquí en la ciudad de La Habana desfilar con sus letreros a favor de sus hermanos del campo; como ver que la demanda más sentida y más profunda de la clase obrera no era una demanda para ellos, sino una demanda para sus hermanos los campesinos.

(…) Ayer los soldados, los guardias rurales, jamás podían marchar con los obreros y los campesinos, porque eran sus enemigos.  Y esto de hoy, ¡cuánta emoción, cuánto orgullo para nosotros ver aquellos doce de ayer convertidos en ejército marcial que marcha a la vanguardia de los trabajadores de la patria! No tenían todos gorras todavía, no tenían todos la misma gorra, porque la Revolución, que ha dispuesto de millones para escuelas y universidades, todavía no ha dispuesto de créditos para comprar gorras a los soldados del Ejército Rebelde.  Emociones como éstas pocas veces se experimentan en la vida, y son premios más que suficientes para todos los sacrificios y por todos los desvelos.

(…) Y del pueblo me despido con una cita, de la clase obrera me despido con una cita:  ¡Hasta el Primero de Mayo!

En fotos, aquel 22 de marzo

Fidel Castro en el primer desfile y concentración en apoyo a las leyes revolucionarias, en el Palacio Presidencial, el 22 de marzo de 1959. Foto: Fidel Soldado de las Ideas.

Fidel Castro en el primer desfile y concentración en apoyo a las leyes revolucionarias, en el Palacio Presidencial, el 22 de marzo de 1959. Foto: Fidel Soldado de las Ideas.

Fidel Castro en el primer desfile y concentración en apoyo a las leyes revolucionarias, en el Palacio Presidencial, el 22 de marzo de 1959. Foto: Fidel Soldado de las Ideas.

#FidelCastro: “#Cuba, en su #Revolución, es invencible”

#Historia

El 11 de marzo de 1959, Fidel Castro se dirige al pueblo de Santiago de Cuba en un discurso único, sincero y desde el corazón, donde comparte sus emociones y revela lo que significaba para él ocupar el cargo de Primer Ministro.

En sus palabras, enfatiza que su objetivo no era buscar reconocimientos ni beneficios personales, sino cumplir con su responsabilidad de servir al pueblo: “Mi deber era servir al pueblo. Me tocó a mí como le pudo tocar a otro, y yo lo que hago es cumplir con mi deber, cumplir con un sentimiento.  No quiero premio ni en esta vida ni después de muerto”.

Iniciando su discurso, enfatizó que el pueblo es la fuerza de la Revolución, reuniéndose para demostrar a los enemigos el sólido respaldo que posee. Además, denunció enérgicamente actos contrarrevolucionarios, argumentando que no se puede tolerar la agresión al pueblo y que los responsables de tales crímenes no deben quedar impunes.

Expresa su amor incondicional por las provincias de Oriente y su convicción en la invencibilidad de la Revolución cuando todos trabajan.

En ocasión de cumplirse 65 años de sus palabras Cubadebate y el sitio Fidel Soldado de las Ideas comparten fragmentos de aquella emotiva alocución.

¿Por qué, sin embargo, fue necesario reunir al pueblo?

Yo les explicaba que hoy cuando me preguntaban por qué no me reunía con el pueblo, les explicaba que estaba trabajando; que yo no tenía por qué estar dando un acto en todas partes; que yo no tenía por qué estar agitando dondequiera que llegase; que yo reuniría a los santiagueros y al pueblo de Oriente cada vez que fuese necesario, pero que si yo venía a Oriente para visitar la Sierra Maestra, para inspeccionar una cooperativa, para atender cualquier problema, no tenía que estarme exhibiendo, porque mi trabajo no es estarme exhibiendo, mi trabajo no es estar agitando.

Sin embargo, esta vez fue necesario reunir a los orientales.  ¿Para hablarles solamente?  ¡No!  Yo le puedo hablar al pueblo a través de la radio, a través de la televisión…  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No se oye!”).  Les decía que yo podía hablarle al pueblo de distintos modos:  por la radio, por la televisión, por la prensa.

¿Por qué, sin embargo, fue necesario reunir al pueblo?  Fue necesario reunirlo porque el pueblo es la fuerza de la Revolución; fue necesario reunirlo para demostrar la fuerza de la Revolución.

Los sacrificios que ustedes han hecho acudiendo aquí desde todos los rincones de Oriente, no son sacrificios inútiles.  Han venido aquí a respaldar con su presencia al Gobierno Revolucionario; han venido aquí a demostrar con el número de compatriotas que se ha reunido, la fuerza de la Revolución; han venido aquí para demostrar que la Revolución tiene respaldo, que la Revolución es fuerte, que la Revolución está alerta, que la Revolución es invencible.

Reunir aquí al pueblo es un paso de avance revolucionario.  No hemos reunido al pueblo por gusto, lo hemos reunido cuando la Revolución comenzó a encontrar los primeros enemigos, cuando la Revolución comenzó a encontrar la primera oposición.  No es que la Revolución haya carecido de enemigos desde el primer momento, hay ciudadanos que son enemigos natos de la Revolución, que son enemigos de todas las revoluciones, pero no surgieron desde el primer día.  Los enemigos de la Revolución estaban silenciosos, no se atrevían a hablar en los primeros días.  Pero todos sabíamos que cuando las aguas fuesen poco a poco volviendo a su nivel, los enemigos de la Revolución comenzarían a asomar sus orejas.

Y ha sido aquí, precisamente, en la provincia de Oriente, la provincia que llevó todo el peso, o mejor dicho, el peso principal de la lucha contra la tiranía, la provincia heroica, la provincia revolucionaria donde, junto a ese espíritu heroico y patriótico de la inmensa mayoría del pueblo oriental, comenzaron a surgir las primeras manifestaciones contrarrevolucionarias.

Un incidente sirvió como pretexto:  el incidente de los pilotos.  ¿Qué se quería?  ¿Qué se pretendía?  ¿Que los pilotos fuesen absueltos?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”) ¿Qué se pretendía, que el pueblo de Oriente, que sabe lo que son bombardeos y ametrallamientos; que el pueblo de Oriente, que sabe lo que son los ataques aéreos porque los sufrió durante dos años y los sufrió en toda la provincia, porque no hubo lugar de Oriente donde no hiciesen acto de presencia los aviones de ametrallamiento y bombardeo piloteados por criminales de guerra…?

¿Quién no sabe aquí lo que es un B-26 cargado de bombas?  ¿Quién no sabe aquí lo que son los aviones de caza ametrallando con ocho ametralladoras calibre 50?  ¿Quién no sabe aquí lo que son los cohetes?  ¿Quién no sabe aquí lo que son las bombas de napalm?  ¿Quién no sabe aquí el terror que sembraron durante dos años?  ¿Y qué se pretendía?  Inferir al pueblo de Oriente la humillación de que los criminales de guerra, los más cobardes criminales de guerra, que fueron los pilotos, porque volaban bajito, porque sabían que no teníamos antiaéreas, porque sabían que el pueblo estaba indefenso…  ¿Qué se pretendía, que los pusiésemos en libertad?  (EXCLAMACIONES.)  ¿Qué se pretendía?  ¿Inferir al pueblo de Oriente esa humillación?

El incidente de los pilotos sirvió para demostrar lo que es la irresponsabilidad, lo que es la falta de patriotismo, lo que es la conducta de aquellos elementos de la sociedad que viven desvinculados por completo del dolor y de los sentimientos del pueblo.

¿Qué ocurrió a raíz de la sentencia que absolvía a los pilotos criminales?  ¿Qué ocurrió?  Pues recibo la noticia por los periódicos:  “Absueltos los pilotos.”

¿Qué hice?  ¿Cómo reaccioné?  Es cierto que se trataba del Primer Ministro, es cierto que tengo una responsabilidad oficial.  Pero también es cierto que antes que Primer Ministro y primero que Primer Ministro y siempre antes que Primer Ministro, seré revolucionario (APLAUSOS).

Yo no hice revolución para ser ministro; yo no hice revolución para ostentar cargos.  Yo hice la revolución, yo inicié esta lucha revolucionaria, convoqué al pueblo a la lucha, logré el respaldo del pueblo y junto con el pueblo se hizo esta Revolución, primero, para derrocar la tiranía y, después, para hacer justicia (APLAUSOS).  Los cargos no me importan.

Antes que nada, yo sabía que algunos me iban a criticar, yo sabía que algunos iban a sacar a relucir que yo no debía hacer declaraciones sobre una cuestión como esa, puesto que por ser Primer Ministro podía interpretarse como una interferencia en las actividades de los Tribunales Revolucionarios.  Yo lo sabía y eso no me importó.  Lo que no me hubiera perdonado nunca, lo que hubiera constituido un abandono de mis deberes como revolucionario, lo que hubiera constituido una falta a mis obligaciones para con la nación, hubiera sido permitir que esos pilotos hubiesen sido puestos en libertad.  Que después que los libertásemos, se marchasen de nuevo a Santo Domingo, se uniesen allí con el resto de los pilotos criminales que lograron escapar y algún día volviesen a Cuba a bombardear los bohíos de los campesinos, a bombardear las casas de las familias cubanas, a bombardear nuestras ciudades; a asesinar mujeres, niños y ancianos, sencillamente, porque en Cuba se habría declarado que asesinar, que bombardear, que ametrallar ciudades indefensas, que ametrallar y bombardear bohíos indefensos, no era delito y que, por lo tanto, podían volver aquí cuantas veces les viniese en gana.

Como se trataba de una cuestión que afectaba la seguridad del pueblo, sin vacilaciones —¡sin vacilaciones de ninguna índole!— hice unas declaraciones diciendo que el fallo era un fallo erróneo, y que el Ministerio Fiscal debía apelar la sanción.  Si cuando el criminal de guerra es sancionado, tiene derecho a apelar o a pedir una revisión del juicio, ¿por qué el pueblo —el pueblo que son ustedes, el pueblo que sufrió los bombardeos, el pueblo que sufrió la tiranía— no va a tener derecho también a pedir que una sentencia errónea se rectifique, a pedir que un juicio erróneo se rectifique?  ¿Por qué el pueblo no va a tener los mismos derechos que tiene el criminal de guerra?  Si el criminal de guerra tiene derecho a recurrir, ¡el pueblo también tiene derecho a recurrir!  (APLAUSOS.)

Peor estaba el pueblo bajo la tiranía, porque cuando los aviones venían, cuando los bombarderos venían y ponían en peligro a las mujeres y a los hijos de los campesinos, no tenían a quién recurrir, no tenían a quién llamar, no tenían a quién apelar.  Tenían que resignarse a soportar el bombardeo, y no un día, sino todos los días; no un mes, sino dos años.  ¡Dos años soportando bombardeos, sin tener a quién acudir, sin tener a quién recurrir!

Así que cuando llegó la hora —porque a cada santo se le llega su día, como dice el refrán—, cuando les llegó la hora y cuando se hace una sentencia errónea, ¿por qué el pueblo no iba a tener derecho a recurrir?  ¿Qué querían, que los pilotos se fueran?  ¿Qué querían, que nos volvieran a bombardear?  Porque si estos eran inocentes, los que se escaparon también eran inocentes.  Y si no es crimen bombardear, entonces cualquier día Trujillo puede armar a esos pilotos, venir, tirar, y entonces no es delito.  Eso era lo que querían:  tener al pueblo indefenso, exponer al pueblo a nuevos peligros.

Y lo bonito es que, si vuelven aquí los criminales de guerra a bombardear, “no son esos abogados los que van a salir a defender al pueblo, no son esos abogados los que van a salir a pelear, no; es el pueblo.  Porque si hay libertad en Cuba, si ellos pueden hablar hoy en los tribunales, si pueden sacar declaraciones insultantes en los periódicos, declaraciones mentirosas —porque pedían garantías para el ejercicio de su profesión y, ¿quién los molestó?  ¿Quién los entorpecía?  Hablaron allí hasta por los codos, dijeron todo lo que quisieron, fueron a los periódicos, publicaron cuadros; nadie se metió con ellos.  Dijeron que eso era injusto, dijeron que eso era violar las leyes, dijeron cuanto se les ocurrió en favor de los criminales de guerra, y nadie los molestó—, si ellos tienen hoy esa libertad, no es porque estaban peleando para conquistarla; si ellos tienen esa libertad, a quien se la tienen que agradecer es al pueblo, a quien se la tienen que agradecer es a esos mismos campesinos que soportaron los bombardeos.  Es al mismo pueblo que, en el campo y en las ciudades, luchó junto al Ejército Rebelde, colaboró con todos los medios a su alcance, hizo todos los sacrificios necesarios y obtuvo la victoria.

Pues, claro, ¿qué otra cosa iba a hacer el señor D’Acosta que lo que hizo en el juicio de Santiago de Cuba?  ¿Qué otra cosa iba a hacer, si cuando el pueblo estaba sufriendo los bombardeos, él era abogado del ejército de la tiranía?  (EXCLAMACIONES.)  Si cuando el pueblo estaba sufriendo los bombardeos y el pueblo estaba peleando, él estaba en Columbia, con un uniforme amarillo, cobrando un sueldo y viviendo allí encantado de la vida.

Fidel Castro en la concentración celebrada en Santiago de Cuba, el 11 de marzo de 1959. Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas

Viene la Revolución, triunfa la Revolución.  El Ejército Rebelde es generoso:  busca solo a los criminales de guerra, somete a juicio solamente a los criminales de guerra, e incluso —por lo generoso que fue, porque no quería ensañarse contra el vencido, porque no albergaba  odio—, permitió que algunos de esos señores siguieran en su profesión, siguieran de auditores, siguieran, incluso, en los institutos armados.­  Digo algunos, porque a la inmensa mayoría hubo que sacarla; la inmensa mayoría se rindió.  Era un ejército derrotado; pero nosotros no quisimos ensañarnos con ese ejército, y muchos oficiales permanecieron en sus cargos.  A aquellos que no habían robado, que no habían asesinado a nadie, pues se lo quisimos tener en cuenta.  Porque yo recuerdo bien que cuando nosotros estábamos en la Sierra Maestra, lo mismo que odiábamos a un Sosa Blanco, a un Sánchez Mosquera, a un Morejón, cuando un oficial iba con su tropa y no quemaba casas, y no golpeaba campesinos, y no asesinaba campesinos, nosotros reconocíamos que era un oficial que, aunque defendiendo una causa mala, por lo menos se portaba caballerosamente con el pueblo (APLAUSOS).

Pero este señor ni peleó en el frente.  No tuvo oportunidad de probar lo que era.  Posiblemente si hubiera estado al frente de la tropa, hubiera sido tan asesino como Sánchez Mosquera o hubiera sido tan asesino como Sosa Blanco; si no, basta con ver el entusiasmo, el fervor y el interés con que ha defendido a los criminales de guerra.  Si fuera un hombre con sentimientos humanos, no hubiera demostrado tanto calor al defender a esos asesinos.

Aquí el problema no estaba en que defendiera o en que no defendiera, el problema no estaba en eso, porque nosotros mismos hemos sido los primeros en establecer que el criminal de guerra tiene derecho a un abogado.  Y cuando nadie quiere defenderlo, nosotros mismos le hemos puesto un abogado para que no quede indefenso.  Lo malo fue que los defensores de los criminales de guerra no hicieron alegatos jurídicos sino alegatos políticos.  Se valieron de la oportunidad para empezar a combatir a la Revolución, para empezar a calumniar a la Revolución.

Y en los momentos en que nuestra patria, nuestro pueblo está siendo calumniado y está siendo atacado por los enemigos de la Revolución Cubana, por los periodistas mercenarios de algunos periódicos extranjeros que se venden al dinero y al oro del tirano; cuando los representantes de los intereses creados, de los intereses monopolistas extranjeros, atacan a la Revolución —que quiere decir atacar al pueblo, lo que quiere decir atacar a la patria—, salen estos elementos contrarrevolucionarios, salen estos elementos reaccionarios a hacer causa común con los enemigos de Cuba, con los enemigos de la Revolución, a darle pretexto a la campaña de difamación internacional, a darles pretexto a los enemigos de Cuba para que nos ataquen, e inmediatamente que el Colegio de Abogados de aquí tomó un acuerdo, sus colegas de la capital se sumaron también y apoyaron este acuerdo, y sus colegas del Colegio Nacional se sumaron también y apoyaron este acuerdo.  ¿Qué impresión y qué sensación estaban dando fuera de Cuba?  Pues estaban dando la impresión de que aquí no había justicia.

Y cuando los muy ilustres y los muy distinguidos señores ejecutivos del Colegio de Abogados y del foro —como se les llama— hacían unas declaraciones de que aquello no era justo, de que se violaban las leyes, estaban queriendo dar a entender al extranjero que en Cuba no había justicia, que en Cuba estábamos viviendo igual que antes, que en Cuba no se respetaban los derechos.  Estaban dándoles argumentos a los enemigos de Cuba en el extranjero; estaban dándoles aliento para que siguieran en su campaña criminal.  Luego no era una cosa insignificante el peligro que significaba el problema de los aviadores en Santiago de Cuba.

Fueron tres peligros que nosotros estábamos en la obligación de conjurar:

El peligro de que los soltaran y vinieran después a bombardear otra vez.  Todo el mundo sabe que al lado de Cuba está Santo Domingo, más cerca de Oriente precisamente que de ninguna otra provincia.  Todo el mundo sabe que en Santo Domingo está Fulgencio Batista.  Todo el mundo sabe que en Santo Domingo hay muchos criminales de guerra.  Todo el mundo sabe que allí está Trujillo, que lleva cerca de 30 años oprimiendo aquel país.  Todo el mundo sabe que Trujillo es un enemigo de Cuba.  Todo el mundo sabe que Trujillo es el que les ha dado asilo, el que les ha dado albergue a los prófugos; no solamente se lo dio ahora, se lo dio también cuando el machadato.  Todo el mundo sabe que Trujillo es un asesino internacional.  Todo el mundo sabe que Trujillo es un dictador internacional.  Todo el mundo sabe que los agentes de Trujillo asesinan a sus enemigos, asesinan a los exilados políticos fuera del país, lo mismo en Cuba, que en México, que en Estados Unidos, que en cualquier parte.  Todo el mundo sabe que Trujillo tiene una especie de terror internacional implantado.  Todo el mundo sabe que Trujillo, por hacerle daño a Cuba, es capaz de cualquier cosa.

Y lo que se pretendía es que, además de los 27 aviadores que se escaparon, les mandáramos a Trujillo y a Batista completico el resto de los aviadores.  Unos aviadores que se pasaron dos años bombardeando; unos aviadores que practicaron durante dos años contra el pueblo; unos aviadores que aprendieron a tirar bombas y a ametrallar; unos aviadores entrenados, que conocen el terreno, que conocen cada pueblo, que conocen cada aldea, que conocen cada río, que conocen cada montaña.

Y, ¿qué es lo que querían, qué es lo que pretendían los que aquí enarbolaron la defensa política, los que aquí comenzaron a atacar a la Revolución porque no poníamos en libertad a los pilotos criminales?  ¿Qué es lo que pretendían?  ¿Qué les enviásemos a Batista y a Trujillo sus pilotos, sus técnicos para que volviesen a atacarnos?  Y cuando así se actúa, ¿se puede ser patriota?  Cuando así se actúa, ¿se puede ser honesto?  Cuando así se actúa, ¿se puede ser honrado?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  ¿Y cuál era mi deber, permitir que soltaran a esos pilotos?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  ¿Permitir que quedasen impunes sus crímenes?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”) ¿Permitir que Batista y Trujillo se armasen de nuevo a costa del pueblo?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  Cuando incluso hay en Santo Domingo cinco aviones, cinco aviones cubanos, cinco aviones de los que se fueron, cinco aviones que se llevaron los criminales de guerra en su fuga, cinco aviones que pertenecen a Cuba, cinco aviones que pertenecen al pueblo; cuando están allí, cuando no los han querido devolver todavía, ¿quieren que encima les mandemos los pilotos?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)

Y no han devuelto los aviones porque, según dice Trujillo, esos aviones volaban sobre el cielo dominicano y, por lo tanto, fueron confiscados; eran naves extranjeras volando sobre el cielo dominicano.  ¡No podía ser más descarado!  Porque, precisamente, fueron allí porque era el único lugar donde los iban a recibir al seguro, sin problemas.  Además, enseguida los recibió como lo que son:  sus aliados.  Y sin embargo, los aviones no los devuelve porque eran naves extranjeras.  El avión donde se fue Batista, el socio de Trujillo, el avión que le robaron a Cuba, dice que son naves extranjeras volando sobre el cielo dominicano y que, por lo tanto, se queda con él.

Su actitud no puede ser más provocativa; la actitud de nosotros no ha podido ser más serena, más ecuánime.  Incluso por primera vez, después de 70 días, es que hablo de este tema.  No ha podido ser más serena la actitud nuestra frente a la provocación del criminal Trujillo.  Hace ya mucho rato que Trujillo está interviniendo en los problemas de Cuba; hace ya mucho rato que Trujillo está perturbando los pueblos del Caribe.  No solamente fue la matanza de 10 000 haitianos.  Han sido sus crímenes cometidos en distintos países contra exilados dominicanos; han sido las intervenciones en Cuba, cuando el machadato y, con posterioridad, en reiteradas ocasiones.  Y ahora se queda con los aviones de Cuba y no le da la gana de devolverlos, tranquilamente.  ¿Qué es eso si no una provocación?  ¿Qué es eso si no una ofensa a nuestro pueblo?

Desde luego, les voy a decir una cosa, les voy a explicar una de las razones:  este caso de Trujillo demuestra que nosotros sabemos actuar con serenidad, porque todo el mundo sabe la mala voluntad que el pueblo de Cuba le tiene a Trujillo.  ¿Por qué ni me he molestado?  Pues sencillamente, por una razón, por una convicción moral.  Si en Santo Domingo hubiera un gobierno de tipo democrático o semidemocrático, pues valdría la pena entonces reclamar los aviones y que los devolvieran.  Desde luego, los aviones se han reclamado por vía diplomática, pero ustedes han visto que yo no había hablado siquiera de ese tema, y es que, sencillamente, a mí me repugna dirigirme a un dictador como Trujillo, a mí me repugna dirigirme a un sujeto como Trujillo, a mí me repugna establecer ninguna clase de negociación con un gángster como Trujillo.  Y esa es una de las razones por las cuales yo ni me he molestado.

Esos aviones, o los restos de esos aviones, algún día tendrá que devolvérnoslo Trujillo.  Yo no voy a decir que sea el pueblo de Santo Domingo quien tenga esos aviones.  Quien tiene esos aviones no es el pueblo de Santo Domingo, es Trujillo.  Y algún día tendrá que devolverlos, porque el propio pueblo de Santo Domingo, el propio pueblo de Santo Domingo nos devolverá los aviones que hay allí.  Nosotros no queremos que nos lo devuelva Trujillo.  Lo que deseamos es que nos lo devuelva el pueblo dominicano, cuando Trujillo haya tenido que coger otros aviones para huir también como huyen todos esos dictadorzuelos.

Todo el mundo sabe que cuando se tiene una responsabilidad oficial, tiene uno que ser cuidadoso.  Todo el mundo sabe que cuando se tiene una responsabilidad en el gobierno de un pueblo, tiene uno que contener los impulsos.  Quizás me sentiría yo mucho mejor combatiendo a Trujillo de otra forma que no fuese con palabras.  Quizás los rebeldes cubanos prefiramos la vida del combate y la vida del sacrificio mucho más que los cargos oficiales y las actividades que hoy estamos realizando.  Sin embargo, nuestro deber como gobernante nos obliga a ser cuidadosos, nos obliga a no dejarnos llevar por el impulso, y tenemos que resignarnos a tener que condenar desde una tribuna a un dictador al que estaríamos combatiendo gustosamente en las montañas de Santo Domingo (APLAUSOS).  Mas no es necesario que nosotros vayamos, en todos los pueblos hay luchadores, en todos los pueblos hay patriotas, y los dominicanos tienen sobrados patriotas y sobrados valientes para realizar allí la misma obra que nosotros realizamos en Cuba.

Algo les hemos dado ya.  Les hemos dado el ejemplo, les hemos demostrado lo que puede un pueblo, les hemos demostrado que lo único que tienen que hacer es comenzar, que lo único que tienen que hacer es decir lo que dijimos nosotros:  si salimos, llegamos; si llegamos, entramos; si entramos, triunfamos.

Así que a los dominicanos les hemos dado nuestro ejemplo, les hemos dado nuestra escuela, les hemos dado nuestra magnífica experiencia, y tengo la seguridad de que tarde o temprano los dominicanos iniciarán la lucha sin que nosotros tengamos que meternos, sencillamente, porque no hace falta.  Desde luego que desde que la Revolución triunfó en Cuba, Trujillo no ha hecho más que comprar aviones, Trujillo no ha hecho más que comprar armas, Trujillo no ha hecho más que organizar batallones y regimientos.  Es el miedo, el miedo que le produce el triunfo de la Revolución Cubana.

(DEL PUBLICO:  “¿Cuándo nos vamos para allá, Fidel?”)

Yo sé que si se dice aquí:  “Vamos para Santo Domingo”, no queda nadie (APLAUSOS).  Pero es que no hace falta, aunque, eso sí, debemos estar siempre alertas y debemos advertirle al dictador, debemos advertirle que, desde luego, tenga mucho cuidado en llegar bien lejos en sus provocaciones contra Cuba.  Ya se cogieron los aviones; está bien, ya se robaron los aviones; está bien.  No quieren devolver los aviones; está bien.  Han cometido un acto de gangsterismo internacional; está bien.  Está bien, nosotros no perdemos por eso la calma, nosotros no perdemos la ecuanimidad.

Hace unos días me llamó el Presidente de la República para mostrarme un escrito remitido desde Santo Domingo, donde el Ministro de Estado de Santo Domingo lanzaba una serie de ataques contra mí.  Y me decía el Presidente: “Hay que hacer una protesta enérgica, hay que elevar una protesta oficial, porque usted es un funcionario del Gobierno de Cuba, usted es el Primer Ministro y lo están atacando.”  Y yo realmente me sonreí, y le dije: “Mire, Presidente, no se preocupe por eso.  ¿Cómo yo me voy a preocupar de los ataques que me dirija ese señor?  Ni se moleste, Presidente; el Gobierno de Cuba no debe molestarse.  Yo de esos ataques me tengo que reír.  Lo terrible sería que me estuviera defendiendo, lo terrible sería que me estuviera elogiando.  Pero, ¿cómo yo me voy a molestar por eso?  ¿Como vamos a tomar en serio esos ataques —le dije—, si yo también cuando voy a una tribuna hago mis juicios sobre el dictador dominicano?”

Entonces el Presidente me decía que Trujillo no era el presidente oficial de Santo Domingo, que por lo tanto los ataques que yo hacía no eran ataques oficiales, me explicaba.  En realidad viene a ser lo mismo:  Trujillo es el amo de Santo Domingo, Trujillo es el amo omnímodo de Santo Domingo, y yo no ando creyendo en esas sutilezas.

Los ataques no los podía tomar en serio.  Así que se quedan con los aviones y encima nos insultan.  Está bien, eso no importa, porque Trujillo a nosotros nos tiene sin cuidado.  En cambio, Trujillo está muy asustado.

Por ejemplo, ¿qué sabemos nosotros?  Nosotros decimos:  ¿Qué es lo que pueden hacer todos los criminales de guerra juntos, ayudados por Trujillo, contra Cuba?  Nada.  ¿Qué es lo que pueden hacer?  Díganme (EXCLAMACIONES DE:  “¡Nada!”).  ¿Conspirar?  Nada.  ¿En dónde?  ¿Van a venir a conspirar con los rebeldes, van a venir a conspirar con los barbudos?  Si los guardias ya no están ahí, ¿con quién van a conspirar?  Bueno, ¿qué es lo que van a hacer?  ¿Desembarcar?  Desembarcar, ¿para qué?  Si cuando estaban aquí con todos los aviones, todos los tanques y todos los cañones salieron huyendo, ¿para qué van a desembarcar ahora?

(…) Cuando llegamos, ¿qué nos encontramos?  Nos encontramos, sí, con que había mucho miedo, nos encontramos con que había unos cuantos “chivatos” por una zona, nos encontramos con que de cada 100 ó 200 personas había alguno de esos que tenía alguna “botella”, o que era el que le cobraba la “bolita” al sargento, o que era el que le cobraba la tumba de monte al sargento, o el que servía de espía y de confidente al sargento.  Esos eran los “chivatos”.  Y mientras nosotros solo le pagábamos al campesino, respetábamos al campesino, ellos asesinaban, quemaban casas, se llevaban los cochinos, las gallinas, los gallos finos, y hasta el radio, cuando tenían un radio; le llevaban la ropa y se lo llevaban todo.

Y así, ahora, después que la Revolución ha triunfado, después que se acabaron los desalojos, después que se acabaron los mayorales, después que se acabaron los sargentos, después que se acabaron los jueces vendidos; ahora, cuando ya todos los campesinos que estaban en esa zona están sobre su tierra, esperando nada más los papeles, que es lo único que les falta; cuando ya todo el campesinado sabe que la reforma agraria es una realidad; cuando ya todo el campesinado sabe que se están dando los últimos toques a la Ley de Reforma Agraria; cuando ya todo el campesinado sabe que estamos reuniendo millones de pesos para comprar tractores, para comprar arados; cuando todo el campesinado sabe que va a ser redimido, que va a alcanzar los sueños de tantos años; cuando ya el campesinado sabe que tiene un gobierno suyo; cuando ya el campesinado sabe que tiene un gobierno para defenderlo (APLAUSOS); cuando ya el campesinado sabe que los hombres que lucharon junto a él durante dos años están allá en los cuarteles, están allá en el poder, están allá dictando leyes revolucionarias para la república (APLAUSOS); cuando todo eso es una realidad; cuando estamos sembrando ya las primeras semillas de la gran cosecha que en los meses y en los años venideros recibirá la nación cubana, ¿quién se alza, quién se mete en las montañas?  ¿Quién escapa?  ¿Quién escapa, señores, quién escapa por esos firmes, por esas montañas, por esos ríos, por esos arroyos, por esos trillos que conocemos como las palmas de nuestras manos?  ¿Quién les servirá de guía?  ¿Quién les llevará comida?  ¿Quién les prestará apoyo?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Nadie!”)  Y si cuando tenían ejércitos enteros, cuando tenían batallones enteros, cuando tenían las mejores armas, cuando tenían todas las armas, cuando tenían 30 000, 40 000, 50 000 hombres, y nosotros no éramos más que 300, no pudieron, ¿cómo van a poder ahora?

¿Quién cree, quién les puede hacer caso?  Mas esas no son las únicas razones.  ¿Quién de ellos tiene el espíritu de sacrificio de nuestros combatientes?  ¿Quién?  ¿Acaso esos soldados que cuando caminaban 100 varas por una loma estaban ya ahogados?  ¿Acaso esos soldados que apenas llevaban tres días en las montañas querían volver para su casa?

¡Hombre!, ¿a quiénes les van a venir a hacer el cuento?  ¿A ustedes los campesinos?  ¿A nosotros nos van a venir a hacer el cuento?

Miren, más vale que ni se tomen ellos esas molestias.  Por eso, cuando uno ve un cable internacional diciendo que si hay alzados, que si están haciendo…, señores, nos reímos, y decimos:  ¡Qué ingenuos son, qué equivocados están, qué ignorantes son de lo que es una revolución y de lo que es una lucha revolucionaria!  Como si no hicieran más que cambiar las cosas, y poner esos tipos ahí, y ya.  Como si cuando se metieran allí, hasta el último campesino no se movilizara enseguida para buscarlos y capturarlos, señores.  No hay ni que tirarles.  Nosotros sí que el día que haya uno o dos, no decimos que no hay nadie.  ¡Eso es ridículo, señores!  Al contrario:  ¡Ojalá los criminales de guerra vengan, ojalá se metan en las lomas!  Porque si escaparon de Columbia, de la Sierra Maestra o del Escambray o de Cristal, o donde se metan, no escapan más nunca, señores.

Así que el negocio de nosotros sería que vinieran los criminales de guerra.  Ese sería el negocio de nosotros.  Y si sabemos que eso es así, ¿quién se preocupa aquí?  Nadie.  Así que, por eso, mientras Trujillo está asustado, corriendo, comprando aviones, porque sabe que si se les meten allí unos cuantos dominicanos y se les alzan, lo derrocan, nosotros estamos tranquilos, absolutamente tranquilos.  ¿Qué es lo único que puede hacer Trujillo?  Provocaciones, venir un día con sus aviones a tratar de hacer daño, a tratar de provocar, a tratar de atacar.

Vean si no lo que está pasando en Haití:  un presidente títere ahí, un infeliz asustado, que mantiene allí la opresión sobre el pueblo de Haití.  ¿Qué hace?  Estar llamando a los americanos, diciendo que hay amenazas; estar llamando a los americanos, y diciendo que tienen que intervenir; estar llamando a los americanos para decirles que tiene que haber orden aquí en el Caribe y que hay provocación.

Así que mientras provocan a Cuba, mientras se quedan con nuestros aviones, mientras les dan albergue a los criminales de guerra, se confabulan Trujillo y el dictador de Haití para estar escandalizando.

Yo he leído los cintillos, y ni me he molestado en contestarles, señores, ni me he molestado en contestarle a ese infeliz (APLAUSOS), porque tanto él como Trujillo están asustados.  ¿Y qué hacen?  Hablarles a los americanos.  Para que intervengan ¿dónde?, para que intervengan ¿dónde?, porque aquí, en Cuba, aquí no interviene nadie (APLAUSOS).

Y es bueno advertirlo para que no se pongan con provocaciones; es bueno advertirlo para que no se pongan con provocaciones y después estén llamando a potencias extranjeras para que se inmiscuyan en los asuntos nuestros.  Porque si ellos son tan inciviles, porque si ellos son tan traidores, porque si ellos son tan indignos que llaman a potencias extranjeras para que les saquen las castañas del fuego, aquí nosotros somos lo suficientemente patriotas y lo suficientemente dignos para decir que aquí no interviene nadie (APLAUSOS).  Y que nosotros sabemos cómo se defiende el honor, la dignidad y la soberanía de nuestra patria.

Y lo advierto a tiempo, lo advierto a tiempo para que no se valgan de esos pequeños pretextos, no se valgan de esa intriga y no se valgan de esas provocaciones para decir que hay problemas en el Caribe.  Porque, además, el Caribe es nuestro, ¿saben?, y nadie tiene que intervenir aquí en Cuba, por lo menos en nuestra patria nadie tiene derecho a intervenir ni permitiremos que nadie intervenga (APLAUSOS).

Bueno es advertir esto, porque estos pueblos —el haitiano y el dominicano— están padeciendo ahora lo que padeció el pueblo cubano.  Son pueblos oprimidos, son pueblos sometidos al hambre, son pueblos sometidos a la miseria.  Y como esos dictadores tienen miedo al pueblo, porque vieron lo que pasó en Cuba, están tratando de buscar el apoyo de potencias extranjeras.  Eso es lo que les pasa.  ¿Para qué?  Para mantener la opresión y la esclavización de sus respectivos pueblos, para mantener allí las tiranías, para mantener allí el poder sanguinario y dictatorial.  Y con ese propósito están provocando a Cuba.

Pero Cuba está en calma, Cuba está ecuánime, Cuba se sonríe, porque Cuba está firme, Cuba está segura; Cuba, en su Revolución, es invencible.

Así, mientras ellos se asustan, nosotros estamos tranquilos.  Nosotros sabemos que tenemos una fuerza más poderosa que los tanques, más poderosa que los cañones y que los aviones, y es la fuerza moral, es el ejemplo.  El ejemplo que ha dado Cuba es más poderoso que todos los cañones y todos los aviones y todas las armas que tienen esos señores.  Y ese ejemplo será lo que guíe el espíritu rebelde y el espíritu revolucionario de los dominicanos y de los haitianos.  .

#Reflexiones de Fidel en el #DíaInternacionalde laMujer

#8deMarzo

La lucha por la igualdad de la mujer en todos los aspectos es tarea prioritaria de nuestro Partido; fue, es y será tarea prioritaria de nuestra Revolución”.