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Un ramo de flores enviado por su compañero de mil batallas, el líder de la Revolución, General de Ejército Raúl Castro Ruz, y la ofrenda a nombre del pueblo de Cuba, fueron depositados ante el monolito que atesora sus cenizas, como parte de la ceremonia militar y la guardia de honor oficiadas por alumnas de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de Santiago de Cuba –continuadoras del legado de Vilma–, encabezadas por las principales autoridades políticas y gubernamentales de la provincia, así como por el combatiente del II Frente Oriental, primer coronel Alberto Vázquez.
Hoy la Patria vuelve a contemplar, orgullosa, a Vilma Espín Guillois, la hija de la ciudad de Santiago de Cuba que, como la mambisa Mariana Grajales, luchó hasta sus últimos días por las causas justas, de manera especial por las de las mujeres. La eterna presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas está presente en su pueblo, al que se entregó en cuerpo y alma.
Alma Cubanita 